La economía de las brujas: la economía del cuidado.
"La cadena de montaje empieza en la cocina, en el
lavabo, en nuestros cuerpos." Silvia Federici, historiadora.
"La economía ya no es producir valor ni satisfacer necesidades. Economía es dinero y dinero es economía, no hay más." Amaia Perez Orozco, economista.
"Un Estado de bienestar que crea un modelo económico que ignora las dinámicas naturales y la equidad entre personas es engañoso." Yayo Herrero, antropóloga y educadora.
Amaia Perez Orozco, economista.
"La
economía, tal como la conocemos hoy,
es una construcción social y no algo que haya existido siempre.
En lengua cañarí (Ecuador) las ideas de trabajo asalariado, por cuenta propia, empleo, etc. no existían. Las distintas formas de trabajo reconocidas eran:
LLAMCAY, trabajo;
MINCA, trabajo comunitario;
AINI, trabajo
colectivo familiar;
RANTINPAC, trabajo solidario, de ayuda mutua;
MITA,
trabajo obligado, forzado por los españoles / por turnos en el incaico; y
MAQUIMAÑACHII, trabajo de colaboración mutua, que se devuelve.
No se encuentra traducción para
palabras que hoy utilizamos diariamente como sueldo, salario, riqueza, oferta, privado, acumular, individuo, empleo. La
palabra economía fue introduciéndose con la llegada de los españoles
como MISA CANA (MISA mezquino, tacaño / CANA hacer el oficio ‐ futuro).
“Tal vez por
el proceso indiscriminado de la colonia, los indios vieron a
la economía colonizadora como un sistema egoísta con el futuro”
(Escobar, 2008).
Este es un primer motivo para preguntarnos
qué es la economía. Nuestra forma de entender la economía surge en el
siglo XVIII con la Revolución Industrial y el capitalismo, con los
autores de lo que llamamos economía política clásica (Adam Smith, David
Ricardo, John Stuart Mill, Karl Marx…). Y hay, al menos, un segundo
motivo: la profunda molestia que sentimos las
mujeres cuando se dice que hemos estado durante largos años inactivas.
¿Inactivas cómo?, ¿sin hacer nada?, ¿dependiendo de que otros nos dieran de comer?, ¿de brazos cruzados?
La economía ya no es producir valor ni satisfacer necesidades, sino que
lo económico viene definido por los
movimientos de dinero. Economía es dinero y dinero es economía, no hay más. Y trabajo es
el que se paga, no hay otro. La economía va dejando de ser social, y cada vez es más técnica.
La
crisis de los cuidados es un problema socioeconómico de primer
orden que sólo puede
percibirse en toda su magnitud si dejamos de centrar la visión en los
mercados y lo monetizado y la situamos la sostenibilidad de la vida; es decir, si buscamos comprender
“las formas en que cada sociedad resuelve sus problemas de sostenimiento
de la vida humana” (Carrasco, 2001a: 12).
La economía no es
reductible a los mercados, sino que economía es mantener la vida, sea o
no a través de las esferas monetizadas.
Necesidad de cuidados implica que es ésta una necesidad de todas las personas en todos los momentos del ciclo vital. Hoy se
contempla el daño o la necesidad de cuidado como un hecho individual.
El cuidador o cuidadora que sólo cuida, el dependiente, que sólo recibe
cuidados. No se concibe que todos en toda relación somos a la vez
cuidadores y objeto de cuidados, curadores y objeto de cura.”
Yayo Herrero, antropóloga y educadora.
"Un Estado de bienestar que crea un
modelo económico que ignora las dinámicas naturales y la equidad entre
personas es engañoso. El aire limpio, los trabajos relacionados con los
cuidados de la vida
humana y la reproducción social, la propia renovación generacional de la
mano de obra, el trabajo de la fotosíntesis que realizan las plantas, o
los servicios del regulación del clima que realiza la Naturaleza,
siendo imprescindibles para el mantenimiento la vida, no suman en ningún
lugar.
