sábado, 31 de diciembre de 2016

Manos que siembran, manos que son fruto


Manos que siembran, 
que escarban la tierra
abriendo la entraña,
plantando la vida.

Manos que riegan,
que calman la sed,
derraman caricias,
lanzan a crecer.

Manos que esperan,
que regalan días,
meses, años, vidas,
hasta florecer.

Manos que son fruto,
que maduran lentas
para así caer,
ofrenda y semilla.

Manos que siembran...

 
(Por un 2017 en el que nos atrevamos a sembrar futuro, horizonte... 
Frente al miedo paralizante, la vida dispuesta a compartirse,
ciclo eterno, ciclo pleno)


domingo, 4 de diciembre de 2016

Mano a mano con Juan, Toni, Rosa, José...

Pues sí, acá ando de nuevo, lanzando un recordatorio de que estamos en la cuenta atrás de la primera fase de la campaña "Realojando Derechos" de la que ya te mandé información en su día. Antes del viernes 9 tenemos que llegar al mínimo que hemos fijado, y aunque no estamos lejos necesitamos pequeños empujones de mucha gente para poder llegar.


Ya sé que campañas de estas hay mil y una, y que cada uno contamos nuestro rollo de por qué es importante. Pero bueno, no está de más explicarse tampoco, ¿no?

Para mí esta campaña, este informe que queremos hacer, está muy relacionado con lo que he vivido y aprendido en la Asamblea Vivienda Digna para Todas las Personas en los últimos dos años, y en concreto con  Juan, Toni, Rosa, José y tantas otras personas que han participado en él poniendo en juego su experiencia y conocimiento de luchar desde los márgenes con poder tener un espacio digno y seguro en el que vivir.

Con Juan, por ejemplo, fui hace año y medio al Parlamento Europeo, invitados a una jornada de trabajo sobre sinhogarismo. La intervención que construimos mano a mano, entre los dos, es uno de los momentos de los que más orgulloso me siento, por esa sensación de trabajo en equipo para conseguir explicar de la mejor manera posible la reflexión que habíamos construido con otros en Madrid. Hay un audio por si lo quieres oir (no muy bueno, pero para quien quiera cotillerar). Ahí fue cuando Juan lanzó su frase que hemos repetido luego como mantra: "Sin vivienda no existes".


El curso pasado dimos un paso más: organizamos nuestras propuestas en un documento, "5 compromisos y 5 garantías por la vivienda digna", que presentamos a diferentes grupos políticos de la Comunidad de Madrid y de los Ayuntamientos de Madrid y Alcalá. Una oportunidad para que Juan, Rosa, Toni, Asunción tomarán la palabra frente a los representates políticos y pudieran dialogar de tú a tú con ellos, y hablando no sólo de su situación, sino de la de muchas otras personas y familias. Como volvió a decir Juan, esta vez a la directora de la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid, en relación a las familias de las Sabinas, en Móstoles, que se quedan fuera del realojo del barrio que se espera en los próximos meses: “No estoy hablando de mi caso, sino de todas las personas que están viviendo en poblados chabolistas. Habrá que buscar una alternativa porque cuando todas esas personas se queden el la calle van a vivir lo mismo que yo, que llevo 15 años dando tumbos por las calles sin encontrar ninguna solución.”

Por eso queremos hacer este informe para el que buscamos apoyo. Para dar más solidez a lo que vamos aprendiendo juntos, para poder compartirlo de manera más clara y para que sea una herramienta en la lucha por la vivienda digna sin exclusiones.




Si quieres leer más sobre el tema, acá van algunos artículos que hemos publicado en estos días.


El salmón contracorriente - Sin vivienda no existes para la sociedad
3500 millones (El País): No dejar a nadie fuera
Entre Paréntesis -  Vivienda Digna para Todas las Personas

sábado, 26 de noviembre de 2016

Una vida

Celebremos la vida y el compromiso de Marcos Ana, un ejemplo de porqué la memoria histórica es algo esencial.

