Hay quien corre escapando del horror y encuentra una línea de fuga.
Hay quien busca escondite para proteger lo más querido y halla refugio.
Hay quien cierra los ojos para ocultar el dolor y duerme la angustia.
Hay quien puede salvarse.
Y hay quien no.
Hay quien cae agotado tras mil choques agónicos frente a un muro asfixiante.
Hay quien rompe a llorar aterrado de perder lo que ha amado.
Hay quien muere, aún en vida. Hay quien muere.
Hay quien puede elegir. Hay quien debe asumir.
Por eso, el reto de quienes aún tenemos margen
para abrir puertas, construir refugios y descansar
es el de, pese a nuestro miedo,
seguir siendo capaces de romper los muros
y construir juntas los puentes
para que todas podamos,
al fin, respirar paz y esperanza.
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