“No ha
llegado la Paz, ha llegado la Victoria”. La obra maestra de Fernando Fernán
Gómez sobre la guerra civil, Las
bicicletas son para el verano, terminaba con esta frase que era también una
premonición de los sufrimientos que esperaban a los vencidos en la postguerra.
“Victoria”
es la palabra que más se repite ahora tras el comunicado de ETA anunciando el
cese definitivo de su actividad militar. “Victoria” de la democracia, del
estado de derecho, de la unidad de los demócratas, de la firmeza, de “los
cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado”, etc. Incluso los escasos
periodistas que uno lee con gusto cada mañana, como Isaac Rosa o Ignacio
Escolar, dejan de lado su mirada crítica y se incorporan al coro de la “Victoria”.
Es una
muestra de la extraordinaria fuerza del “consenso antiterrorista” instaurado
durante estos años, que la única voz significativa disonante haya sido la de
Amnistía Internacional, que no se ha sometido a ese relato único, en el que
sólo cuentan los atentados de ETA y las víctimas de ETA, todas ellas ensalzadas
por el hecho de serlo, hasta el punto que el diario Público encabeza el listado de víctimas de su contraportada con el
nombre de Melitón Manzanas, un torturador sádico, un esbirro de la dictadura,
por el que nadie decente derramó una lágrima cuando ETA lo mató en 1968.
Amnistía
Internacional denuncia los “abusos graves [cometidos por ETA] contra los
derechos humanos, entre ellos ataques directos e indiscriminados contra amplios
sectores de la población” pero a continuación se dirige al gobierno español y
le emplaza a que “garantice la rendición de cuentas por las violaciones de
derechos humanos cometidas por miembros de las fuerzas de seguridad y reforme
la legislación y las prácticas antiterroristas que han causado esas violaciones
o han contribuido a ellas”. Nadie bien informado puede ignorar que esas
“violaciones” han tenido un carácter sistemático y se han agudizado con la ley
de partidos, ese invento de Zapatero que inauguró sus servicios a la derecha
española, aunque en su momento pasara desapercibido. Y todo el que quiera
informarse de la situación de los presos de ETA puede hablar con sus familiares
y saber que, bajo la actual Dirección General de Prisiones, se les aplica un régimen
inspirado en el que Margaret Thatcher impuso a los presos del IRA (cuando lo
vemos reflejado en la formidable película Hunger
de Steve MacQueen todo el mundo se emociona… pero aquello está muy lejos y la
pantalla no es la vida): despertándolos cada dos horas, reduciendo al mínimo su
tiempo al aire libre y su higiene, cambiándoles constantemente de celda y de
cárcel, impidiendo que las familias les hagan llegar libros o comida,
obstaculizando al máximo el contacto con sus personas queridas…
La
sociedad española, y la mayoría de la izquierda española no han querido saber
nada de esta infamia. Y ahora como la infamia se ha mostrado eficaz, si hubiera
que justificarla abiertamente se la justificaría. En nombre de la
"Victoria".
Éste es
el relato oficial. Y hay que construir un relato alternativo. Es verdad que la
fiebre por el “relato” que ha llegado a la política desde el periodismo no es
una buena aproximación a la realidad: la narración obscurece normalmente la
información. Pero la historia moderna de este país está determinada por
“relatos” que enturbian el conocimiento de la realidad y la memoria: el relato
de la Transición, que sobrevive ahora en el relato de la "Victoria",
es la mejor prueba de ello. Hay pues que dar una batalla en los relatos. Y, tal
como la entiendo, es una batalla a contracorriente. Contra todas las
corrientes.
Porque
es verdad que la historia de ETA está llena de terror, crímenes y asesinatos.
Es verdad que ETA ha ido destruyendo sistemáticamente sucesivas posibilidades
de soluciones negociadas, en condiciones mucho más favorables que las actuales.
Es verdad que ETA ha destruido también oportunidades de fortalecer corrientes
de simpatía hacia la causa abertzale en sectores amplios de la izquierda
española: la destruyó en Hipercor, y con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, y
con la serie criminal de los coches bomba hasta el atentado de la T4.
