¿Qué alternativa nos queda en este contexto de transformación tan descarnada de la realidad? Ahí van unos apuntes más que interesantes aparecidos en el blog de Fernandez-Savater, sobre la necesidad de salir del enfrentamiento binario buenos/malos:
"El tablero de ajedrez es
una máquina binaria, un espacio polarizado. Nos invita constantemente a
definirnos a la contra, en un plano sólo de enfrentamiento y no de
creación, en una lógica de bandos y no de autonomía del discurso y la
acción, en una indignación victimizada y ya no alegre, encajándonos así
en los posibles prescritos: blancas y negras, piezas en un campo de
batalla, comportamientos predefinidos.
Se trata de una invitación en tres movimientos:
1- Blancas mueven, negras responden: contra los recortes, trinchera
Una amiga me dice: “no
nos ayuda nada pensar en términos de recortes, en realidad se trata de
un cambio de escenario”. La crisis no es sólo económica, sino de modelos
y valores, del sentido y la finalidad de lo que hacemos día a día.
Pensar en términos de recortes significa: donde antes había más ahora
hay menos. Defendamos lo que queda y presionemos por volver al mismo
sitio dónde estábamos. Esa lógica convierte el movimiento en una
trinchera: “no pasarán”. Pero si lo que viene no sólo son recortes, sino
un cambio de escenario, no podemos responder defendiendo lo mismo, sino
creando otra cosa. Ese es el sentido de la famosa consigna zapatista:
“resistir es crear”. La mera resistencia no resiste, las luchas
defensivas se pierden todas desde hace años, para proteger algo hay que
revitalizarlo y reinventarlo. No hacer una trinchera, sino encarnar una
nueva visión.
Desde muchos espacios se piensan hoy en los bienes comunes
como un tercer término más allá de lo público y lo privado (pero no
necesariamente opuesto). El mismo 15-M es un gran ejemplo de una
política de lo común, defendiendo/revitalizando las calles como un
espacio público de todos y de nadie, más allá del acceso restringido de
la privatización y de la propiedad/gestión exclusiva en manos del
Estado.
Defender lo público es
mantenerlo vivo y en movimiento, preguntándose por sí mismo, su sentido y
su valor. No cancelar el debate y la reflexión “porque ahora toca
resistir”, sino por el contrario abrir preguntas que nos conciernen a
todos (qué educación, qué sanidad), invitando así a los demás no sólo a
apoyar tu lucha, sino a pensar-hacer contigo, formar parte. Hacernos
cargo en común de lo que tenemos en común.
2- Blancas mueven, negras responden: izquierda contra derecha
Con una derecha tan
agresiva en el poder, existe una tentación obvia: posicionarse a la
contra en el tablero de ajedrez. Formar un gran bloque de izquierdas, un
“frente popular” de todos los agraviados por el PP, con todas las
banderas reunidas. Los enemigos de mi enemigo son mis amigos.
Creo que es todo lo contrario de lo que hizo fuerte al 15-M: desplazar
el escenario-trampa de “las dos Españas” e interpelar al 99%. Invitar a
cualquiera que se sintiera concernido por consignas no ideológicas como
“no nos representan”, “lo llaman democracia y no lo es”, “somos
personas, no mercancías en manos de políticos y banqueros”. Hablar,
pensar y hacer desde el sentir y los problemas concretos que nos
atraviesan a todos. Poner en primer plano lo que une (problemas y
búsquedas), no lo que separa (identidades). Inventar nuevos saberes,
haceres y decires, no limitarse simplemente a replicar o repetir los ya
existentes.
Sólo pasan cosas cuando
nos movemos de nuestro lugar, cuando abrimos lugares donde encontrarnos
con otros que no son como nosotros. En los espacios “puros” todo está
claro y somos todos “de los nuestros”, pero es muy difícil que algo
ocurra. Nos confirmamos unos a otros. La política tiene que ver con
cierta “incomodidad”, con no saber a ciencia cierta a quién tienes al
lado. Esa fue la potencia de las plazas. Pudimos encontrarnos y
mezclarnos porque suspendimos las identidades previas, entre las que
sólo hubiera habido choque o suma instrumental pero no encuentro, y nos
reunimos en tanto que “indignados”, “personas”, “99%” o simplemente
“15-M”. Porque construimos no un bando ni un bloque, ni siquiera como
suma de muchos pequeños bandos o bloques, sino un espacio de cualquiera.
