¿El mundo entero entenderá algún día la vergüenza y
la humillación?
¿EI mundo verá algún día los sufrimientos...
Sufrimientos
de los que
rechazan que sus hijos tengan hambre,
que sean condenados a vivir en la miseria?
¿El mundo se abrirá algún día a la lucha infernal,
lucha infernal
de todo hombre, toda mujer en extrema miseria,
lucha
infernal minada por la andanza, la falta de dinero,
minada por el hambre y el frío,
minada por viviendas miserables?
¿El mundo podrá creer algún día,
creer en el amor de esos padres por sus hijos?
¿Podrá por fin reconocer ese amor
en los gestos de estas familias desgarradas,
que no cesan de querer existir?
Gestos de valentía de padres y
madres por sus hijos,
con la esperanza que vive en
el fondo de ellos mismos,
la esperanza que les da la fuerza de
luchar,
la fuerza
de sobrevivir.
Gestos de vergüenza y de humillación,
porque ellos no soportan
no poder dar lo mejor de ellos mismos,
porque son demasiado justos y demasiado orgullosos
para soportar hacerle vivir la miseria a los suyos.
¿El mundo oirá, verá un día?
Los niños, aprenden el rechazo diario
de la fatalidad de la miseria.
Ellos aprenden las razones de las lágrimas,
las razones de los gritos...
Aprenden el amor de sus padres
que da la fuerza para continuar,
que dice que no hay que aflojar.
Lucha diaria por la supervivencia,
lucha diaria por la vida:
niños que hay que alimentar, niños que hay que vestir,
niños que hay que hacer crecer.
Dejarse explotar, hacer horas de limpieza,
dejarse arrinconar para dejar a sus hijos mendigar,
dejarlos trabajar demasiado temprano.
Vivir de lo que los demás dan,
vivir de lo que ellos ya no usan.
Pagar a precio de lágrimas el
hambre de sus hijos,
pagar a precio de su pena la vida
de sus hijos.
Humillados, pero conservando su
orgullo,
Fatigados, pero llevando su fatiga,
ellos viven y su vida es un grito a la humanidad.
En el corazón de la vida donde todo parece miseria,
donde todo está desfigurado,
todo es signo de un mundo que
se busca.
La vergüenza es el signo de un mundo olvidado,
la miseria es una herida
en un mundo que ya no sabe amar.
El mundo...
¿No se las arregla él para no encontrarse con la miseria?
¿Y aún cuando la encuentra, sabe hablarle?
La miseria, hay que desenterrarla,
hay que ir a buscarla allí dónde está:
en los pobres, los enfermos, los presos,
los torturados, los atropellados, los explotados.
Son ellos quienes van a enseñarnos a amar.
Se ignora sin embargo a estos padres a través del mundo,
estas madres que pueden pasarse muchos días sin comer,
y sin embargo ellas alimentan a sus hijos hambrientos.
Se ignora a aquellos que jamás han tenido sobre su cuerpo
otra ropa que ropa regalada.
¿Sabemos qué es lo que significa:
no haber escogido nunca la ropa que debe ponerse?
"Yo vendo hasta mis enseres para alimentar a mi familia,
e incluso, cuando éramos desgraciados,
yo rebuscaba en las basuras..."
Complacer al hijo con lo poco que se tiene,
esconder la vergüenza del marido que no puede trabajar.
¿Huir de la familia, de los hijos,
porque ya no se soporta más el no poder ser padre?
Humildes gestos de los pobres que
ignoramos...
Retomar la valentía perdida la víspera,
reconstruir a toda costa la familia
allí donde cualquier otro desde hace tiempo
hubiera bajado los brazos...
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