miércoles, 24 de mayo de 2017

Voz

Qué voz... Dan ganas de parar lo que estés haciendo para dejarse mecer y llevar por ella, adonde sea, seguro del buen camino y de las sorpresas por venir.

Qué voz... Qué vuelo...




lunes, 15 de mayo de 2017

Caridad y humillación

No es la lectura más entretenida del mundo, pero el enfoque del libro "La sociedad decente", de  Avishai Margalit, es muy interesante: una sociedad decente, o una sociedad civilizada, es aquella cuyas instituciones no humillan a las personas sujetas a su autoridad, y cuyos ciudadanos no se humillan unos a otros. Lo que la filosofía política necesita urgentemente es una vía que nos permita vivir juntos sin humillaciones y con dignidad.

Desde que comencé mi compromiso en ATD Cuarto Mundo, siempre me ha impactado el peso de la vergüenza y la humillación que sienten quienes viven en condiciones de mayor pobreza y exclusión, así como la invisibilidad de esta dimensión para muchas de las personas e instituciones que se acercan en muchas ocasiones para ayudar. Por eso, pese a que es difícil de sostener en algunas circunstancias, mantenemos la importancia de no caer en el asistencialismo. Una opción que la lectura del siguiente texto que aparece al final de este libro me ayuda a comprender mejor:

"Desde la perspectiva del receptor, si las personas le dan caridad por motivos egoistas,  su propia disposición a aceptar la dádiva ya satisface al donante , por tanto, los receptores no tienen ninguna necesidad de sentir que deben algo a los donantes. Están obligados a dar las gracias, pero no a sentir agradecimiento. Sólo se esta obligado a sentir agradecimiento hacia aquellos donantes cuya motivación para dar es exclusivamente su preocupación por los necesitados. En realidad, los donantes no pueden pedir gratitud, puesto que no actúan con ánimo de recibirla, aunque por su parte los receptores están obligados a sentirla, puesto que se benefician de la generosidad de los donantes. Sentir agradecimiento cuando no se puede corresponder a la amabilidad, tiende a situar a las personas en una posición de inferioridad. Esta situación cambia si los donantes actúan por consideraciones egoístas, ya que, en este caso, lo único que deben los receptores a sus benefactores no es gratitud, sino palabras de agradecimiento.



Se podría pensar que las personas que están dispuestas a dar caridad por puro altruismo también lo estarían a hacer sus donaciones anónimamente. Ello liberaría a los receptores de la necesidad de expresar agradecimiento, aunque no resolvería el problema. El problema es el sentimiento degratitud, no las palabras de agradecimiento. Quienes reciben donaciones anónimas quedan eximidos de dar las gracias, pero no de sentir gratitud. El problema es admitir que están en una situación de inferioridad tal que les impide corresponder a la amabilidad que se ha tenido con ellos. Además, los donantes no necesitan que se les devuelva ningún favor por su dádiva. El principio de reciprocidad de dar y recibir está roto. Este principio está en el núcleo del problema de la caridad, un problema que ni siquiera se puede resolver mediante las donaciones anónimas"

lunes, 8 de mayo de 2017

El día de las madres


Este año me ha llegado una reseña del origen de la celebración del Día de la Madre que me parece que es importante rescatar. Porque la propuesta original ha quedado invisibilizada aunque sigue siendo igual de necesaria. Acá va el resumen que hacen de la misma en Plough:

"Mientras países por todo el mundo celebran el Día de las Madres en diferentes fechas del año, en varios países, incluso los Estados Unidos, Italia, Australia, Bélgica, Dinamarca, Finlandia y Turquía, se celebra el segundo domingo de mayo.

Los orígenes de la fiesta oficial en los Estados Unidos se remontan a 1870, cuando Julia Ward Howe, abolicionista mejor recordada como la poeta que escribió " El Himno de la Batalla de la República," se dedicó a establecer un ‘’Día de las Madres para promover la paz. ’’ Howe consagró la celebración a la erradicación de la guerra y organizó las fiestas en Boston durante muchos años.

En 1907, la filadelfiana Anna Jarvis lanzó una campaña para que el Día de la Madre se reconociera oficialmente, cosa que hizo el Presidente Woodrow Wilson en 1914, proclamando un día de fiesta nacional y una "expresión pública de nuestro amor y reverencia hacia todas las madres."

La celebración comercializada de hoy día, con dulces, flores, certificados de regalo y cenas en restaurantes lujosos, tiene poca semejanza a la visión original de Howe. Eso no es nada malo. Pero para que conste, aquí está la proclama que ella escribió en 1870, la cual explica, en sus propias palabras apasionadas, los objetivos originales de la festividad. 

"¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, ya sea su bautismo de agua o de lágrimas! Digan con firmeza: '’No permitiremos que grandes asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras apestando a matanzas, en busca de caricias y aplausos.
No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país para permitir que nuestros hijos se entrenen para herir a los suyos. ’’
Desde el seno de la tierra devastada, una voz se alza con la nuestra. Dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión".
Así como los hombres a menudo han dejado arado y yunque por el llamamiento a la guerra, que las mujeres ya dejen todo lo que queda de su hogar para un día grande y serio de consejo. Que se reúnan primeramente, como mujeres, para conmemorar y llorar por los muertos. Que se aconsejen solemnemente de la manera en la que la gran familia humana pueda vivir en paz, cada uno llevando en su tiempo la impresión sagrada, no de César, sino de Dios.
"En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales y la gran causa universal de la paz."