Todo discurso político tiene un marco conceptual de referencia.
También el de la crisis. Montserrat Ribas ha observado que el relato que
se hace de la crisis está orientado a neutralizar cualquier resistencia
a las medidas que se aplican. “El relato hegemónico presenta la crisis
como una catástrofe natural, que ha ocurrido por una serie de fuerzas
que no podemos controlar y que tiene consecuencias graves para todos.
Como en las catástrofes, hay que resignarse, aceptar los sacrificios y
colaborar para salir de ella”.
Con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera
importante determinar cómo se reparten sus cargas. Una vez instaurado
este discurso, quienes cuestionan las políticas de ajuste y se resisten a
los sacrificios son malos ciudadanos, como sugirió Rajoy en Nueva York
al ensalzar “a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de prensa”, en referencia a las protestas de la plaza de Neptuno de Madrid.
Y aún hay un tercer relato posible: el de la crisis como “golpe de
Estado del capitalismo”. En este relato, la recesión es utilizada para
limitar la democracia e imponer un sistema autoritario que permita
someter a toda la población a los dictados del poder económico, en
beneficio de este.
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