"Entre 1969 y 1973 la industria musical
seguía cada uno de sus pasos al milímetro. Combinó soul, rock, funk y
pop con una naturalidad sobrenatural…y cambió todos esos géneros para
siempre. Incluso la todopoderosa y monolítica Motown dejó que artistas como Stevie Wonder o Marvin Gaye
experimentasen con nuevos estilos únicamente porque Sly lo estaba
haciendo con éxito. Hubo un tiempo en que no sólo era uno de los
talentos más brillantes y productivos de la música popular, sino que su
fama estaba bien en consonancia: jugaba en la liga de los Beatles, de Jimi Hendrix, de James Brown.
Sus mejores canciones no envidiaban la obra de nadie. Sus arreglos eran
dignos de un genio. Era un visionario musical, un revolucionario. Lo
cambió todo.
Mostró que se podía elevar el pop más intrascendente de Doris Day con la solemne profundidad del gospel, como en su alucinante versión de Qué será, será.
Que se podía hacer funk sin tener que imitar a James Brown: de hecho,
buena parte del funk de los setenta sigue más los pasos de Sly que los
del propio Soul Brother nº1. Y que el funk podía tener forma de balada
sin dejar de ser funk (If you want me to stay). Incluso en una de sus canciones —bajo el enrevesado título Thank You (Fallettinme Be Mice Elf Agin)— apareció por primera vez algo tan importante como la técnica del “slap bass”, inventada por su entonces bajista Larry Graham:
técnica fundamental que empezaron a imitar miles de bajistas en todo el
mundo. Sly también fue el primer artista pop importante en publicar un
LP donde la percusión electrónica tenía un papel primordial: hablamos
del lejano 1971, una década antes de la explosión del techno."
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