Aprovechando el tirón de la semana santa, algunos obispos se van de la lengua y se les termina viendo el plumero. Porque las declaraciones del obispo de Granada sobre que querer ser funcionario es una enfermedad social y criticando la cultura del subsidio y la falta de iniciativa que existe en nuestro país no pueden ser interpretadas como una crítica social para intentar que la gente tome conciencia de la realidad y se decida a cambiar de actitud. No, porque sería bastante incongruente viniendo de un alto representante de una institución altamente subsidiada por el Estado español, y que además se esfuerza en castigar a sus miembros más dinámicos y autónomos, cultivando la obediencia y la sumisión.
No, no van por ahí los tiros. En realidad, esto no es más que otro paso adelante en la campaña para tratar de conseguir aumentar el número de vocaciones sacerdotales, que tan en declive está en nuestro país. Claro, cuando tu primer mensaje es "No te prometo una gran sueldo, te prometo un trabajo fijo", lo siguiente es atacar a la competencia más directa, a es@s otr@s que se supone disfrutan de un trabajo fijo, l@s funcionari@s.
¿Qué será lo siguiente?
Permanezcan atentos a los púlpitos...
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