Hace
15 años que decidí entrar en el voluntariado permanente. Me acuerdo
exactamente del momento: tras un Festival del Saber en el Pozo del Huevo
me despedía de Carmina, una madre de familia del barrio, compartiendo
mis planes de verano, viaje y descanso. Frente a éstos, ella me relataba
una vez más su cansancio y sus esfuerzos por salir adelante pese a las
muchas dificultades, sin interrupción posible: su vida precaria y
carente de seguridades básicas no permitía abrir un resquicio por el que
poder escapar aunque fuera para tomar aliento durante un tiempo y
volver con más fuerzas a la lucha cotidiana. Fue un momento clave para
mí, la oportunidad de constatar la gran diferencia que había entre los
dos: yo podía elegir dónde estar y por cuánto tiempo, abrir puertas para
entrar y salir, decidir cuando y donde implicarme y cuando necesitaba
desconectar; a ella la precariedad extrema la mantenía encerrada en una
realidad en la que nunca podía bajar los brazos ni dejar de luchar para
mantener la propia dignidad y la de los suyos.
Ese
día decidí que quería poner esa libertad mía al servicio de la lucha
contra la miseria. Aprovecharla para construir puertas y ventanas con
quienes viven encerrados por la extrema pobreza. Por ello decidí entrar
en el voluntariado permanente, como una apuesta por unir de manera clara mi vida a la de estas familias que iba conociendo y para aprender a su lado.
Desde
entonces han pasado muchos años, y en ellos muchas cosas. Durante
cuatro años confirmé que mi apuesta no había sido en balde, ya que fue
mucho lo que aprendí sobre la pobreza y la exclusión, fundamentalmente a
partir del conocimiento de quiénes la sufren, los militantes;
en el 2006 salí del voluntariado permanente para hacer la especialidad
de Medicina Familiar y Comunitaria, periodo en el que encontré a varios
profesionales comprometidos hasta la médula en una línea de trabajo que
salía de los límites habituales de lo sanitario ante la evidencia de que
la verdadera promoción de la salud tiene que abordar también los
determinantes sociales que influyen en ésta, como son la educación, el
trabajo, la capacidad de decidir, etc; y en el 2011 me reincorporé de
nuevo al equipo de voluntarios permanentes, para seguir avanzando en una
mayor comprensión de las claves de una lucha colectiva por los derechos
de todos y todas. Ahora
he vuelto a quitarme el cartel de voluntario permanente para “volver a
ponerme la bata”, aunque todavía no sé muy bien de qué manera concreta
será.
Durante
estos años he oído de manera repetida los mismos comentarios de unas y
otros sobre “dejar la medicina” y “dejar el voluntariado”, como si esta
trayectoria fuera una deriva dando tumbos de un lado a otro sin saber
muy bien a donde ir. Por eso quería escribir este mensaje, para poder
explicarme un poco mejor.
La
verdad es que estos mensajes me han resultado siempre chocantes, porque
nunca he tenido la sensación de “dejar” realmente nada, ya que las
decisiones que he ido tomando no han estado marcadas por la renuncia a
una responsabilidad o posición concreta, sino que, por el contrario, han
tratado de ser maneras de seguir siendo fiel a ese compromiso que asumí
hace 15 años de poner mi libertad, capacidades y posibilidades al
servicio de la construcción de un mundo en el que la extrema pobreza no
sea más que un mal recuerdo. En cada uno de los momentos esta voluntad
se ha concretado de maneras diferentes, pero sigue siendo el motor de mi
búsqueda actualmente.
Porque
si algo he podido confirmar en estas idas y venidas es que trabajar por
la salud de manera integral y colectiva y luchar contra la pobreza son
dinámicas que van tremendamente entrelazadas. Una de las personas que
más y mejor han trabajado sobre los factores determinantes en la salud,
Michael Marmot, explicaba en su libro "The status syndrome"
que las dos claves fundamentales del asunto, lo que condiciona a
aquella de manera más específica, son el control sobre la propia vida y
las posibilidades de participación social, de contacto, reconocimiento y
creación con otros. Vamos, justamente lo que moviliza nuestra acción y
compromiso en el Movimiento ATD Cuarto Mundo. No me quiero poner pesado
con el tema, pero para quien quiera profundizar algo más en el tema os
paso algunos enlaces:
Así,
mi salida del voluntariado no es una renuncia ni una escapada, ni un
querer tomar distancia. Me la planteo como un intento de explorar nuevas
vías de compromiso aprovechando de manera concreta lo que puedo ofrecer
a partir de mi formación y experiencia. Desde el principio de mi
compromiso como voluntario he oído muchas veces de parte de las
familias: “¿Por qué dejas la medicina? Necesitamos médicos como tú, que conozcan la realidad y con quienes se pueda hablar”.
Durante un tiempo tomé esto como una afirmación que partía de la
excesiva consideración que se tiene hacia los médicos, a los que en
muchas ocasiones creo que se nos da una mayor importancia de la que
tenemos en relación al cuidado de la salud. Pero creo que hay también
una llamada en este cuestionamiento a plantearme de qué manera
aprovechar las posibilidades de formación y el reconocimiento social que
ésta conlleva para ponerlo a disposición de quienes no han tenido esa
suerte. Es sobre todo desde ahí desde donde quiero explorar qué puedo
aportar al Movimiento desde el volver a ponerme la bata de médico.
Por
el momento, veo el curso que viene como de transición y búsqueda de
equilibrio, ya que por un lado necesito tiempo para revisar
posibilidades de concretar mi papel como profesional (de hecho quiero
que esto sea también en diálogo con el equipo de Madrid y España, al
menos), y por otro lado quiero seguir disponible para no abandonar
dinámicas en las que he participado hasta ahora dentro del Movimiento,
que por un lado me apasionan y por otro creo que es importante seguir
pero ya con una mayor determinación de ir compartiendo la
responsabilidad con otras personas.
Cuando
volví al voluntariado lo hice convencido de que era la mejor opción en
ese momento sobre todo para poder apoyar a tiempo completo en la
construcción del Movimiento, que en ese momento se hallaba en un momento
difícil. La verdad es que ha sido un tiempo bien intenso y rico el que
he podido vivir y compartir con otros miembros de ATD en estos años, y
poco a poco hemos ido generando una dinámica de compromiso y acción que
me parece que va por buen camino.
Antes de termianr, de nuevo quiero dejar claro que el que a partir de ahora no esté “en plantilla” del Movimiento ATD Cuarto Mundo no implica que me sienta menos parte del mismo. Sigo encontrando que es desde esta comunidad de compromiso desde donde quiero seguir luchando, aprendiendo y compartiendo vida. Por eso os pido que sigáis apoyando, quiénes ya los estáis haciendo, y que os planteeis hacerlo los demás, que nunca es tarde (de hecho sigue en marcha una bonita campaña que muchos/conoceréis, “100 + Contra la Pobreza” ¡Anímense!)
Bueno, no os doy más el tostón. Seguimos hablando, bien por escrito o en vivo y en directo, ¿de acuerdo?
Un abrazo fuerte a todos y a todas,
Dani
No hay comentarios:
Publicar un comentario