Espectacular. No se puede decir otra cosa del concierto que esta noche ha ofrecido Chick Corea junto a Christian McBride, Brian Blade con el añadido final de Jorge Pardo y el Niño Josele. Una par de horas deliciosas en las que poder disfrutar del talento individual y compartido de estos artistas.
El Jazz tiene algo que lo hace propio, especial, que va más allá de la música, y que consiste en la propuesta tan especial que hace a l@s músic@s de estar y crear en un constante equilibrio individual y colectivo. Una buena explicación de esto es la que da Frank J. Barrett en su libro “Yes to the Mess: Surprising Leadership Lessons from Jazz”, en el que propone tomar el grupo de Jazz como modelo para otras organizaciones.
"El jazz se origina con un buen oído. El jazz es un ritmo que florece
con la improvisación, no tiene un claro mapa de ruta sobre cómo actuar
para coordinar a todos los participantes. La única ruta que tienen, en
realidad, es escuchar. Los músicos tienen que escucharse muy bien entre
sí, deben estar atentos no sólo a lo que está haciendo cada miembro de
la banda sino también a lo que nadie está haciendo o diciendo. Cuando
preguntaron al músico Miles Davis cómo improvisa, contestó que escucha
lo que todos están tocando y entonces toca lo que falta. De manera que
Davis tenía un oído tan generoso y sensible que podía oír fortalezas
cuando las debilidades brillaban. Podía oír también las posibilidades,
no la realidad. Y ésa es una gran diferencia.
Su capacidad de escuchar es generosa, una apertura no egoísta a lo que el otro está ofreciendo y una buena disposición para ayudar a los demás a ser todo lo brillantes de que son capaces. Ser generoso no es lo mismo que no ser crítico. En el jazz, como en cualquier otro esfuerzo, la gente se estanca en frases y modos. No todos tienen que sufrir hasta que el o la líder encuentren el camino correcto. Pero la escucha generosa significa ser muy consciente de hacia adónde va el otro y percibir las posibilidades futuras de ese otro. En esencia, escucha generosa significa que usted está dispuesto a convertirse en el socio que piensa de sus colegas inmediatos, ayudándolos a navegar a través de los obstáculos del terreno mientras encuentra uno mismo su propio camino hacia adelante.
En el jazz, la escucha generosa se expresa primero y principal en lo que se conoce como “acompañar”: el ritmo, los acordes y las contramelodías con que los otros ejecutantes acompañan un solo improvisado. Ese acompañamiento llega al alma misma de esta forma de arte.
¿Es posible que los miembros de una organización hagan lo mismo? ¿que acompañen el pensamiento de los demás para que esas ideas sean realizadas, como los intérpretes de jazz se acompañan entre sí para llevar la música a su máxima expresión? Es posible, pero hacerlo requiere abandonar los patrones automáticos. Los miembros de una organización deben hacerse lugar unos a otros, suspender los esfuerzos por manipular y controlar los resultados, abandonar inversiones en planes predeterminados y a menudo someterse a protocolos conocidos. Para poder acompañar hay que aceptar una invitación a la apertura y a las maravillas que se puedan presentar."
Su capacidad de escuchar es generosa, una apertura no egoísta a lo que el otro está ofreciendo y una buena disposición para ayudar a los demás a ser todo lo brillantes de que son capaces. Ser generoso no es lo mismo que no ser crítico. En el jazz, como en cualquier otro esfuerzo, la gente se estanca en frases y modos. No todos tienen que sufrir hasta que el o la líder encuentren el camino correcto. Pero la escucha generosa significa ser muy consciente de hacia adónde va el otro y percibir las posibilidades futuras de ese otro. En esencia, escucha generosa significa que usted está dispuesto a convertirse en el socio que piensa de sus colegas inmediatos, ayudándolos a navegar a través de los obstáculos del terreno mientras encuentra uno mismo su propio camino hacia adelante.
En el jazz, la escucha generosa se expresa primero y principal en lo que se conoce como “acompañar”: el ritmo, los acordes y las contramelodías con que los otros ejecutantes acompañan un solo improvisado. Ese acompañamiento llega al alma misma de esta forma de arte.
¿Es posible que los miembros de una organización hagan lo mismo? ¿que acompañen el pensamiento de los demás para que esas ideas sean realizadas, como los intérpretes de jazz se acompañan entre sí para llevar la música a su máxima expresión? Es posible, pero hacerlo requiere abandonar los patrones automáticos. Los miembros de una organización deben hacerse lugar unos a otros, suspender los esfuerzos por manipular y controlar los resultados, abandonar inversiones en planes predeterminados y a menudo someterse a protocolos conocidos. Para poder acompañar hay que aceptar una invitación a la apertura y a las maravillas que se puedan presentar."
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