En silencio.
Tú que inundaste el mundo
de risas y cantos,
sigues en silencio.
Pero no callada.
Nunca supiste callar,
y por eso sigues hablándonos
en cada comida compartida,
en cada abrazo,
en cada sonrisa que busca
una cómplice respuesta,
un brillo en los ojos,
prender la vida.
En silencio.
Pero presente,
como siempre.
Porque los ruidos y las luces,
tan llamativos,
eran fuegos artificiales
que disimulaban
tu apuesta vital
por una vida compartida,
ofrenda constante,
valiente, perenne.
Siempre disponible.
Siempre cerca
Siempre.
Ya no hay fuegos,
ya no hay ruidos.
Pero sigues estando presente
en el milagro silencioso
de cada chispa de vida
compartida.
Como siempre.