Después de unas semanas sin cogerla por las lluvias, nieves y demás, hoy he vuelto a coger mi pequeña Zippy (una bicicleta plegable que va a las mil maravillas) para lanzarme por las calles de Madrid persiguiendo mis tareas pendientes del día.
Y tengo que reconocer que me he metido una buena paliza, por distancia y por falta de costumbre últimamente. Pero al mismo tiempo he conseguido volver a conectar con aquello que me enamoró del moverme en bici: la sensación de reconquistar un espacio propio en la ciudad frente a tanto coche, la posibilidad de moverse en superficie y observar la vida urbana en distintos momentos del día, la comodidad y rapidez que, pese a lo que much@s creen, conlleva este medio de transporte, la activación que conlleva el ejercicio físico y el bienestar que produce... Y aunque algun@s no paran de hablar de que es peligroso, yo la verdad es que cada día me encuentro con una mayor sensación de seguridad y control mientras me muevo.
Pero sobre todo, lo que creo que más me gusta es que día a día me encuentro enfrentándome al camino de ida y vuelta, y me reafirmo capaz de llegar a donde me propongo, pese a las dificultades y cuestas... Y ese convencimiento práctico, real, que se pone a prueba cada día, va calando en mi interior... Y ahí lo guardo, con la esperanza de me impregne bien para darme fuerza y fe en mi mismo de cara a los demás retos cotidianos.
Este jueves, último de mes, de nuevo la Bici Crítica, a las 20:00 h en Cibeles. ¡¡Una buena manera de celebrar todo esto!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario