martes, 17 de octubre de 2023

17 de Octubre, Día Mundial de la Erradicación de la ...


Hablamos mucho de pobreza, y de muchas maneras. En estos días, alrededor del 17 de octubre, día marcado en el calendario en torno a esta palabra, volveremos a hablar sobre ella y compartiremos informaciones, actos y conmemoraciones de muy diverso tipo. Serán diversas precisamente porque hay diferentes concepciones de lo que es la pobreza. Es, como muchos otros, un término tan usado para nombrar diferentes realidades que al final se ha convertido en un cajón desastre en el cabe casi todo, y que más que aclarar, nos confunde.

Pero creo que en este caso la tensión entre las diferentes realidades que cohabitan dentro de esta palabra nos confunde aún más que con otros términos. El primer significado que suele venir a la mente cuando pensamos en pobreza se relaciona con escasez de dinero y recursos. Sobre eso se suele hablar mayoritariamente en medios y discursos mayoritarios: niveles de ingreso, prestaciones, donaciones, ayudas... Algo que se puede resolver aportando bienes a quienes no los tienen. ¿Eso es todo?

No, no es todo. Ni siquiera esté bien enfocado el tema. Miramos a  un lado mientras que lo esencial puede que esté en otro lugar. Una de las cosas que más me ha impactado desde que conocí ATD Cuarto Mundo y lo que Wresinski llamó "el pueblo del Cuarto Mundo", es que aquellas personas a las que se llama "pobres" hablan de lo insoportable que viven como algo que va mucho más allá de las condiciones materiales. Hablan del maltrato que sufren por parte de la sociedad y las instituciones, de desprecio, de sentirse ninguneados, del sufrimiento que provoca el no sentir reconocida su dignidad como personas. En este tiempo he conocido a familias del Cuarto Mundo de diferentes países, europeas, africanas, americanas... y pese a las realidades tan diferentes en las que viven, el punto común que he encontrado expresado en sus distintos idiomas es la misma frase: "nos tratan peor que a perros"

En una investigación reciente junto a la Universidad de Oxford, "Las dimensiones ocultas de la pobreza", militantes Cuarto Mundo que viven en condiciones muy difíciles,  junto con académicas y profesionales de diferentes países del mundo, aportaron un nuevo marco para entender qué es la pobreza, ampliando el foco más allá de lo material para incluir aspectos relacionales y el sufrimiento personal que esta situación conlleva. Un paso importante, la verdad, para entender mejor... pero en el que seguimos encontrando por todos lados la palabra pobreza, tan usada y manoseada que en vez de clarificar nos confunde, creo yo. 

Pero, ¿y si dejamos de hablar de pobreza, de qué hablamos? ¿Cómo nombrar esta realidad que genera tanto sufrimiento y que es intolerable para todo ser humano? Revisando la propia historia del 17 de octubre aparecen algunas pistas interesantes. Naciones Unidas reconoció este día en 1992 como Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, pero su origen se remonta al 17 de octubre de 1987, cuando Wresinski convocó una movilización ciudadana que culminó en la Plaza del Trocadero, en París, y que tuvo continuidad en años posteriores con otro nombre diferente al luego acordado por la ONU. La convocatoria original fue a conmemorar el Día del Rechazo a la Miseria, y su sentido quedó fijado en la placa que luego se ha reproducido en diferentes lugares del mundo, poniendo el foco sobre varios aspectos fundamentales:

«Allí donde hay personas condenadas a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados.

Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado.

P. Joseph Wresinski

Miseria, no pobreza. Ese fue el término que eligió Wresinski, y que aparece en muchos de sus textos. Suena fuerte, demasiado fuerte, quizás por eso la hemos dejado de usar en estos tiempos, porque nos incomoda, nos violenta. Pero justamente ahí reside su importancia, su potencia. Nombra algo que es insoportable, y por eso molesta. Y nombra algo que va más allá del tener o no tener recursos, que tiene que ver con la mirada que se tiene sobre quien sufre esa condición. Nadie se autodefine como miserable, sino que se utiliza esta palabra para nombrar a quienes sentimos por debajo, no dignos de pertenecer nuestro mismo grupo o comunidad, para atacar, denigrar, distanciar... Por eso, cuando la cambiamos, como se ha hecho frecuentemente, por "extrema pobreza", tratando de explicar que no hablamos de cualquier tipo de pobreza sino de aquella que afecta a toda la persona, perdemos por el camino gran parte de su significado original. Un significado que va más allá de lo que se tiene o lo que no se tiene y que señala el lugar social y las relaciones que se tienen con el resto de la sociedad.

