A pesar de este frío antiguo,
de los crueles vigías y sus leyes,
a pesar de este miedo que atenaza,
muchos volverán esta noche
a recorrer los campos con antorchas.
Indóciles, errantes, ateridos,
labrarán resplandores en lo oscuro,
fulgores que debieran persistir.
Saben qué les aguarda,
saben
que al fuego que sostienen y comparten
lo envolverá la oscuridad,
la húmeda sombra,
pero ellos -qué encendida travesía,
qué alta siembra de pasos decisivos-
proseguirán su paciente tarea,
su pródigo tránsito, su derrota:
hacer que una luz nueva alumbre el mundo,
prender el tiempo, fundar claridades.
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