Es
verdad que ha sido derrotada por el Estado, pero no por el Estado de Derecho,
sino por el aparato de coerción del Estado, con la impunidad garantizada por el
“consenso antiterrorista”. Derrotada sin paliativos, hasta en cuestiones
simbólicas: apenas unas horas después de la emisión del video con los tres
encapuchados, la policía informaba de sus nombres y su historial con todo lujo
de detalles, ridiculizando así el siniestro ritual de las capuchas.
Pero no
es verdad que ETA sea una banda de asesinos y criminales. Es una organización
político militar integrada por militantes independentistas vascos. Como lo fue
el IRA que ahora es reconocido en Gran Bretaña e internacionalmente como una
organización respetable y, por cierto, no especialmente “alternativa” en sus
objetivos, ni en su forma de hacer política. Si no se entienden los vínculos
ideológicos y políticos de ETA con un sector muy amplio del pueblo vasco, no se
entiende nada.
No se
entiende en toda su dimensión la derrota de ETA, porque como muy bien ha
señalado Petxo Idoyaga: “Frente a la imagen que a veces se ha diseñado
mediáticamente de una sociedad vasca ‘pasota’ sobre la confrontación o sobre
las víctimas de ETA, hay que decir que el caldo de cultivo para esta decisión
de ETA ha sido ese estado activo de la opinión pública vasca, que alcanza a
franjas importantes de todo el electorado del PNV, de la izquierda abertzale y
del socialista. Esta es la clave para comprender lo que ha ocurrido”. Ese
“estado activo” se ha ido oponiendo no sólo a los coches bomba y otras acciones
armadas; también a que muchos ciudadanos vascos, cualquiera que fuera su
ideología tuviera que vivir escoltado; también a la “socialización del dolor”
que intentó amargarles la vida a familiares de los adversarios… Ese amplio
rechazo social transversal ha acabado afectando a ETA, porque ETA es una
organización política, no una mafia.
Tampoco
se entenderá el previsible muy buen resultado que obtendrá Bildu el 20-N y que,
hay que decir ya que será una magnífica noticia por su significado simbólico,
más allá de lo que pueda pensarse o especularse sobre su futura dinámica
política. Y será un excelente noticia, no sólo para Euskadi: si queda alguna
posibilidad de reconstruir los puentes rotos entre la izquierda alternativa del
exterior de Euskadi y la izquierda abertzale, va a depender en mucho del
diálogo que pueda establecerse con los diputados de Bildu, si es que este
diálogo entra en sus planes políticos. Por cierto, y para que no quede ninguna
duda, esos puentes se rompieron por responsabilidad de ETA y sólo por su
responsabilidad. Ramón Fernández Durán escribió textos muy acertados sobre este
tema.
ETA ha
pesado como una losa, política y moralmente, sobre no diré toda, pero sí la
gran mayoría de la izquierda que ha tenido como seña de identidad, política y
sentimental, desde los tiempos de la lucha contra la dictadura, la solidaridad
con el pueblo vasco y el apoyo al derecho a la autodeterminación. Es verdad que
el comunicado de ayer significa quitarse esa losa de encima y es natural
sentirse aliviado, como saliendo de una grave enfermedad. Pero habrá que
levantar muchas otras losas antes de que llegue una paz que merezca ese nombre
y esas no las ha puesto ETA; se están colocando con el relato de la
"Victoria".
Y el
relato alternativo no es el del comunicado de ETA, que parece desconocer no
sólo su derrota, sino las bases para reconstruir condiciones necesarias de vida
en común de la ciudadanía vasca. Una vida en común que estará inmersa en
conflictos sociales y políticos muy duros, propios de la crisis capitalista,
bajo la violencia del mercado.
Será muy difícil que se pueda construir en ellos una
izquierda antagonista con la fuerza social y política necesaria para derrotar
al capitalismo. Hoy es muy difícil. Con ETA era imposible. A partir de aquí se
puede, o quizás podemos juntos, escribir otro relato.
Miguel Romero es editor de VIENTO
SUR
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2 comentarios:
http://www.lapaginadefinitiva.com/weblogs/popota/2011/10/24/el-relato/
Toma, Dani, para que veas que eso de "el relato" se puede ver desde otros puntos de vista :-).
Interesante, echaré un vistazo...
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