Sin dar la cara,
juego de sombras
que anuncia y esconde
a partes iguales.
Cuchicheos que sostienen
medias verdades.
Palabras prohibidas,
temerosas del camino
de ida y vuelta
señalado por las veletas.
Gritos, desesperación, angustia...
El oído se repliega sobre mi mismo,
la mirada recuenta el botín
robado en batallas pasadas.
El miedo a perderlo
concentra las energías.
El mundo no importa.
Esos gritos, esas lágrimas,
desesperación encarnada
en quién ya lo perdió todo
(si es que alguna vez lo tuvo),
son solo ecos lejanos,
marejada de fondo
desde este faro en ruinas
donde se apagan las luces
por miedo a marcar camino
que de verdad nos empuje
a retomar aparejos
y la marcha del común.
Secuestradxs seguimos...
¿Hasta cuando?
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