El punto de partida era claro: revisar cómo se ha reflejado y construido la imagen de la sostenibilidad a través de la fotografía. Se inicia así un recorrido lleno de imágenes que nos enfrentan al brutal impacto que supone nuestra manera de estar en el mundo actualmente, por un lado en relación a los recursos naturales limitados que nos rodean, pero por otro también en relación a nuestra propia construcción personal y social. Así, la superficie del planeta va siendo transformada por una fiebre urbanizadora que impone en todos los lados los mismos modelos de vivienda y entorno, segregados según cual sea tu lugar en el mundo (si te puedes permitir tener aspiraciones o estás al servicio de las de otros/as) y determinando de esta manera los propios sueños que puedes permitirte intentar cumplir. Y residuos, muchos residuos que golpean y transforman el planeta en múltiples dimensiones.
Hay muchas imágenes que recogen estas realidades para denunciarlas. Como explicó Miguel, el discurso apocalíptico en torno a las amenazas que provocamos con este modelo de sociedad ha empujado desde el principio la lucha ecologista. Mientras tanto, el mundo de la empresa y del capital, ante el empuje de estas constataciones y de las alternativas que se han ido proponiendo, ha encontrado su propia manera de situarse, pero construyendo una imagen que cambia el miedo por el deseo, la amenaza por la promesa. Y ahí es donde, en mi opinión, nos vuelven a ganar la partida una vez más.
Miguel planteó en varios momentos que era necesario transformar el discurso apocalíptico enarbolado hasta ahora en otro que reflejara la esperanza posible de cambiar las cosas y vivir de manera sostenible. Pero hoy por hoy esta esperanza está por construir, más allá de nuestra fe en ella. Las imágenes que denuncian las consecuencias de nuestro modelo irracional de vida son necesarias para tomar conciencia, pero debemos dar un paso más y construir todo un imaginario de esperanza, de posibles ya en marcha, de alternativas que ya caminan. Y eso, como quedó patente en la charla, es una tarea pendiente, hay muy poco hecho hasta ahora.
Para que esto sea posible creo que un aspecto clave es educar la mirada de manera que nos permita situarnos mejor en el mundo y entender qué somos y qué no somos. Porque en la fotografía de denuncia se sigue reflejando mucho esa dicotomía entre lo natural (que refleja lo bueno, lo puro, lo sostenible) frente a lo "maquinal" (contaminante, deshumanizante, destructivo de la naturaleza y de la persona). Parece así que debemos volver a una Ítaca virgen en la que reencontrarnos con lo que verdaderamente somos, invisibilizando así que hay sendas que no se pueden desandar. Ya lo apuntaba Donna Haraway en el manifiesto ciborg, los esencialismos nos confunden y es necesario abordar nuestra realidad actual de hibridación a diferentes niveles. Las máquinas, las pantallas, la técnica se ha incorporado a nuestro ser humanos/os no como una simple herramienta que puedo coger o dejar, sino transformando nuestra humanidad, nuestra manera de pensar, de relacionarnos. Lo refleja muy bien también Bifo cuando habla de la Generación Post-Alfa, que sería la primera para la cual el alfabeto no ha tenido la función formativa que tuvo en las generaciones anteriores, desde la invención de la imprenta y la difusión de la educación formal, ya que ha crecido rodeada de máquinas, especialmente de tecnologías de la información que le permiten navegar indistintamente por mundos virtuales y conectarse en la inmediatez con cualquier nodo informático, experimentando así coordenadas espacio-temporales totalmente distintas a las de sus padres. Esto transforma radicalmente la subjetividad, la manera de construir conocimiento, el ser y el estar en el mundo.
Por supuesto que esta hibridación en la que andamos inmersos tiene aspectos amenazadores y conlleva pérdidas. Pero también ganancias, y más allá de hacer un juicio valorativo lo que necesitamos es profundizar en eso que somos, en nuestra manera de vincularnos y en las posibilidades de construir presente y futuro a partir de ahí. En este sentido me parece interesante el señalamiento de Bifo de que es el momento de pasar del antagonismo propio del siglo XX a la autoorganización como respuesta a la realidad actual:
"La mayor parte del deseo social va precisamente en la misma dirección que el ciclo productivo en red, hacia la participación en el juego que constituye la mente global, y no hacia el antagonismo que ya no sirve y ya no produce ninguna perspectiva de alternativas ni de autonomía a largo plazo. El movimiento global que se ha extendido tras la revuelta de Seattle no es un movimiento antagonista. Es un movimiento de autoorganización. Su función y su vocación no son abatir el capital. ¿Cómo se puede abatir un modelo, una regla, una relación, una forma reptante, proliferante y difusa? La premisa dialéctica del abatimiento (o abolición) ya no significa nada en la época de la penetración. El movimiento global, sin embargo, tiene como vocación y como objetivo hacer posible una autoorganización de las fuerzas productivas que el capital domina y organiza según sus reglas y su código."
(...)
"La tarea estratégica del activismo mediático es mantener activas, durante la mutación posthumana, las capacidades cognitivas, creativas éticas y estéticas cuya supervivencia está amenazada por las formas que dicha mutación impone al organismo biosocial.
No se trata de mantener con vida al ser humano pretecnológico, sino de traspasar a Anthropos 2.0 la empatía, la solidaridad, la colaboración no competitiva, la creatividad y, sobre todo, la sensualidad. La tarea estratégica del activismo mediático es salvar la capacidad sensible planetaria de la glaciación de los automatismos tecnolingüísticos y de la congestión de los automatismos psicótico-identitarios."
En esta apuesta por mantener la esperanza en estos tiempos mutantes, la mirada es fundamental. Una mirada que sea capaz de reconocer esa humanidad en resistencia y creación constante, especialmente en aquellas circunstancias más difíciles. Desde mi experiencia acompañando a personas machacadas por la pobreza, personas que se suponía que deberían estar destruidas por lo que han vivido, la esperanza se reafirma al ser testigo de esta capacidad nuestra de, pese a todo, seguir amando, abrazando, reivindicando la dignidad propia y ajena.
Esa mirada, esas imágenes que contempla y que comparte al mundo, es la semilla que toca cuidar para que de un fruto visible y transformador.
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