De cómo nunca gobiernan las izquierdas
En septiembre de 1936, el
Frente Popular francés
convoca una manifestación
en París en contra de
la política de no intervención en
España. No se cabe. Al final, se emiten
varios discursos antigubernamentales
ad hoc. Elmejor, es elmenos
ad hoc. Lo hace Léon Blum,
presidente del Gobierno y padre de
la no-intervención, que sin ser invitado
y con un par, se sube a la tribuna.
Y explica la razón de su decisión.
Llora, realiza un silencio y dice:
“No puedo hacer nada. Tengo
las manos atadas”. Blum, que en el
momento de ese discurso ya hamodulado
sensiblemente la realidad –
ha creado el Ministerio de Sanidad,
las vacaciones pagadas, la semana
de 40 horas y está a punto de socializar
el ferrocarril– va y llora porque
percibe la imposibilidad de modular
la realidad. Por primera vez –la
segunda y última, les espera al final
de este articulito; no se la pierdan–,
un político gubernamental de izquierdas
reconocía que el tramo de
iniciativa de un gobierno es estrecho.
La cosa, a su vez, tiene guasa,
si uno lomira con perspectiva.
Sobre la guasa y la perspectiva.
Ahora, alehop, seguimos en Francia.
Pero suena Bonney M. Es otra
perspectiva. Es 1981. El Partido
Socialista Francés gana unas elecciones
por KO. Trae un programa
duro. El llenapistas es la nacionalización
de la banca. Léon Blumva a
quedar como una nena. Sorprendente,
un año después, en 1982, el
Gobierno Mitterrand, ñaca, ya ha
abandonado definitivamente la ocurrencia
aquella de la banca. De todo
su programa de izquierdas, sólo
triunfa –y por todo lo alto– la creación
y reformulación de un Ministerio.
El de Cultura. ¿Qué es la cultura?
¿Qué tiene que ver la cultura
con el Estado? Y, ya puestos, ¿por
qué las izquierdas reclaman cultura
al Estado? Posiblemente porque ya
no reclaman nada más. La izquierda
como propuesta económica ha
desaparecido, zas, como un ninja.
Su discurso es ahora cultural. La izquierda,
que ahora no llora, es más
sentimental que nunca. Es un estado
de ánimo desde el que se realizan
políticas económicas no diferenciadas.
Verbigracia: ese mismo
año, en España, el PSOE gana por
goleada. En su programa ya no hay
nada que pueda indicar una nacionalización
de la banca. Pero aún así,
el PSOE se calienta y privatiza la
banca pública. Llorar, lo que se dice
llorar, sólo llora Lola Flores. Pero
por otra cosa. La pilla Hacienda. En
aquella época, se deduce, aún existía.
En ocasiones veo el IRPF. Hola.
Les saludo desde, otra vez, 1936.
Estamos en Aspen, EstadosUnidos.
Un sitio en el que el Who is Who estadounidense
tiene segunda residencia.
Uno de ellos es Franklin
Roosevelt, un lector de Keynes que
ha realizado un invento sensacional.
Ha reformulado los impuestos.
Cada uno paga según lo que gana.
En el tramomás alto, pagas 95 centavos
por cada dólar. Esa escala se
mantiene así hasta 1953, cuando
gana Eisenhower. Desde entonces,
va bajando. Hasta 1981, desde donde
les vuelvo a saludar. El mismo
año que Mitterrand gana y abandona
el discurso económico a favor de
un discurso cultural, en el que priman
‘palabros’ como democracia,
igualdad, libertad, chachi y piruli,
gana las elecciones Ronald Reagan,
un ultraderechista que aporta todas
esas palabras más otra, que hace
años que la izquierda no utiliza: revolución.
