De nuevo quiero compartir algunos extractos del libro "La potencia de los pobres", de Majid Rahnema y Jean Robert, que hacen una revisión muy interesante del tema del trabajo, sobre cómo surge el concepto moderno de trabajo asalariado a partir del estrangulamiento de las diferentes maneras de conseguir una subsistencia colectiva desarrolladas por quienes constituían el pueblo llano, los pobres, antes de que este término adquiriera los matices despectivos con que se usa ahora. Empecemos con un ejemplo de cómo era la vida y el trabajo en una comunidad antes de llegar el trabajo "como Dios manda", como diría aquel:
"En el pueblo de Voloklamsk, la media anual de jornadas de trabajo de un campesino tipo era de 132 días, un poco más de un tercio del año. Descubrió también que mayor era la capacidad potencial de producción de una familia, menor era el trabajo de sus miembros, y comprendió que todo grupo que producía a su máxima capacidad rompería el equilibrio entre las familias y la cohesión social. Al contrario, la economía industrial obliga al trabajador a producir lo más posible en un tiempo dado. Para los campesinos, tal orden sería mortal. Si quieren mantener la armonía entre ellos –y entre ellos y la naturaleza– no pueden más que realizar las tareas compatibles con los otros, situados en sus dimensiones –económicas, religiosas, sociales, naturales– que separamos en categorías distintas pero que ellos perciben holísticamente, como formando parte de un todo estrechamente interconectado. A partir de cierto umbral, ninguna ganancia de productividad es compatible con el mantenimiento de la armonía del grupo. Si estos “pobres” consagran más de la mitad de sus jornadas a actividades festivas, es porque para ellos la convivencialidad no es un ideal sino una condición de subsistencia. La lógica productiva afectaría a las relaciones interpersonales que son su riqueza. George Foster ha hecho observaciones convergentes en un pueblo mexicano. Cuando cada uno percibe que la cantidad de lo que es posible producir está limitada, quien obtenga mucho más que la parte común es sospechoso de haber perjudicado a los otros. Antes de que estalle un conflicto, la comunidad le ofrecerá la oportunidad de realizar gastos festivos que reestablecerán el equilibrio: bebidas, fuegos artificiales, músicos para la fiesta del pueblo, o una contribución a una obra comunitaria."
Este es un ejemplo singular, según los autores, ya que la pobreza era diversa según las épocas y lugares, pero siempre adaptada al medio a través de la red comunitaria.
"¿Cómo hemos pasado de esta multiplicidad de formas de pobreza al pobre objeto de explotación para los capitalistas y de socorro para los evergetas? (...) destruyendo los modos de producción –es decir de trabajo vernáculo– polivalentes y múltiples que, a lo largo de la historia, aseguran la subsistencia de los pobres.
(...)
Arrancado de su suelo, de sus costumbres y de sus deseos, tirado en el fango de la miseria, [el pobre] ya no es definido por lo que es o por lo que era, ni siquiera por lo que tiene, sino por una cifra: el umbral por encima del cual, en las nuevas condiciones de vida que le son impuestas, caería en la indigencia. Las políticas
sociales del nuevo orden consistirán en emancipar al trabajador de su cultura ancestral con el objetivo declarado de volver eficaz la amenaza de morir de hambre y de “cerrar con seguridad las puertas en las narices de los trabajadores que sobran, a partir de ahora recluidos en los confines del mercado del trabajo".
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