O por lo menos ha desaparecido de casi todas las calles esa imagen de aquella manera de ganarse la vida, lustrando zapatos de la gente elegante a cambio de unas perrillas. Una imagen que mostraba de manera demasiado cruda la desigualdad existente entre las dos personas, el lugar que cada una ocupaba en la escala social.
Sin embargo, sigue habiendo muchas otras instantáneas que muestran que no hemos avanzado tanto como creemos para cerrar esa brecha que nos separa. Hoy me he tenido que enfrentar a una de ellas, mientras veía como tres trabajador@s inmigrantes de un negocio que, irónicamente, es llamado "autolavado", se dejaban las manos y las lumbares para dejar como una patena nuestro coche, por dentro y por fuera. De repente me he encontrado de pie, enfrente de ellos, esperando cual señorito de los de antaño a que terminaran su tarea, que no era otra que limpiar aquello que nosotr@s habíamos ensuciado.
No he podido evitar pensar que, efectivamente, tengo cosas más interesantes que hacer que limpiar el coche, "mi tiempo es oro". Pero seguro que ell@s también tienen decenas de ideas de cómo poder invertir mejor su tiempo y esfuerzo. La diferencia es que mi situación me permite encontrar espacios en los que desarrollarme profesionalmente y obtener un reconocimiento social y económico por ello, mientras que ell@s se ven obligad@s a realizar tareas que se invisibilizan y desprecian socialmente, a cambio de un sueldo que les permita sacar adelante a l@s suy@s.
Así funcionamos much@s, liberándonos de tareas que nos resultan pesadas y poco gratificantes (que en general tienen mucho que ver con temas de cuidado y responsabilidad cotidiana) para poder "desarrollarnos" y "crecer" como personas, como profesionales...Nos cuesta caer en la cuenta de que esta "liberación" y este "desarrollo" se construyen a costa de obligar a otros a asumir esas responsabilidades de las cuales escapamos, y así a nuestro alrededor aparecen limpiador@s, cuidador@s de niñ@s, ancian@s y enferm@s... Personas que a veces hacen ese trabajo a regañadientes y otras veces con verdadera vocación, y de las que podríamos aprender mucho si de verdad nos atreviéramos a situarlas al mismo nivel, intercambiando saberes, prácticas y oportunidades.
Porque es absolutamente limitadora esta manera de funcionar en la que a cada persona se la encierra en una función determinada, negando tantas capacidades y potencialidades. Sería realmente interesante buscar otras maneras de estar y construir junt@s, de manera que el que dos días a la semana cuida de un anciano, otros tres se pueda dedicar a tareas de diseño y expresión artística, y el que se gana la vida como sanitario pueda ponerse también el mono de trabajo y dedicar media jornada a la reforma o construcción de viviendas. Porque todas estas tareas son valiosas e imprescindibles, y como tales merecen ser reconocidas a todos los niveles.
Sí, suena utópico, pero... daría tanto contenido real a esos mitos que manejamos sobre el desarrollo y el crecimiento personal y comunitario, que me niego a que se quede en mero sueño.
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