"En primer lugar, no son los mercados financieros, sino principalmente
los bancos, las compañías de seguros y los fondos especulativos
españoles (el eje de lo que se llamaba antes la burguesía financiera,
término abandonado en el lenguaje político-mediático actual por
considerarlo “anticuado”) los que poseen casi la mitad de la deuda
pública española. La mayoría de la otra mitad la poseen bancos,
compañías de seguros y fondos especulativos europeos, gran número de
ellos relacionados con los mismos fondos españoles. Sólo una mínima
parte la poseen entidades financieras extranjeras (es decir, de fuera de
la Unión Europea).
Los “mercados financieros” son, pues, básicamente nuestras
instituciones financieras (españolas y europeas). Utilizo el término
“nuestras” para indicar su identificación político territorial, pues de
nuestros –en el sentido de posesión por parte de la mayoría de la
población– tienen poco. Están controlados por un número pequeñísimo de
personas (los gerentes, gobernadores y accionistas), menos del 0,1% de
la población, que se benefician enormemente de que el Estado español
tenga que pagar hasta un 7% de interés para conseguir dinero prestado de
los bancos a los cuales el Estado debe pagar, dinero que procede de los
recortes de gasto público en pensiones, sanidad, educación, escuelas de
infancia, servicios domiciliarios a las personas con dependencia, entre
otros. Las clases populares de España, que son las más afectadas por
estos recortes, tienen que apretarse el cinturón para que el Estado
pueda pagar a nuestra burguesía financiera, a la cual, por cierto,
nuestro Estado ha ido reduciendo sus impuestos y ayudándola,
prestándoles millones y millones de euros para que no colapsaran el
sistema financiero como resultado de sus prácticas especulativas (y muy
en particular en el sector inmobiliario) al estallar la burbuja del
ladrillo que ellos crearon.
Pero, por si no fuera poco, tal burguesía financiera, tanto española
como europea, ha recibido una enorme cantidad de dinero del Banco
Central Europeo (BCE), que es una institución pública (sus dirigentes
son nombrados por los estados de la Eurozona, incluido el Gobierno
español), que está en la práctica controlado por nuestras (españolas y
europeas) instituciones financieras. El BCE imprime millones y millones
de euros y los da (bueno, dar, dar, es un decir, aunque los intereses
son ridículamente bajos) a los bancos, los cuales, con este dinero,
especulan y compran deuda pública a unos intereses desorbitados."
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