La miseria es una condena. Eso señala también la frase de la placa. Hay personas que son condenadas a vivir en la miseria, en condiciones de vida indignas, no por propia voluntad ni por dejadez, sino por nuestro modo de organización social, que les juzga y abandona en un lugar del que se pretende que no escapen. Esta imagen rompe con esa otra tan frecuente de "caer en la pobreza", como algo fortuito y de lo que se puede salir simplemente con el esfuerzo personal y quizás un poco de ayuda extra. Esos casos existen, pero no es lo que se vive desde la experiencia del pueblo del Cuarto Mundo. Quienes han vivido toda su vida en pobreza ven como hay dinámicas sociales que les atrapan impidiéndoles romper de manera definitiva con esa carga que arrastran, y que además se van transmitiendo de generación en generación, como una condena o una maldición que cae también sobre sus hijos y nietas (sobre esto estamos trabajando en una investigación de la que presentaremos  resultados en unos meses, "Romper con la herencia de la extrema pobreza"). La miseria no es algo puntual, episódico, sino que se construye y permanece a lo largo del tiempo, estrechando en gran medida el horizonte de liberación posible para quienes crecen atrapadas en ella.

Un tercer aspecto clave del texto de la placa es que la miseria se concreta en el no reconocimiento de los derechos. Por eso, más allá de tapar carencias materiales, la esencial para escapar de esta situación es disponer de unas seguridades básicas e integrales que permitan aportar libremente a la sociedad, sin dependencias ni tutelas, creando vínculos y participando en la comunidad. 

Por eso el llamado final no es a hacer donativos, aportar recursos, enseñar, ni siquiera a luchar... La invitación, la provocación, es a unirnos a aquellas que sufren la miseria en el día a día, a acercarnos y reconocernos... a partir de ahí, de ese mirarnos a los ojos desde la dignidad que compartimos, es como será posible entender mejor cómo actuar y lo que cada cual puede aportar para acabar con las dinámicas y estructuras que mantienen a tantas y tantas personas atrapadas en unas condiciones de vida que destruyen y matan día a día. 

No lo llamemos pobreza si estamos hablando de tantas cosas que desbordan esta palabra. Necesitamos hablar más claro para entender mejor. ¿Es miseria la palabra que debemos usar? No lo sé... quizás sí, o quizás ya no y nos toca inventar otra... lo que sea... pero no dejemos de intentar nombrar lo insoportable de estas realidades... rompamos el silencio, por más que moleste e incomode, y construyamos una nueva humanidad compartida.



martes, 12 de septiembre de 2023

Respeto desigual

Desde hace dos años ando enredado en un proyecto de co-investigación entre personas del mundo académico, del activismo social y en situación de exclusión social sobre cómo romper con la herencia de la extrema pobreza. Y uno de los debates constantes que aparece es el del papel que juegan en la reproducción de la pobreza las dimensiones materiales y las relacionales. Quienes llevan toda la vida viviendo en condiciones muy difíciles insisten en lo importante que es hablar de lo que se suele dejar siempre en un segundo plano: la vergüenza, la culpabilización, el maltrato, la dignidad machacada... 

Leyendo el libro "El respeto", de Richard Sennet, me he acordado en muchos momentos de todo esto. Su relato parte de la experiencia personal de haber vivido sus primeros años en un barrio "marginado", así como su posterior "fuga" del mismo, para luego revisar como se cruzan las instituciones de asistencia social con la cuestión de la desigualdad y el respeto. Hay partes del libro que pasean por cuestiones clave, como las relaciones entre solidaridad, caridad y compromiso, el equilibrio entre implicación emocional y rol profesional, etc. Pero quiero recuperar algunas líneas que me parece que iluminan de manera especialmente clara algunos elementos sobre los que no se suele reparar tanto, como por ejemplo los malestares que provoca la desigualdad y cómo bloquea las relaciones más allá de las buenas intenciones:

"Para que los profesionales con educación superior y trabajadores no cualificados puedan hablarse libremente se necesita mucho tiempo y una gran dosis de confianza; la gente de vida afortunada tiene dificultades en "relacionarse" con la experiencia de gente forzada a permanecer en la estrechez de la rutinas.

