jueves, 31 de marzo de 2016

El trabajo a través de ojos de mujeres

 Una entrada aparecida hace ya tiempo en Una antropóloga en la luna que permite asomarse a algunas revisiones del mundo del trabajo y los cuidados desde una perspectiva feminista. Muy interesante.

La economía de las brujas: la economía del cuidado.

"La cadena de montaje empieza en la cocina, en el lavabo, en nuestros cuerpos." Silvia Federici, historiadora.

"La economía ya no es producir valor ni satisfacer necesidades. Economía es dinero y dinero es economía, no hay más." Amaia Perez Orozco, economista.

"Un Estado de bienestar que crea un modelo económico que ignora las dinámicas naturales y la equidad entre personas es engañoso." Yayo Herrero, antropóloga y educadora.

 

 

 Amaia Perez Orozco, economista.


"La economía, tal como la conocemos hoy, es una construcción social y no algo que haya existido siempre.

En lengua cañarí (Ecuador) las ideas de trabajo asalariado, por cuenta propia, empleo, etc. no existían. Las distintas formas de trabajo reconocidas eran: 
LLAMCAY, trabajo; 
MINCA, trabajo comunitario; 
AINI, trabajo colectivo familiar; 
RANTINPAC, trabajo solidario, de ayuda mutua; 
MITA, trabajo obligado, forzado por los españoles / por turnos en el incaico; y MAQUIMAÑACHII, trabajo de colaboración mutua, que se devuelve. 
No se encuentra traducción para palabras que hoy utilizamos diariamente como sueldo, salario, riqueza, oferta, privado, acumular, individuo, empleo. La palabra economía fue introduciéndose con la llegada de los españoles como MISA CANA (MISA mezquino, tacaño / CANA hacer el oficio ‐ futuro). 
“Tal vez por el proceso indiscriminado de la colonia, los indios vieron a la economía colonizadora como un sistema egoísta con el futuro” (Escobar, 2008).
Este es un primer motivo para preguntarnos qué es la economía. Nuestra forma de entender la economía surge en el siglo XVIII con la Revolución Industrial y el capitalismo, con los autores de lo que llamamos economía política clásica (Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, Karl Marx…). Y hay, al menos, un segundo motivo: la profunda molestia que sentimos las mujeres cuando se dice que hemos estado durante largos años inactivas. ¿Inactivas cómo?, ¿sin hacer nada?, ¿dependiendo de que otros nos dieran de comer?, ¿de brazos cruzados?
La economía ya no es producir valor ni satisfacer necesidades, sino que lo económico viene definido por los movimientos de dinero. Economía es dinero y dinero es economía, no hay más. Y trabajo es el que se paga, no hay otro. La economía va dejando de ser social, y cada vez es más técnica.
La crisis de los cuidados es un problema socioeconómico de primer orden que sólo puede percibirse en toda su magnitud si dejamos de centrar la visión en los mercados y lo monetizado y la situamos la sostenibilidad de la vida; es decir, si buscamos comprender “las formas en que cada sociedad resuelve sus problemas de sostenimiento de la vida humana” (Carrasco, 2001a: 12). 
La economía no es reductible a los mercados, sino que economía es mantener la vida, sea o no a través de las esferas monetizadas.
Necesidad de cuidados implica que es ésta una necesidad de todas las personas en todos los momentos del ciclo vital. Hoy se contempla el daño o la necesidad de cuidado como un hecho individual. El cuidador o cuidadora que sólo cuida, el dependiente, que sólo recibe cuidados. No se concibe que todos en toda relación somos a la vez cuidadores y objeto de cuidados, curadores y objeto de cura.”

Yayo Herrero, antropóloga y educadora.


"Un Estado de bienestar que crea un modelo económico que ignora las dinámicas naturales y la equidad entre personas es engañoso. El aire limpio, los trabajos relacionados con los cuidados de la vida humana y la reproducción social, la propia renovación generacional de la mano de obra, el trabajo de la fotosíntesis que realizan las plantas, o los servicios del regulación del clima que realiza la Naturaleza, siendo imprescindibles para el mantenimiento la vida, no suman en ningún lugar.
La actual crisis civilizatoria es también una crisis de la forma en que se percibe y valora la riqueza. Uno de los ejes centrales de cambio es asumir que vivimos en un mundo con límites. Límites en cuanto a la naturaleza y en cuanto al propio cuerpo humano vulnerable y finito. Aceptar la existencia de ambos límites es imprescindible para la consecución de una vida digna para todas las personas compatible con la sostenibilidad del planeta. 
El mercado se nos presenta como protagonista de la actividad humana, aunque su aportación a nuestra supervivencia es mucho menor que la que tiene el trabajo asociado a la reproducción social y de la naturaleza. Para ejemplificar esta desproporción, tanto la economía feminista como la ecológica usan la metáfora del iceberg. Flotando en la superficie visible está el mercado. Debajo, haciéndolo flotar, con un tamaño mucho mayor, el trabajo oculto de los hogares y la aportación de los ciclos naturales. 

