Pues sí, esta es la interesante propuesta que lanza David Harvey desde las páginas de su libro Espacios de esperanza, convertirnos en arquitectos insurgentes. Para ello es necesario vencer el pesimismo del "No hay alternativa" y volver a retomar el dinamismo de la utopía que se sueña posible y permite avanzar, lanzándonos así a dialogar con nuestra realidad en todas sus dimensiones para, desde ahí, atrevernos a diseñar otras maneras de ser y estar, otros espacios y tiempos sociales.
Porque una de las ideas más interesantes de este libro (y en general de la obra de este autor) es la apertura hacia la dimensión geográfica, hacia el espacio, como algo esencial en la configuración de lo que somos, y por tanto también de lo que soñamos ser. Así, es necesario entrelazar las propuestas de cambio que se extienden en el tiempo (como es el modelo marxista) con otra
s que nos muestran nuevos espacios y lugares.
Esa, según Harvey, es la tarea del "arquitecto insurgente", ese que se atreve a diseñar su propio destino, la de crear nuevos espacios utópicos enraizados en el lugar y en el tiempo en el que vive, señalando así vías que permitan escapar de este no-lugar cada vez más atosigante en el que nos encontramos.
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