Carta urgente a la juventud del mundo

Si la juventud quisiera mi pena se acabaría, y mis cadenas.
(Decid ¡basta! Haced la prueba.)
Vuestros brazos son un bosque que llena toda la tierra; si enarboláis vuestras manos el cielo cubrís con ellas. ¿Qué tiranos, qué cerrojos, qué murallones, qué puertas no vencieran vuestras voces en un alud de protesta?
(Todos los tiranos tienen sus pedestales de arena, de sangre rota, y de barro babilónico sus piernas.)
Pronunciad una palabra, decid una sola letra, moved tan solo los labios a la vez y la marea juvenil atronaría como un mar cuando se encrespa.
Pero, ¿quién soy yo, qué barco de dolor, qué espuma vieja, qué aire sin luz en el viento acerco a vuestras riberas?
Como campanario de oro vuestros corazones sueñan. La juventud es la hora del amor, su primavera. ¿Por qué mover vuestras ramas alegres con mi tristeza? ¿No es mejor que yo me coma mi pan solo en las tinieblas; que mis pies cuenten las losas veinte años más, mientras sueñan mis alas entre las nubes de un cielo roto en mis rejas?
Pero la vida -mi vida- me está clamando en las venas; abrasa loca las palmas de mis manos; lanzaderas clava y desclava en mi frente y el pensamiento me quema.
Ved nuestros tonos. Ya somos como terribles cortezas; claustrales rostros, salobres ojos que buscan a tientas -sedientos de luz y sol- una grieta entre las piedras.
No sabéis lo que es vivir muriéndose a vida llena; grises, sobre grises patios, sin más luz que una bandera de amor...
Ni lo sepáis nunca... Más si queréis que esta lepra jamás os alcance el pecho, no dejéis "mi muerte" quieta. No dejadme, no dejadnos con nuestras sienes abiertas y en un cerrojo sangrante crucificada la lengua.
Levad vuestros pechos. ¡Pronto! ( Es bueno que esta gangrena os revuelva las entrañas.) ¡Echad abajo mi celda! Abrid mi ataúd; que el mundo en pie de asombro nos vea indomables, pero heridos, sepultos bajo la tierra. ¡Que no queden en silencio mis cadenas!

domingo, 13 de noviembre de 2016

Realojemos de una vez por todas el derecho a la vivienda.

Hace casi 20 años puse los pies en el Pozo del Huevo, un barrio de chabolas al que llegué con una mezcla de temor ante lo desconocido y ansias de conocer y apoyar a quienes vivían en esa realidad. Años después puedo decir que ese momento ha sido uno de los cruciales en mi vida, puerta que se abrió para poder descubrir la luchas de estas familias, cargadas de inteligencia y capacidades pese a la imagen que sobre ellos se construye.

A lo largo de estos años mucho he aprendido con ella, y mucho hemos luchado, especialmente desde la Asamblea por una Vivienda Digna para Todas las Personas animada por ATD Cuarto Mundo, para conseguir avanzar paso a paso hacia que el derecho a la vivienda deje de discurtirse y empice a aplicarse de manera real y efectiva.

Esta campaña que hemos lanzado va en esta línea, partiendo de una revisión de algunos de los ejemplos más significativas de las pobres políticas de vivienda para pobres: los realojos de asentamiento de chabolas. Pero necesitamos apoyos para llevarla a cabo. ¿Te animas a financiar o colaborar?




miércoles, 5 de octubre de 2016

Individual y colectivo

Último pasea por el libro de Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía. Aunque va a haber que releerlo de vez en cuando...

