Hoy habrías cumplido 69 años. Ni más, ni menos. Y poco a poco el recuerdo de tu ausencia deja paso a la presencia de todas las semillas que sembraste en tu caminar, gérmenes de la vida que regalaste sin medida y que nos enseñaste a no apropiarnos.
Porque tu risa sigue haciendo eco en las que compartimos cuando nos festejamos junto@s, y tu generosidad continúa empujándonos a no cerrar las manos en estos tiempos en los que el miedo y la inseguridad podrían empujarnos a hacerlo.
Me resisto a mirar sólo hacia el pasado y aprisionarte en él. Me resisto porque en mi manera de querer aprender a cuidar a quiénes tengo cerca y lejos descubro la pasión de tu entrega y amor compartido; porque en mis dudas y búsquedas resuenan las cuestiones nunca resueltas que nos señalaste para aprender a caminar libre y solidariamente; porque en los tiempos negros y tristes sigue presente la necesidad de saber aceptar también la impotencia y el miedo, de no esconderlos, como primer paso para enfrentarlos... cuando haya fuerzas para ello.
Pero sobre todo te sigo sintiendo presente y viva en el torbellino de ilusión, alegría, pasión y esperanza en el que Sara y Maia nos envuelven día a día. En él me descubro actualizando continuamente todo lo aprendido a tu lado, sorprendido por el empuje y fuerza de su paso, como siempre me pasó contigo, abierto siempre a la maravilla. En este torbellino, volcado hacia el futuro, nos seguimos (y seguiremos) encontrando.
Llenos de vida.
Gracias, mamá.
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