La actual crisis civilizatoria es también una crisis de la forma en que
se percibe y valora la riqueza. Uno de los ejes centrales de cambio es asumir que vivimos en un mundo con límites.
Límites en cuanto a la naturaleza y en cuanto al propio cuerpo humano
vulnerable y finito. Aceptar la existencia de ambos límites es
imprescindible para la consecución de una vida digna para todas las
personas compatible con la sostenibilidad del planeta.
El mercado se nos presenta como protagonista de la actividad humana,
aunque su aportación a nuestra supervivencia es mucho menor que la que
tiene el trabajo asociado a la reproducción social y de la naturaleza. Para ejemplificar esta desproporción, tanto la economía feminista como
la ecológica usan la metáfora del iceberg. Flotando en la superficie
visible está el mercado. Debajo, haciéndolo flotar, con un tamaño mucho
mayor, el trabajo oculto de los hogares y la aportación de los ciclos
naturales.
Según Vandana Shiva, las sociedades humanas se mueven dentro del funcionamiento de tres esferas económicas: la economía de la naturaleza, la economía de la supervivencia y la economía de mercado. Ésta última ha crecido exponencialmente a costa de las otras dos, que no han hecho más que disminuir y deteriorarse. El problema es que ellas son la base de la última, pues conforman la economía de la vida."
Silvia Federici, historiadora.
"Nosotros decimos que la cadena de montaje empieza en la cocina, en el
lavabo, en nuestros cuerpos. El capitalismo ha entendido esto, puesto
que es el sistema de explotación que más que cualquier otro ha
enfatizado la importancia del trabajo. Así que tiene muy claro que las
mujeres son el sujeto productivo más importante, pero para mantener esta
producción de la forma más barata posible, este trabajo se ha hecho
invisible.
La expulsión del
campesinado de sus tierras, el proceso de colonización, el comienzo del
tráfico de esclavos y la caza de brujas: todos estos
fenómenos están conectados, y son parte de la acumulación
capitalista, de la acumulación de la clase trabajadora, de la
acumulación de fuerza de trabajo.
En muchas sociedades, antes de los procesos de colonización, los hombres
y las mujeres tenían tareas diferentes, y existía una división de las
tareas. De este modo, las mujeres no dependían de los hombres, tenían
acceso a sus propias cosechas y las utilizaban para auto subsistir si
era necesario. Así que el hecho de hacer tareas diferentes no implica
automáticamente grados de poder diferentes: la cuestión es qué valores
están asociados a estas diferencias. Tal como yo lo veo, las diferencias no son el problema, el problema es
la jerarquía. La jerarquía hace que las diferencias se vuelvan una
fuente de discriminación, de devaluación y de subordinación.
Para nosotras, la idea de que el trabajo doméstico institucionaliza a la
mujer en casa no era válida: es la falta de dinero, de autonomía, la
que la mantiene encerrada en casa. Bajo el capitalismo, muchas de las diferencias que promueven las
discriminaciones han sido organizadas a través del salario.
El salario ha sido el instrumento con el cual se han
construido las jerarquías.
Quise estudiar la historia para tratar de comprenderlo,
empezando por el siglo XIX y después más atrás, donde me encontré con la
caza de brujas. La caza de brujas también constituye un intento feroz de destruir el
poder que habían ejercido las mujeres sobre su capacidad reproductiva,
que resulta demonizado.
Todos estos recortes en sanidad y ámbitos reproductivos, como el cuidado de los niños y ancianos, tienen un fuerte impacto sobre las mujeres. Esta situación demanda mucho más trabajo no pagado que ahora las mujeres tienen que hacer. Al mismo tiempo, ha crecido toda una campaña ideológica que pretende controlar la vida de las mujeres, su sexualidad, su cuerpo, un esfuerzo mayor por controlar la capacidad reproductiva de las mujeres. En varios Estados se criminaliza a las mujeres si pueden “probar” que estando embarazadas han puesto en riesgo la vida del feto que están gestando. Y desde luego la cuestión del aborto es muy importante.
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