Pocas veces me había encontrado con una presentación de un ensayo tan sugerente como la de "La potencia de los pobres", de Majid Rahnema y Jean Robert. No me ha dado tiempo para leer mucho más del libro, pero acá lo dejo por si alguien se anima a hacer una lectura compartida, junto con el prefacio tan "potente" en todos los sentidos...
"¿Dónde estaban los pobres durante todos estos cambios de “regímenes” y de juegos de “poder”? ¿Cómo se manifestaba su potencia , esa potencia de actuar que Spinoza denominaba potentia? ¿No ha sido a menudo contrariada, incluso aplastada por los nuevos pudientes y los hombres de poder? ¿Peor, no ha sido a su vez afectada por las ilusiones que acompañaban el progreso como su sombra y por su consecuencia, la triste servidumbre voluntaria, que habría siempre sido la fuente de los poderes de la famosa tríada del tirano, del cura y del esclavo?
Nos parece que el tiempo de pensar de otra manera ha llegado. Hay mucho que aprender de la ética de vida propia de los pobres, de lo que Gilles Deleuze llamó los devenires minoritarios. Es urgente repensar el lugar de estos devenires, de sus posibilidades de florecimiento y, a la luz de estas posibilidades a menudo negadas, buscar las causas profundas de las tragedias y aporías en las que nos hemos dejado encerrar.
Algunos autores que nos han inspirado consideran – y nuestra experiencia lo confirma – que cuando esos devenires minoritarios llegan a conciliar la fuerza natural de los deseos y la razón, llegan a ser parecidos a granos de polen capaces de diseminar su potencia y fecundar a otros que encuentran en el camino. Más que en las mayorías masificadas, nosotros ponemos nuestras esperanzas en estas multitudes de devenires minoritarios que, al decir de Deleuze, “son todo el mundo” y se enriquecen mutuamente en sus encuentros. Y, como él, nosotros ponemos nuestras esperanzas en los procesos, más que en las instituciones que se erigen como la liberación de los pobres, o en las campañas de ayuda a los pobres, o incluso en las revoluciones programadas por los revolucionarios profesionales.
Deleuze escribía: “Estos procesos operan en “multiplicidades” concretas, es la multiplicidad el verdadero elemento donde algo sucede. Son las multiplicidades las que pueblan el campo de inmanencia, un poco como las tribus pueblan el desierto sin que éste deje de ser un desierto”. Y, en estas multiplicidades concretas, “los procesos son los devenires, y éstos no se juzgan según el resultado que los termine, sino según la calidad de sus recorridos y la potencia de su continuación.”
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No puede existir, para nosotros, una “receta general” para “ayudar a los pobres”. El respeto a los pobres y a su potencia nos impone más bien, como a Spinoza, el “pulir nuestros lentes” sin cesar, para ver mejor, en todas partes y en cualquier momento, lo que puede permitir a los devenires minoritarios y revolucionarios comprender las relaciones de fuerza presentes.
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La potencia de los pobres se expresa en los devenires “minoritarios” y “revolucionarios” que la encarnan, más que en las “soluciones” propuestas por los “expertos” de izquierda o de derecha que se proponen, ya sea “concientizarlos” en las ideologías de su elección, ya sea aplicarles una forma de
“ayuda” supuestamente necesaria para “superar su retraso” en relación a los ricos. En un mundo cada vez más opaco y peligroso, es importante escuchar y seguir esos devenires “minoritarios” en su combate cotidiano por un mundo digno de todos los humanos.
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El sistema dominante parece ser un “devorador de hombres”, retomando una expresión de André Glucksmann. Su supervivencia depende de los cientos de miles de devenires minoritarios que él devora, desvía y conduce hacia sus molinos. Los “problemas”, aporías y callejones sin salida engendrados por su funcionamiento pueden recibir “soluciones” aparentes de corta duración. Con cada una de ellas, la transformación de las multitudes de devenires minoritarios –de los cuales usted y nosotros formamos parte– en transgénicos programados para un crecimiento del PNB, avanzará un grado. Esta hybris , esta ambición y este orgullo desmesurados del sistema dominante no pueden más que tropezarse, a la larga, con verdaderos teoremas de imposibilidad que parecerán su némesis. Es importante cultivar la esperanza más allá de este parón al orgullo y la desmesura, y que los granos de polen de vidas actualmente trampeadas debido a su integración sistémica se liberen y, con sus encuentros, restauren
la condición humana en el sentido de la proporción justa.
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Los pobres, que las sociedades de mercado han empujado a las diferentes formas modernas de la miseria, sobrepasan ya en número los cuatro mil millones de mujeres y hombres que viven con menos de dos dólares por día. Tratarlos como billetes de banco cada vez más devaluados para pedir a la economía que los revalorice, no hace más que agravar la miseria que amenaza a las dos categorías del proletariado – de penuria y deabundancia– que, según Jacques Ellul, componen la otra cara de la modernidad. Se tratamás bien de escucharlos, de abrirse a ellos, de comprender su lenguaje, de amarlos y confiar en su potencia de pobre, para que un día, quizás, los pueblos que vengan puedan finalmente redescubrir la feliz libertad de la pobreza elegida."
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