3- Blancas mueven, negras responden: acción-represión-acción
Las escenas de represión y brutalidad policial se repiten: cabalgata indignada, concentración en favor del pueblo sirio en lucha, #yonopago, protestas contra la reforma laboral,
etc. Está claro que se ha decidido el endurecimiento policial de la
calle. Uno pasa por Sol una tarde cualquiera y se topa con un despliegue
intimidatorio de furgones centelleantes y policías en alerta. Se
gobierna desde la angustia y la paranoia constante, con pavor al rumor
de fondo del clima.
En una asamblea reciente
se dieron datos alarmantes: las cifras de detenidos, multados o
identificados por la policía en torno al 15-M es altísima. Y estamos
hablando de un movimiento exquisitamente no violento, conflictivo pero
no violento. La gestión de la crisis es una estafa sangrante, un saqueo y
un expolio de la riqueza común, pero el espacio para el disenso
político real es raquítico. Los cuestionamientos que salgan del
bar al espacio público se tratan como un simple problema de orden
público, una cuestión policial. Poniéndome grave por un momento, creo
que este es un hecho muy serio que debiera preocupar profundamente a
cualquier persona que conserve un atisbo de aprecio por lo que significa
la palabra “democracia”.
¿Qué nos propone (a
empujones) el tablero aquí? Adoptar la lógica acción-represión-acción.
Dejar de hablar de hipotecas, bancos y representación política, porque
ya sólo podemos recaudar dinero para pagar las multas y acompañar a los
amigos y compañeros heridos o detenidos. Entrar en la espiral “guerrera”
que sólo los más militantes pueden/quieren sostener y vacía los
espacios políticos del 99%. Convertirnos en víctimas impotentes, llenas
de rabia reactiva y resentimiento, sin ninguna capacidad de iniciativa.
Reducirnos a un gueto, asimilarnos al estereotipo “antisistema”.
¿Cómo escapar? Una amiga
me cuenta que “en buceo enseñan una maniobra para cuando uno se ve
inmerso en una corriente. El movimiento que salva la vida es
contraintuitivo: en vez de recuperar la tendencia en dirección opuesta a
la corriente, hay que salir formando un ángulo agudo con su dirección
aunque suponga un distanciamiento considerable del barco”. Ese ángulo agudo
son todas las acciones que nos permitan seguir llevando la iniciativa y
decidiendo los espacios-tiempos del conflicto, las que acogen y cuidan
la pluralidad que somos, las que hacen palanca en la imprevisibilidad y
la capacidad de sorpresa que rompe las divisiones entre buenos y malos,
las que mantienen el contacto empático con “la parte quieta del
movimiento”, las que nos alejan de la policía y nos acercan a la gente.
Coda
“Siempre hay dos bandos y ahora tienes que elegir”:
ese es el estribillo del tablero. La acción política, por su lado, no
pasa por tomar partido entre posiciones dadas, sino por cambiar el mapa
de lo posible. Crea un tercer término que no se mantiene a
salvo o equidistante, sino que desbarata y confunde la lógica de bandos,
abriendo un espacio incluyente y de cualquiera, produciendo nueva
realidad. Blancas mueven, pero nadie responde, nadie confunde y desborda.
En definitiva, no asumir el tablero de ajedrez como escenario significa:
-No perder el centro de
gravedad: nosotros mismos. No somos lo contrario de nuestro enemigo.
Autonomía del discurso y de la acción.
-No perder la capacidad de interpelación al 99%. No somos un bando contra otro, sino un espacio de cualquiera, común.
Qué difícil va a ser pero qué necesario, aprender a bucear."
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