"Nos toca la tarea central de construir lo común. Esta idea la tomamos de Silvia L. Gil, quien afirma que existe «una brecha, una crisis, un malestar, una sensación informe y sin nombre concreto que señala que “esto no marcha”»(2011b: 309). La construcción de lo común podemos entenderla como un proceso en dos dimensiones. Lo común como punto de partida y lo común como punto de llegada; a dos niveles: una noción común sobre qué vida merece ser vivida y sobrecómo hacerla posible; y a dos bandas, elaborar propuestas inmediatas que den soluciones urgentes a la vez que permitan transformaciones radicales. Al hablar de lo común como punto de partida nos referimos a la urgencia por nombrar esa brecha, visibilizando las perversiones inherentes a esta Cosa escandalosa y a sus cantos de sirena del desarrollo, la producción, el Estado del bienestar, el empleo, etc., asunto al que hemos dedicado el anterior capítulo (por no decir el libro entero). Y lo común como punto de llegada porque necesitamos decidir hacia dónde queremos conducir el cambio insoslayable. No hablamos de tener un futuro cerrado, estático, diseñado hasta en sus menores detalles, sino de compartir un horizonte de tránsito o de utopía. El empecinamiento en preguntar por la alternativa (en singular y acompañada de manual de instrucciones) es una forma de bloquear la discusión democrática. Más absurdo aún es usar la inexistencia de esa alternativa de manual para defender lo presente, dado que tampoco lo que hay va a permanecer. Porque estamos cambiando, lo relevante es discutir colectivamente cuál es ese horizonte y cuáles son los criterios ético-políticos que pueden guiarnos hacia él, funcionando como una especie de travesaños con los que gobernar el tránsito dado; el lugar de llegada ha de estar por necesidad abierto a cambios, pero tampoco puede ser un camino a ciegas.

(...)

¿Todxs debemos tener derecho a todo? ¿A viajar en avión todo lo que queramos?, o ¿hay que controlar la huella de carbono que generamos? ¿Hasta dónde puedo defender mi derecho a tener tiempo libre para subcontratar a una empleada de hogar que cocine mis alimentos? ¿Hasta dónde mi derecho a la maternidad o paternidad comprando un vientre de alquiler? Discutir sobre las desesidades cuya satisfacción conforma el buen vivir está muy lejos de medir la vida en términos de felicidad individual. En cierto sentido, sí buscamos la felicidad y aquí hemos llegado tras haber intentado emanciparnos mediante el empleo.(...) La idea de felicidad debe ir acompañada de la idea de justicia para que pueda casar con la noción de buen vivir. Y la idea de justicia nos obliga a adentrarnos en la espinosísima cuestión de los límites y de la tensión entre el bienestar como experiencia individual encarnada y como vivencia alcanzable solo en colectivo.

(...)

La escasez es el argumento usado para imponernos sacrificios radicalmente desiguales y para legitimar los mecanismos de libre mercado como la forma más eficiente de gestionar los recursos. La trampa está en que esta idea de escasez va ligada a otro axioma: la insaciabilidad del consumidor, según el cual toda persona será más feliz cuanto más consuma, sin límite a esa felicidad posible. Esa insaciabilidad es la que genera escasez. Nunca hay suficiente si somos insaciables. Dichode otra forma: es una cierta comprensión de cuál es la vida que merece ser vivida, como aquella que nos permite un infinito incremento del consumo mercantil, la que genera una cierta idea de escasez. La noción hegemónica de bienestar es inalcanzable. Como promesa para no caer en la frustración, aparece el sueño del crecimiento ilimitado de la riqueza. Como hemos argumentado, esta noción de riqueza está tergiversada porque no guarda relación alguna con los procesos vitales, sinocon los circuitos de acumulación, y porque niega los límites físicos del planeta.Para sintetizar: se construye una doble noción de escasez y de riqueza artificiosa, que niega los límites que generan vínculos entre nosotrxs y otros seres vivos a la vez que conlleva una inexorable depredación ambiental.

(...)

