Otra aportación sacada de libro de Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria:"El naufragio del hombre", en relación al papel marginal de la antropología en nuestra sociedad actual, cuando al ser una ciencia que se encarga del estudio de lo humano debería ser tomada mucho más en serio.
"¿Qué se esconde o qué se anuncia tras la primacía de la Historia, de la Economía, de la Sociología respecto del papel subalterno y cada vez más patético de la Antropología, cada vez más obsesionada en recolectar costumbres en extinción y escuálidos complejos míticos perdidos en selvas y desiertos a su vez amenazados por la globalización? Es muy digno de reflexión el asunto de que la antropología, en lugar de ser, como aparentemente debiera corresponderle, la ciencia madre de todas las ciencias humanas (la historia, la sociología, la economía, la psicología, etc.) se haya ido acomodando, cada vez más, en ciertos rincones anecdóticos de la ciudad científica.
Lévi-Strauss solía decir que los antropólogos encontraban su objeto de estudio en el cubo de la basura de los historiadores y de los sociólogos. Parece que la antropología se ocupara de recolectar los residuos que las otras ciencias humanas van abandonando por el camino. Si el hombre es "eso que los antropólogos estudian", ni los historiadores necesitan pensar mucho en ei hombre para comprender la Historia, ni los sociólogos para comprender la Sociedad. La antropología, dice Lévi-Strauss, es la "ciencia residual por excelencia" y ya no se ocupa más que de residuos. Es lógico que sea así: mientras la historia estudia lo que cambia, la antropología se ocupa de un ser empeñado en repetirse, en permanecer, en estar quieto, en negar la historia, en hacer el vago y en charlar. La historia estudia acontecimientos. La antropología estudia cotilleos. La historia estudia documentos, la antropología los inaprensibles residuos de la transmisión oral. La historia busca la verdad, a la antropología le interesan las mentiras. La una quiere saber lo que ocurrió, la otra lo que se cuenta que ocurrió.
Y, sin embargo, por muy caducado que esté, por muy residual que sea, aunque sea el producto de muy poca cosa, de un puñado de insignificancias, el "hombre" sigue teniendo importancia, al menos para los que siguen siendo hombres. Y es lógico que, los que seguimos siendo hombres y mujeres (y no superhombres) tengamos mucho interés en preguntar a la antropología cuáles son los límites de "eso que deseamos salvar", cuál es el mínimum antropológico sin el cual la antropología se queda sin nada que estudiar y el ser humano sin ningún sitio en el que seguir siendo humano."
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