Dos años casi han pasado desde el último texto colgado en este espacio, que nació con vocación de compartir y enredar, y que perdió el sentido como tal ante la avalancha de inmediateces en la que me (nos) he(mos) visto arrastrado(s). Un rincón personal en el que recoger lo aprendido a hombros de pequeños y gigantas, en el que ensayar a tomar palabra y postura ante un público desconocido.
El silencio de este tiempo ha respondido así a no encontrar tiempo ni ganas, pero también a no querer aumentar el ruido y la prisa, tanto en lo individual como en lo colectivo. Un silencio que he tratado de utilizar para escuchar, leer y sentir otras voces y reflexiones.
Pero el ruido y la prisa van venciendo. Cada vez cuesta más parar, pensar, sentir más allá de la angustia inmediata del ahora constante. Cada vez más rápido. Cada vez más gritos...
Y pensaba hoy que quizás el silencio de estos días no se construya con ausencia de palabras, sino compartiendo una voz serena, recopilando las pequeñas historias que puedan servir de diques ante el torrente que nos empuja siempre más y más lejos, nombrando las violencias invisibilizadas que tantas y tantos sufren, silenciadas y ninguneadas, sumando para construir una memoria de paz compartida.
Construir memoria. Quizás eso es lo que realmente me empuja a retomar este espacio, ya no como altavoz, sino como habitación propia en la que ir rescatando retazos de vida. En estos últimos años en los que los adioses se han ido acumulando, la memoria compartida se ha convertido en refugio. Pero no un refugio de añoranzas del pasado, sino volcado al horizonte futuro, desde el cual poder retomar el paso cuando este se cansa.
Vivimos en tiempos turbulentos. Quien sabe qué es lo que nos deparará mañana, pasado, el otro... Quien sabe lo que vivirán nuestras hijas e hijos, angustia pensarlo. Por eso, cada mañana, cuando vuelva a ver levantarse de la cama a Sara y a Maia, quiero poder invitarlas a sentarnos juntas a compartir una palabra encarnada y un silencio esperanzado.
Pase lo que pase, seguimos en camino. Pase lo que pase, sembramos futuro.
1 comentario:
Bienvenido de nuevo. Cada vez son más necesarias las voces que inviten a la reflexión con el sosiego que requiere el pensamiento profundo.
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