Los límites están, son insoslayables, y por eso debemos explicitarlos. Ahora bien ¿qué hacemos con ellos? Aquí sugerimos dos cuestiones. Primero, proponemos establecer la pregunta sobre qué hace que la vida merezca ser vivida de manera que no se quede en el nivel personal. Es imprescindible repensar qué nos hace felices intentando transformar nuestros estilos de vida cómplices; podemos efectivamente ser más felices consumiendo menos o de otra forma. Pero esta pregunta personal tenemos que encuadrarla dentro de otra más amplia: definir cuáles son las desesidades que hacen que la vida sea vivible y de las que nos vamos a hacercolectivamente responsables, garantizando su satisfacción en forma de derechos; y al mismo tiempo, cuáles vamos a dejar al albur de cada quien, asegurando también colectivamente la existencia de ese margen de libertad. Podríamos enlazar aquí con la propuesta de Marisa Pérez Colina de entender el bien-estar en tanto objetivo social como la garantía común de recursos que permitan sacar adelante proyectos de vida digna, propios y autónomos.

(...)

La autosuficiencia es un sueño loco que muestra su tremenda fragilidad y su imposibilidad de materializarse salvo en circunstancias vitales muy puntuales (ser joven, tener plena salud, carecer de responsabilidades de cuidados o poder delegarlas) y siempre que el contexto mercantil sea favorable; en cuanto alguno de esos elementos quiebra, vemos que nos necesitamos unxs a otrxs. La interdependencia no hay que construirla: es en sí misma. (...) La interdependencia deriva de la precariedad de la vida, que solo puede resolverse en común. Reconocer la vulnerabilidad no es reconocer un mal, sino la potencia que encierra: la posibilidad de sentir que lo que les ocurre al resto nos ocurre también a nosotrxs. Nadie empieza y acaba en sí mismx, en un espacio totalmente definido y ajeno al de lxs otrxs o alplaneta. Somos, existimos y habitamos como parte de un conjunto vivo amplio al que afectamos y por el que somos afectadxs. La apuesta es cómo aprovechar esaposibilidad de visualizar o, más aún, comprender la idea misma de lo común. Visibilizar la interdependencia nos abre dos preguntas: cómo articularla de manera horizontal y cómo combinarla con la autonomía.

(...)

El individualismo solo subsiste si otros sujetos niegan su propia existencia y diluyen su ser en el ser ajeno. La crítica que hacemos desde la izquierda a la competitividad rara vez reconoce que, si todxs actuáramos bajo estos preceptos, no habría sociedad posible, porque nadie se haría cargo de sostener la vida en su conjunto. Si la contracara de la autosuficiencia es la dependencia, el reconocimiento de la interdependencia pasa por combinarla con niveles suficientes de autonomía, por garantizar espacios de libertad, el reconocimiento de la diversidad y la disponibilidad de recursos para desarrollar los proyectos de vida propios que mencionábamos anteriormente, para asegurar derechos y no privilegios mercantilizados. 

(...)

El que amplísimos segmentos sociales accedan a una vida vivible pasa por un aumento en su acceso a ciertos recursos, pero esto no tanto sobre la base de un incremento de la producción (es decir, de la extracción y transformación de recursos que genera residuos y gasta energía), como de una redistribución de lo que hay. Por otro, ajustarnos a un principio de austeridad. En los cálculos, hay que contar con los flujos materiales y energéticos realmente disponibles, sin soñar, una vez más, con mejoras tecnológicas que nos permitan escapar a los límites del planeta.

La responsabilidad de poner las condiciones de posibilidad de la vida debe ser colectiva y democráticamente repartida. Para ello, hay que des-privatizarla, sacarla de lo doméstico y ponerla en lo público. Hay que des-feminizarla, deconstruyendo las identidades sexuadas, acabando con la división sexual del trabajo y con un sistema de valoración heteropatriarcal que menosprecia la reproducción de la vida. Y hay que visibilizarla, constituyéndola como ámbito propio de la política y construyendo agencia política en y desde los procesos de sostenimiento del buen vivir. Queremos responsabilidad colectiva sobre la sostenibilidad de la vida en el sentido de que no esté remitida a la institución heteropatriarcal de los hogares ni asociada a la parte subalterna y feminizada de un mundo dividido en dos; responsabilidad colectiva en el sentido de que sea parte del común y del terreno de la política, que sea la prioridad y el eje vertebrador del sistema socioeconómico.

