Vuelve de nuevo el maldito sorteo, un año más, con su cantinela, con sus imágenes de brindis entre l@s afortunad@s "tapagujeros", con sus frases de consuelo entre quienes ni siqueran son "apedread@s".
En Madrid, cuando digamos que "al menos nos queda la salud", sentiremos cierto escalofrío al pensar que más nos vale mantenerla, dada la voluntad política de nuestros gobernantes de vender el sistema sanitario al mejor postor.
Cuando nos emplacemos a intentarlo de nuevo el año que viene, el temblor nos irá dominando, al no estar seguros de todo lo que podrá pasar en tantos días, en tantas semanas, dado el continuo proceso de expropiación y vulneración de derechos en el que estamos sumid@s.
Así seguirá siendo hasta que seamos capaces de romper esos décimos malditos que juguetean con nuestra esperanza evitando que ésta se vea comprometida en tareas más serías, como es precisamente la creación de un espacio social común en el que no haya que esperar milagros para tapar agujeros, sino simplemente pedir el apoyo del que tenemos al lado, y en el que no tengamos que pedir permiso ni pagar una cuota de acceso a nuestros derechos más básicos.
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