La desigualdad puede crear malestar y el malestar alimenta un deseo de conectar, aunque la conexión sea tácita, silenciosa, circunspecta. Esta cadena emocional de acontecimientos complica el precepto de "mostrar respeto" por alguien que ocupe un lugar más bajo en la escala social o económica. Se puede temer que la estima parezca condescendencia y, por tanto, retraerse. Además, la conciencia de los privilegios propios puede provocar malestar. Paradójicamente, la angustia del privilegio puede agudizar la conciencia de quienes tienen menos; es una angustia que difícilmente se declara."

Especialmente clarividente me parece el señalamiento que hace de la autonomía como el elemento clave de la construcción del respeto mutuo, una autonomía que parte de reconocer que la otra persona se nos escapa, es más grande que la imagen que nos hacemos de ella, y que eso es una riqueza:

"La autonomía no es un simplemente una acción; también requiere una relación en la que una parte acepte que no puede comprender algo de la otra. La aceptación de que hay cosas del otro que uno no puede comprender da al mismo tiempo permanencia e igualdad en la relación. La autonomía supone conexión y a la vez alteridad, intimidad y anonimato. 

La historia de la burocracia de la asistencia social es una historia en la que está excluido precisamente este elemento de la autonomía. A los fundadores del estado del bienestar les pareció que para proveer a los menesterosos se requería una institución que definiera qué necesitaban los destinatarios del servicio. Les habría parecido irracional proporcionar recursos sin enunciar claramente sus usos, pero el resultado fue que la burocracia no aprendió a admitir la autonomía de aquellos a los que servía."

¿Qué hacer frente a estas desigualdades? ¿Cómo construir relaciones de respeto en un mundo desigual? Sennet no ofrece recetas, pero sí algunos ejes clave a los que poder agarrarnos:

"Las soluciones sociales se muestran con más claridad cuando se consideran las desigualdades que empañan los tres códigos modernos del respeto: hacer algo por sí mismo, cuidar de sí mismo y ayudar a los demás. Es posible, en cierto sentido, eliminar la mancha honrando la diferenciación de logros prácticos más que privilegiando el talento potencial; admitiendo las justas reivindicaciones de la dependencia adulta y permitiendo a la gente participar más activamente en las circunstancias de su propio cuidado."


miércoles, 14 de junio de 2023

Gracias por tantas gracias

 Yo debía de tener 12 o 13 años. Una noche, haciendo zapping, encontré por sorpresa a un grupo argentino que enseguida me atrapó. Sus juegos de palabras, su humor limpio y sin frenos, las sorpresas escondidas tras cada giro de una historia o una canción... Me atraparon, sí. Todavía eran los tiempos del VHS, así que metí una cinta en el vídeo y la puse a grabar. Durante mucho tiempo mi hermano y yo veíamos en bucle esa actuación incompleta que habíamos grabado sobre la marcha, a la media hora de empezar. Nuestro vídeo comenzaba con esta presentación, nunca la olvidaré:


Al cabo de unos meses encontramos el vídeo completo de la actuación. Todo un tesoro. Años después, les pudimos ver en directo en el Palacio de Congresos. Un regalo inmenso. Y a lo largo de este tiempo, fuimos descubriendo y recuperando muchas de sus actuaciones previas, asomándonos a un mundo de risas infinitas y música deslumbrante. El mundo de Les Luthiers.