(...)

La confianza ha de cambiar de bando: no debemos desconfiar y tener miedo de intentar modos distintos, aunque fallen parcialmente. Bien al contrario, hay que confiar en que es posible organizar el mundo de otro modo, más sostenible y más justo; lo que debe darnos miedo es lo que hay ahora.

(...)

¿desde qué sujeto político se puede articular esta búsqueda y este debate sobre el buen vivir? Desde ciertos feminismos hemos propuesto dejar de confiar en un sujeto fuerte preexistente, marcado por una experiencia común de subordinación, y apostar por el logro de un nosotras (o, quizá, un nosotrxs) construido y situado. Si existen sujetos colectivos, serán el resultado de una difícil tarea: la exposición de los puntos convergentes de diferentes movimientos y sujetos sobre el trasfondo en el que se produce el enfrentamiento social. Este proceso dará lugar a un nosotras/nosotrxs que no sea una categoría evidente, sino una identidad común de llegada, creada sobre la base del reconocimiento de ese común de partida que no niega las diferencias y las desigualdades. En palabras de Rosi Braidotti, «la cuestión no es saber quiénes somos, sino más bien, por fin, en qué queremos convertirnos"




domingo, 2 de octubre de 2016

El triunfo de lxs cobardes

Sin dar la cara,
juego de sombras
que anuncia y esconde
a partes iguales.

Cuchicheos que sostienen
medias verdades.
Palabras prohibidas,
temerosas del camino 
de ida y vuelta 
señalado por las veletas.

Gritos, desesperación, angustia...
El oído se repliega sobre mi mismo,
la mirada recuenta el botín
robado en batallas pasadas.
El miedo a perderlo
concentra las energías.

El mundo no importa.
Esos gritos, esas lágrimas,
desesperación encarnada
en quién ya lo perdió todo
(si es que alguna vez lo tuvo),
son solo ecos lejanos,
marejada de fondo
desde este faro en ruinas
donde se apagan las luces
por miedo a marcar camino
que de verdad nos empuje
a retomar aparejos
y la marcha del común. 

Secuestradxs seguimos...

¿Hasta cuando?

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Quienes sirven y quienes son servidxs

Sigamos un poco más con la lectura de Subversión feminista de la economía, de Amaia Pérez Orozco, en un tema que me parece de especial importancia y sobre el que nos resistimos a profundizar con una mirada amplia: el de la relación entre cuidados y posición social.

"La crisis de los cuidados en los países del centro se engarza con la crisis de reproducción social en los países del Sur global que impele a tantas mujeres a migrar. Entre ambas, se conforman las llamadas cadenas globales de cuidados. Con este concepto nos referimos a las redes transnacionales que se establecen para sostener cotidianamente la vida y a lo largo de las cuales los hogares y, en ellos, las mujeres, se transfieren cuidados de unas a otras con base en ejes de jerarquización social. 

El funcionamiento de estas cadenas globales de cuidados muestra tres procesos. Primero, una re-privatización de los cuidados: estos siguen siendo algo que se resuelve en lo doméstico con los recursos privadamente disponibles, tiempo para cuidar gratis o dinero para comprar el cuidado proporcionado por otras personas. Más aún, el Estado no solo está ausente, sino que su forma de intervención promueve el uso de soluciones baratas y semi-mercantilizadas para gestionar los cuidados. Segundo, las cadenas actualizan la ética reaccionaria del cuidado y reconstruyen la naturalización del vínculo de las mujeres con los cuidados. Rachel Salazar Parreñas (2005) habla de cómo las cadenas forman parte de la historia de la expansión de la maternidad y la inmovilidad de la paternidad: mientras la mayor parte de los hombres involucrados sigue sin asumir responsabilidades, las mujeres despliegan versiones novedosas de maternidad; maternidades todas ellas sujetas a fuerte vigilancia social y que van más allá de lo biológico: la maternidad como una metáfora de la imposición del cuidado a las mujeres. Tercero, el nexo cuidados-desigualdad se rearticula y viene cada vez más marcado por lineamientos de hegemonía global y por el estatus migratorio. La división sexual del trabajo se internacionaliza y la localización de cada quien en un orden global desigual es un factor de creciente importancia a la hora de definir quién y cómo accede a cuidados dignos y a costa de quién(es) lo hace.