Según Vandana Shiva, las sociedades humanas se mueven dentro del funcionamiento de tres esferas económicas: la economía de la naturaleza, la economía de la supervivencia y la economía de mercado. Ésta última ha crecido exponencialmente a costa de las otras dos, que no han hecho más que disminuir y deteriorarse. El problema es que ellas son la base de la última, pues conforman la economía de la vida."

Silvia Federici, historiadora.

"Nosotros decimos que la cadena de montaje empieza en la cocina, en el lavabo, en nuestros cuerpos. El capitalismo ha entendido esto, puesto que es el sistema de explotación que más que cualquier otro ha enfatizado la importancia del trabajo. Así que tiene muy claro que las mujeres son el sujeto productivo más importante, pero para mantener esta producción de la forma más barata posible, este trabajo se ha hecho invisible

La expulsión del campesinado de sus tierras, el proceso de colonización, el comienzo del tráfico de esclavos y la caza de brujas: todos estos fenómenos están conectados, y son parte de la acumulación capitalista, de la acumulación de la clase trabajadora, de la acumulación de fuerza de trabajo. 
En muchas sociedades, antes de los procesos de colonización, los hombres y las mujeres tenían tareas diferentes, y existía una división de las tareas. De este modo, las mujeres no dependían de los hombres, tenían acceso a sus propias cosechas y las utilizaban para auto subsistir si era necesario. Así que el hecho de hacer tareas diferentes no implica automáticamente grados de poder diferentes: la cuestión es qué valores están asociados a estas diferencias. Tal como yo lo veo, las diferencias no son el problema, el problema es la jerarquía. La jerarquía hace que las diferencias se vuelvan una fuente de discriminación, de devaluación y de subordinación.
Para nosotras, la idea de que el trabajo doméstico institucionaliza a la mujer en casa no era válida: es la falta de dinero, de autonomía, la que la mantiene encerrada en casa. Bajo el capitalismo, muchas de las diferencias que promueven las discriminaciones han sido organizadas a través del salario. El salario ha sido el instrumento con el cual se han construido las jerarquías. 
Quise estudiar la historia para tratar de comprenderlo, empezando por el siglo XIX y después más atrás, donde me encontré con la caza de brujas. La caza de brujas también constituye un intento feroz de destruir el poder que habían ejercido las mujeres sobre su capacidad reproductiva, que resulta demonizado.  
Sí, creo que sigue teniendo lugar una caza de brujas. En EE UU, durante los últimos 20 años, las políticas implementadas por los Estados constituyen un ataque económico muy directo sobre las mujeres. 
Todos estos recortes en sanidad y ámbitos reproductivos, como el cuidado de los niños y ancianos, tienen un fuerte impacto sobre las mujeres. Esta situación demanda mucho más trabajo no pagado que ahora las mujeres tienen que hacer. Al mismo tiempo, ha crecido toda una campaña ideológica que pretende controlar la vida de las mujeres, su sexualidad, su cuerpo, un esfuerzo mayor por controlar la capacidad reproductiva de las mujeres. En varios Estados se criminaliza a las mujeres si pueden “probar” que estando embarazadas han puesto en riesgo la vida del feto que están gestando. Y desde luego la cuestión del aborto es muy importante.
Tengo una amiga que volvió de Ghana hace poco y me explicó que, por la noche, en la televisión, hacen unos programas donde te enseñan cómo reconocer a una bruja. Hay un documental muy interesante que salió el año pasado, llamado The Witches of Gambaga, que habla sobre los campos de brujas que hay al norte de Ghana, donde viven mujeres que han tenido que dejar sus pueblos e ir a vivir allí, acusadas de ser brujas, porque sino las hubieran matado. Estos campos están financiados por el gobierno, y cuando han pasado unos años, en algunos casos, las dejan volver a sus pueblos, pero a otras muchas las matan. Pero no sólo es Ghana, es también Tanzania, Kenya; también en la India se mata a muchas mujeres acusadas de brujería."

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