Pero como pasa con muchas otras cosas, el tiempo va amontonando nuevas rutinas y esos recuerdos van quedando atrás... Les Luthiers volvieron varias veces a actuar a España, pero ya no volví a verlos. Además, los fallecimientos de Marcos y Daniel, quienes más daban la cara y dejaban huella, me hicieron pensar que quizás ya no podían dar más de sí... hasta que hace unos días mi hermano compartió conmigo una entrada que le habían regalado, y de nuevo me encontré frente a su creatividad e ingenio, de nuevo riendo a más no poder y deslumbrado por sus inventos musicales. Sí, solo quedaban dos del grupo del que yo me había enamorado, pero han conseguido crear una nueva obra fiel a su esencia y brillante como siempre. Y pese que muchas caras del grupo las veía por primera vez, la sensación era de volver a casa, de encontrarme con unos viejos amigos que me han acompañado durante muchos años. El último encuentro ya, porque se despiden de los escenarios definitivamente. El último encuentro, el último abrazo para poder decir, a medio camino entre la carcajada y la lágrima, gracias, muchas gracias. Gracias por tantas gracias. 

Con esta pieza se despidieron. Grandes, muy grandes.


jueves, 5 de enero de 2023

¡Me pido Impro!

Un nuevo año arrastrando cansancios e incertidumbres, miedos y frustraciones, sin saber muy bien si es mejor avanzar o retroceder, cómo voy a hacer, cómo vamos a hacer, para apañárnoslas frente a lo que venga, lo que quiera que sea. ¿Todo queda a merced de la improvisación? Ojalá... siempre y cuando no entendemos esta como hacer lo primero que se nos ocurra, sino teniendo presentes las claves del teatro de la impro. ¿No las conoces? Pues nunca es tarde... Yo para este año es lo que pido, seguir aprendiendo a estar y construir "en clave impro".

  • Aquí estoy, acá estás. Salir a escena (¿y que es la vida sino un escenario continuo?) sin saber lo que está por venir, con la única certeza de que nos la jugamos juntxs. Frente a la incertidumbre, la red que da seguridad es la misma que nos vincula, la que nos sostiene construyendo un nosotrxs dispuesto a...
  • Escuchar y actuar. La escucha es clave. Entender lo que la otra persona dice con sus palabras y con sus silencios, con lo que hace y lo que abandona. Pero esta escucha no se construye desde la barrera, a la espera del dejarse llevar, sino dejando al mismo tiempo que nuestro cuerpo y nuestra voz hablen, compartiendo y generando mientras nos dejamos empapar por lo que hay alrededor, en una dinámica de...
  • Entregar y acoger. Lo que aporto enriquece la escena, siembra posibilidades. También siembran lxs demás compañeros que se la juegan a mi lado, y es tarea conjunta preparar el terreno común para que pueda haber frutos que transformen las promesas compartidas en realidades, en una apuesta constante por sumar aceptando el...
  • "Sí, y también...". Todo lo recibido puede aportar, abrir vías, descubrir nuevos caminos. Negarlo supone gastar energías que rompen y no construyen, que paralizan el paso. Y decir "sí" no es renunciar a la crítica o la propia visión, sino buscar un punto de apoyo que nos permita avanzar aportando de la propia cosecha un "y también...", sin que nadie se pierda por el camino, siempre y cuando nos reconozcamos como compañerxs en este juego continuo entre...
  • Conservar e inventar. El presente, el momento concreto, no se encuentra en el vacío, sino dentro de una trayectoria en la que algunas de las cosas, historias o emociones compartidas previamente puede convertirse en tesoros que nos ayuden a encontrar un sentido, un hacia donde seguir haciendo camino, creando nuevas posibilidades y mundos en los que poder reconocernos...
  • Nosotros y la historia. Somos personas, sí. Pero no aisladas. Nos enredamos con quienes nos rodean y con lo que vivimos, con las casualidades y con las búsquedas propias y compartidas, haciendo historia y reconociéndonos más allá de las individualidades, incluso atreviéndonos a darnos un nombre colectivo desde el que invitar a otros a...
  • Compartir y saborear. El círculo se amplía, siempre en movimiento, y se transforma en espiral. Una espiral de sentimientos, risas, descubrimientos, rarezas, lugares comunes, silencios, canciones, juegos... Siempre apostando, a veces con éxito, a veces fracasando. Pero siempre ganando. Cuando menos, ganando la oportunidad de volver a empezar, contigo al lado, una vez más.