Por acá dejo un texto de Tocqueville en su obra "De la democracia en América", para darle vueltas al tema de la libertad y la autonomía y sus posibles sobornos.
"Si imagino con qué nuevos rasgos podría el
despotismo implantarse en el mundo, veo una multitud de hombres
parecidos y sin privilegios que los distingan incesantemente girando en
busca de pequeños y vulgares placeres, con los que contentan su alma,
pero sin moverse de su sitio.
Cada uno de ellos, apartado de los demás, es ajeno
al destino de los otros; sus hijos y sus amigos acaban para él con toda
la especie humana; por lo que respecta a sus conciudadanos, están a su
lado y no los ve; los toca y no los siente; no existe más que como él
mismo y para él mismo, y si bien le queda aún una familia, se puede
decir al menos que ya no tiene patria.
Por encima se alza un poder inmenso y tutelar que se
encarga exclusivamente de que sean felices y de velar por su suerte. Es
absoluto, minucioso, regular, previsor y benigno. Se asemejaría a la
autoridad paterna si, como ella, tuviera por objeto preparar a los
hombres para la edad viril; pero, por el contrario, no persigue más
objeto que fijarlos irrevocablemente en la infancia; este poder quiere
que los ciudadanos gocen, con tal que no piensen sino en gozar. Se
esfuerza con gusto en hacerlos felices, pero en esa tarea quiere ser el
único agente y el juez exclusivo; provee medios a su seguridad, atiende y
resuelve sus necesidades, pone al alcance sus placeres, conduce sus
asuntos principales, dirige su industria, regula sus traspasos, divide
sus herencias, ¿no podría librarles por entero de la molestia de pensar y
del trabajo de vivir?
De este modo cada día se hace menos útil y más raro
el uso del libre albedrío; el poder circunscribe así la acción de la
voluntad a un espacio cada vez menor, y arrebata poco a poco a cada
ciudadano su propio uso. La igualdad ha preparado a los hombres para
todas estas cosas: para sufrirlas y con frecuencia hasta para mirarlas
como un beneficio.
Después de tomar de este modo uno tras otro a cada
individuo en sus poderosas manos y de moldearlo a su gusto, el soberano
extiende sus brazos sobre la sociedad entera; cubre su superficie con
una malla de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes, entre
las que ni los espíritus más originales ni las almas más vigorosas son
capaces de abrirse paso para emerger de la masa; no destruye las
voluntades, las ablanda, las doblega y las dirige; rara vez obliga a
obrar, se opone constantemente a que se obre; no mata, impide nacer; no
tiraniza, pero mortifica, reprime, enerva, apaga, embrutece y reduce al
cabo a toda nación a un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo
pastor es el gobierno.
Siempre he creído que esta clase de servidumbre,
reglamentada, benigna y apacible, cuyo cuadro acabo de ofrecer, podría
combinarse mejor de lo que se piensa comúnmente con algunas de las
formas exteriores de la libertad, y que no le sería imposible
establecerse junto a la misma soberanía del pueblo."
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