Si uno revisa la historia del FMI y las supuestas soluciones que termina agrandando los problemas, resulta increible pensar en el papel preponderante que se le sigue dando a esta institución. Pero cuando se rastrean las responsabilidades políticas que existen detrás de la hambruna que se está sufriendo en el cuerno de África, invade la desesperanza.¿De verdad es posible salir de los mil y un atolladeros en los que el egoísmo y la ceguera de los que tienen poder para tomar las grandes decisiones nos encierran, especialmente a los más pobres?
No queda más que aferrarse a la esperanza que ilumina la ya famosa frase: "Muchas personas pequeñas, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas pueden cambiar al mundo"
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