Aparecimos allí sin saber muy bien qué nos esperaba. El título del taller resultaba sugerente, invitando a aprender a hacer quesos y yogures. Y desde el principio nos vimos lanzados a la tarea por Juan Carlos, descubriendo sorprendidos cómo con no muchos utensilios y armados con una buena capacidad de espera es posible crear mil y un maravillas a partir de ese alimento tan fabuloso que es la leche.
La industria nos invade con múltiples productos que aperecen deslabazados unos de otros, y sin embargo son simplemente diferentes facetas de procesos muy similares, que cualquiera puede reproducir en sus casa. ¡Una gozada, y una buena apertura de ojos!
Ahora sólo queda lanzarse a experimentar, a crear nosotr@s mism@s. Un fin de semana muy productivo, si señor, y a la vez muy disfrutado, entre tan buena comida y el calor hogareño que se respira en esa casa tan especial. ¡Muchas gracias! Y lo mejor es que no sólo dan este curso, sino que hay muchos más: jabones, repostería, setas... ¡Habrá que seguir aprendiendo! Si a alguien le pica el gusanillo, que mire en El Espíritu del Bosque
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