Nace una nueva derecha,
lo dicho, revolucionaria. Sus think
tanks han invertido 25 años y chorrocientos
millones de dólares en
crear ese nuevo lenguaje. Un lenguaje
anti-estatalista, incluso, snif,
libertario, de aparente defensa de la
libertad y del individuo frente al
Estado. Curiosamente, ese nuevo
lenguaje permite a la derecha volver
al Gobierno a hacer lo que la izquierda:
nada. Como Blum, Reagan no
gobierna. Pero no sólo no llora por
ello, sino que cobra por ello. En nombre
de la libertad, su Gobierno abandona
la sociedad a su suerte frente al
mercado. Este Gobierno que se declara
revolucionario –lo es; al contrario
que la izquierda, ha tocado decididamente
la economía; de hecho,
glups, acaba con el IRPF–, y con el
tiempo libre que se consigue al no
hacerse la picha un lío con elmercado:
a) hace negocios a través del
Estado –una disciplina en la que el
socialismo francés, español, y no te
digo el italiano, brillarán con luz propia
en breve–; y b) practica la ideología
–algo que la izquierda no hace
desde lustros–, fabricando políticas
con objetos tales como el patriotismo,
el creacionismo, el antiabortismo
y el la-culpa-es-de-ellas-que-sevisten-
como-putas.
Usted se encuentra aquí:Madrid,
España, 2011. Congreso. Debate de
la nación. Hace un año y pico que
Zapatero ha abandonado la socialdemocracia.
Enelmomentode abandonarla,
la socialdemocracia era un
discurso diferenciado de la derecha
por su carácter no revolucionario o
reivindicativo. El PP, por cierto, desde
la segunda legislatura de Aznar,
ha adquirido todo el pack del discurso
derechista estadounidense, y ahora
utiliza los palabros ‘libertad’ y ‘democracia’
hasta / sobre todo en misa.
La socialdemocracia, tal y como queda,
consiste en la promulgación de
leyes –como la de Dependencia–, que
no se realizan por falta de asignación
de partidas –para eso, son necesarios
ingresos del tipo IRPF–, y en la vertebración
de cierta y difusa ideología
cultural, que lleva a grandes realizaciones
–en la línea opuesta a las de
Blum– como la Ley Antitabaco, o la
creación de un Ministerio de
Igualdad, en la que se utiliza a tutiplén
el palabro ‘género’, un concepto
formulado en la Inglaterra victoriana
para no aludir al palabro ‘sexo’.
Interpelado por alguien, ZP realiza,
ahora y aquí, su momento Léon
Blum.No llora –desde Blum, aquí no
llora ni Dios–, pero en un ejercicio –
me temo– de inconsciencia, antes
que de responsabilidad, explica su
oficio.No tiene el mismo trabajo que
Blum, el llorica. Es, simplemente,
presidente de Gobierno. Explica que
sólo tiene dos herramientas para trabajar:
el IRPF y el impuesto de sociedades.
Pero que no las puede catar.
No dice “tengo las manos atadas”.
Posiblemente, no lo percibe.
Describe una normalidad.
Epílogo: Berlín, 1999. Oskar
Lafontaine convoca rueda de prensa.
Es ministro de Economía desde
hace un año. En la rueda de prensa
explica que, en ese año, ha tenido las
manos atadas. Que la política del
Partido Socialdemócrata de Alemania
y de la derecha no difieren.
Habla de la imposibilidad de políticas
de izquierda desde la avalancha
neoliberal iniciada en los ‘80.
Posteriormente analiza los logros
sociales de la izquierda en Alemania
y en Europa. Explica que siempre
han sido con la izquierda fuera del
Gobierno, movilizada, rampante, tocando
las narices. O, lo que es lo mismo,
que gobernar es de derechas.
Acto seguido, anuncia que abandona
el Gobierno. Y va y lo hace.
1 comentario:
Gracias por compartir un articulo tan claro y demoledor. A veces no nos atrevesmo a verbalizar lo que intuimos, y esta es un vibrante crónica de lo que muchos pensamos : que las politicas economicas de las izquierdas no se diferencian en nada de las de derechas.
Los hechos historicos acertados y lacerantes.
La ironia en el lenguaje coloquial es un acierto mas para comunicar.
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