martes, 14 de abril de 2015

Siempre Galeano

Es curiosa esta sensación de cierta orfandad que me sacude al recibir la noticia de la partida de Eduardo Galeano hacia ese horizonte que siempre marcha por delante. Y no tanto por sentir como parte importante de mi vida a alguien a quién no he visto nunca en persona, aunque me haya invitado a viajar, soñar y delirar en tantas y tantas ocasiones. Lo que más me sorprende descubrir es el convencimiento de que somos muchas las que nos sentimos hermanadas en esta orfandad que sentimos con su marcha. Y es que Galeano nos invitó, nos provocó a acercarnos, a mirarnos a los ojos, a abrazarnos, nos hizo reir, llorar y volar, nos empujó a sumergirnos y a compartir la vida con la seriedad que esta demanda. Ahí nos encontramos, ahí nos contagiamos, ahí nos prendimos unos fueguitos a otros.

Gracias, Eduardo.







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