jueves, 31 de marzo de 2022

En guerra

 "¿Dónde estarán los pobres?", se preguntaba uno de los responsables políticos de la Comunidad de Madrid hace unos días. Que lo que dicen los informes él no se lo cree. 

Igual que hace unos años, en 2017, un compañero suyo, responsable de Servicios Sociales en su momento, reconocía haber encontrado "ausencia de fraude" tras haber investigado a quienes percibían la Renta Mínima de Inserción (porque ya se sabe, a quienes perciben esta prestación que solo se da cuando no se tienen ingresos para poder subsistir hay que vigilarlos bien, que seguro que nos engañan). Con unos niveles de fraude mínimo y unas esperas de varios meses para acceder a una ayuda de subsistencia, ¿Qué decidieron hacer? No, no contrataron más técnicos para tramitar las solicitudes, sino más inspectores para revisar más expediente y comenzar una cascada de suspensiones irregulares del RMI a miles de familias, en procesos que les dejaban en indefensión jurídica, como señaló el Defensor del Pueblo. Una dinámica de acoso constante que continúa actualmente con las trabas burocráticas en el tránsito del cobro de la RMI al Ingreso Mínimo Vital. Así, no es extraño que el Relator de Extrema Pobreza y Derechos Humanos, en su informe sobre la pobreza en España de 2020, destacara el sistema de Rentas Mínimas de Madrid como ejemplo de mala praxis, señalando que "está estructurado intencionalmente para excluir a las personas o está extremadamente mal diseñado"

Tampoco quieren ver chabolas en Madrid, o al menos no las veían en 2015, cuando declararon el fin del chabolismo. Más bien lo que se acabaron fueron los intentos de desarrollar políticas en clave de integración (un proceso analizado en el informe "Realojando Derechos"), pasando a una fase en la que parece que por lo que se apuesta es por la "desintegración" literal de barrios como la Cañada Real, ya que se han hecho más esfuerzos por parte del gobierno regional en criminalizar a la población que vive allí que en garantizar su derecho al acceso a un bien básico como es la electricidad. Y en este esfuerzo por darle la vuelta a la tortilla, en vez de preocuparse en revertir la insuficiencia de políticas de vivienda social (agravada por la venta de vivienda pública realizada por el propio gobierno regional) frente a la gran cantidad de familias que no tienen acceso a un hogar digno, dedican su tiempo y energías a alimentar el miedo a la ocupación, escondiendo que gran parte de quienes recurren a esta opción de alojamiento lo hacen por no encontrar ninguna otra opción para no quedar en la calle y ver romperse su familia. 

Sí que quieren ver, sin embargo, a quienes vienen a España de "turismo sanitario": 50 personas en todo Madrid, según las últimas informaciones. Eso sí, esa búsqueda incansable de barreras para proteger nuestro sistema sanitario ha excluido del mismo a 27.000 personas, sin avisar a muchas de ellas de que se les había dejado fuera y las razones para ello, y con una lista de espera para poder volver a regularizar su situación sanitaria de hasta 6 meses. 

Y qué decir de la educación y la atención a la diversidad y a las niñxs con dificultades de diverso tipo. Quizás el mejor ejemplo del modelo con el que funciona el gobierno de la comunidad de Madrid sea el de la comida basura que se les dio a lxs peques con menos recursos económicos durante los meses de confinamiento del principio de la pandemia: cualquier cosa vale, no merecen mucho más, y siempre es mejor poner la vista en los beneficios empresariales que se pueden generar a su costa, más que en lo que a ellxs les pase. 

Está claro donde está su mirada. También lo que no quieren ver y, sobre todo, lo que no quieren que veamos. No quieren que veamos a quienes viven en pobreza, ni tampoco la manera en la que sus políticas de abandono y maltrato hacia esta población multiplican su precariedad y dificultades.

"Nos tratan como enemigos", decía uno de los participantes en la investigación "La miseria es violencia". Si, así es. Enemigos a los que se ataca de manera constante, privándoles de derechos, incluso de reconocimiento como personas, y generando campañas de desinformación continua que les señalan como culpables de su situación (desgraciadamente, las "fake news" acompañan a quienes viven en pobreza desde mucho antes de que se popularizara este término).

"Nos tratan como enemigos". Sí, así es. Algunos tratamos de luchar contra la pobreza. Otros, como el gobierno de la Comunidad de Madrid, están también en guerra. Pero en guerra contra los pobres. 



P.D. Hoy se anuncian ayudas millonarias en Madrid para situaciones de emergencia. ¿Servirán también para revertir las emergencias creadas por las políticas persecutorias de Renta Mínima? ¿Para las personas desahuciadas por la Agencia de Vivienda Social? ¿Para pagar gastos de calefacción o paneles solares en la Cañada Real con acceso bloqueado a la electricidad? ¿Para ayudar a pagar las medicinas o facturas médicas a quienes han sido expulsadas del sistema sanitario?

1 comentario:

Agua peluda. dijo...

Exactamente, así es. No sólo se criminaliza la pobreza, si no que al "pobre nacional" se le enfrenta con el "pobre extranjero". La vieja política de enfrentar al penúltimo con el último. Lo malo es que esas personas que destruyen, mienten, discriminan, etc (política, se llama) les votan las propias víctimas.