Arranca hoy el blog de Médico crítico con
una reflexión sobre la importancia de no confundir las palabras,
señalando la diferencia entre recortes (reducción en las prestaciones)
de desinversión (en gastos que se pueden evitar para así aumentar la
eficiencia del sistema). Porque, aunque el
mensaje de que "vivimos por encima de nuestras posibilidades" y que el
sistema sanitario es fuente de derroche no por repertirlo más veces deja
de ser mentira, sobre todo comparado con los supuestos "países modelo" europeos (lo que también se puede ampliar a los gastos sociales en general),
efectivamente hay mucho margen para utilizar de manera más eficaz el
dinero que se invierte en él. Varias reflexiones en este sentido merecen
ser tomadas en cuenta, como la de Juan Gervás y Mercedes Pérez, del equipo CESCA, o la del Instituto Catalán de Farmacología.Por no hablar de lo que supondría invertir en aspectos más influyentes en la salud de la gente, como son los determinantes sociales en salud, a través de políticas basadas en la comunidad y promoviendo los recursos de éstas, frente al actual modelo gerencial y clientelar.
Pero
no, el problema no son los recortes, ni el famoso copago-repago (con
sus innumerables sinónimos escapistas que tratan de esconder su
significado), que también ha sido ampliamente rebatido por la evidencia
disponible, que cuestiona su capacidad recaudatoria y se efecto para
disminuir la demanda (más que disminuirla la redistribuye, de manera que
quienes dejan de acudir a consultas preventivas o de control de sus
enfermedades crónicas terminan aumentando sus estancias hospitalarias y
el riesgo de fallecimiento). Un buen resumen en este sentido es el que
ofrecen en Sanidad Pública y Sostenible.
No,
en realidad todo esto no es más que un escalón más en el proceso de
privatización de los recursos comunes (la Sanidad es de los pocos
recursos universales y de acceso gratuito de que disponemos en nuestro
país). Y no hay que irse al ente abstracto de "el mercado" para buscar
la sed de quién se quiere saciar, sino simplemente ver las luchas que se dan a día de hoy por hacerse con un trozo del pastel (dado que ya está demostrado que éste está bien cargado de beneficios y conlleva pocos riesgos).
Y
es que al final no hay nada más efectivo para el negocio privado que la
huida hacia él de quienes tienen dinero y medios desde los sistemas
públicos, agitando los fantasmas de repago, la falta de fondos,
saturando las consultas e inflando las listas de espera al reducir los
recursos humanos y técnicos... Se acumulan así los motivos para escapar
de un sistema que de respuesta nada más que a quienes no tienen acceso a
otra alternativa. El viejo modelo de la "medicina para pobres, una
pobre medicina". Juan Gervás explica muy bien la importancia de un sistema equilibrado y realmente universal para asegurar su calidad.
Es
mucho lo que está en juego. Por eso es importante encarar la situación
de frente y explorar alternativas de lucha, como han hecho en Cataluña con la denuncia a la Sanitat Catalana por posible delito criminal. Por de pronto, nos podemos ver en las calles el próximo domingo 15 de abril, y a partir de ahí seguir avanzando (porque como nos quedemos simplemente en defender lo ya ganado... ¡cort@s nos quedaremos!).
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