martes, 12 de septiembre de 2023

Respeto desigual

Desde hace dos años ando enredado en un proyecto de co-investigación entre personas del mundo académico, del activismo social y en situación de exclusión social sobre cómo romper con la herencia de la extrema pobreza. Y uno de los debates constantes que aparece es el del papel que juegan en la reproducción de la pobreza las dimensiones materiales y las relacionales. Quienes llevan toda la vida viviendo en condiciones muy difíciles insisten en lo importante que es hablar de lo que se suele dejar siempre en un segundo plano: la vergüenza, la culpabilización, el maltrato, la dignidad machacada... 

Leyendo el libro "El respeto", de Richard Sennet, me he acordado en muchos momentos de todo esto. Su relato parte de la experiencia personal de haber vivido sus primeros años en un barrio "marginado", así como su posterior "fuga" del mismo, para luego revisar como se cruzan las instituciones de asistencia social con la cuestión de la desigualdad y el respeto. Hay partes del libro que pasean por cuestiones clave, como las relaciones entre solidaridad, caridad y compromiso, el equilibrio entre implicación emocional y rol profesional, etc. Pero quiero recuperar algunas líneas que me parece que iluminan de manera especialmente clara algunos elementos sobre los que no se suele reparar tanto, como por ejemplo los malestares que provoca la desigualdad y cómo bloquea las relaciones más allá de las buenas intenciones:

"Para que los profesionales con educación superior y trabajadores no cualificados puedan hablarse libremente se necesita mucho tiempo y una gran dosis de confianza; la gente de vida afortunada tiene dificultades en "relacionarse" con la experiencia de gente forzada a permanecer en la estrechez de la rutinas.

La desigualdad puede crear malestar y el malestar alimenta un deseo de conectar, aunque la conexión sea tácita, silenciosa, circunspecta. Esta cadena emocional de acontecimientos complica el precepto de "mostrar respeto" por alguien que ocupe un lugar más bajo en la escala social o económica. Se puede temer que la estima parezca condescendencia y, por tanto, retraerse. Además, la conciencia de los privilegios propios puede provocar malestar. Paradójicamente, la angustia del privilegio puede agudizar la conciencia de quienes tienen menos; es una angustia que difícilmente se declara."

Especialmente clarividente me parece el señalamiento que hace de la autonomía como el elemento clave de la construcción del respeto mutuo, una autonomía que parte de reconocer que la otra persona se nos escapa, es más grande que la imagen que nos hacemos de ella, y que eso es una riqueza:

"La autonomía no es un simplemente una acción; también requiere una relación en la que una parte acepte que no puede comprender algo de la otra. La aceptación de que hay cosas del otro que uno no puede comprender da al mismo tiempo permanencia e igualdad en la relación. La autonomía supone conexión y a la vez alteridad, intimidad y anonimato. 

La historia de la burocracia de la asistencia social es una historia en la que está excluido precisamente este elemento de la autonomía. A los fundadores del estado del bienestar les pareció que para proveer a los menesterosos se requería una institución que definiera qué necesitaban los destinatarios del servicio. Les habría parecido irracional proporcionar recursos sin enunciar claramente sus usos, pero el resultado fue que la burocracia no aprendió a admitir la autonomía de aquellos a los que servía."

¿Qué hacer frente a estas desigualdades? ¿Cómo construir relaciones de respeto en un mundo desigual? Sennet no ofrece recetas, pero sí algunos ejes clave a los que poder agarrarnos:

"Las soluciones sociales se muestran con más claridad cuando se consideran las desigualdades que empañan los tres códigos modernos del respeto: hacer algo por sí mismo, cuidar de sí mismo y ayudar a los demás. Es posible, en cierto sentido, eliminar la mancha honrando la diferenciación de logros prácticos más que privilegiando el talento potencial; admitiendo las justas reivindicaciones de la dependencia adulta y permitiendo a la gente participar más activamente en las circunstancias de su propio cuidado."