El funcionamiento de las cadenas implica también la reformulación de los discursos que legitiman la desigualdad en torno a los cuidados. Esto se ve con claridad en el caso de las personas empleadoras. Por un lado, la contratación conlleva la mercantilización de la noción de cuidados dignos: una vez se ha probado la comodidad de delegar este trabajo, es muy difícil dar marcha atrás. Como comenta un empleador: «Sí, sí, soy un burgués, lo confieso (risas). Sí, para qué voy a mentir, sin juzgarme ni nada; yo creo que mientras pueda preferiría no ponerme de rodillas a limpiar el retrete». Por otro lado, aparece un discurso profesionalista neoservil en torno a los cuidados que actualiza un antiguo discurso familista servil con argumentos que cooptan parte de los feministas. A diferencia del familismo, donde los cuidados se entienden como una relación íntima, el profesionalismo los reconoce como un trabajo que exige dedicar tiempo, conocimientos, energías y que, de hecho, entra en conflicto con el trabajo de mercado. El servilismo naturaliza la división de la sociedad en dos segmentos: el que es servido (entre otros, de cuidados) y el que sirve y ha de estar agradecido por ello (porque se les da una oportunidad, porque se les trata como a una más de la familia). El neoservilismo justifica esta misma división en términos capitalistas, sobre la base de una retórica de libre intercambio: es legítimo que algunas personas quieran comprar cuidados y otras que quieran venderlos, siempre y cuando se respete la regulación. No se cuestiona el marco en el que ocurre este intercambio: un mercado laboral segmentado en función de la clase, la etnicidad y el sexo; una normativa legal que minusvalora el trabajo de cuidados y posiciona en situaciones de poder disímiles; un marco de relaciones laborales sistemáticamente incumplido. 

En última instancia, el establecimiento de estas cadenas es parte del cierre reaccionario de la crisis de cuidados que se estaba dando ya antes del estallido financiero. Nos muestran que todxs necesitamos establecer algún tipo de arreglo del cuidado (ese es nuestro problema común), pero que tenemos muy distintos recursos para hacerlo; lo cual nos va colocando a lo largo del segmentado hilo de continuidad entre la inclusión y la exclusión. En ausencia de mecanismos colectivos para romper con el círculo vicioso entre cuidados y desigualdad, la desigualdad sigue creciendo y rearticulándose. Nos muestran que, a pesar de que los índices de mercado fuesen bien antes del estallido fi nanciero, la vida no iba bien. Se estaban dando soluciones privadas a problemas colectivos, de manera tal que se inhibía la aparición de reivindicaciones colectivas y se generaban discursos sociales que actualizaban la legitimidad de la desigualdad. Había grandes dificultades y frustraciones cotidianas para gran parte de la población. El vivir bien de una parte se conseguía a través de grandes dosis de desigualdad. Amplias capas de la población sufrían una fuerte situación de precariedad en los cuidados. No todxs podemos ser señor (con una esposa abnegada), ni señor o señora (con unaempleada abnegada)."

viernes, 26 de agosto de 2016

La casa-nido

Ahora que ando en tiempo de (mu)danzas, resuena con fuerza esta potente imagen de Micheler sobre la construcción de un nido-hogar recogida por Bachelard en "La poética del espacio":

El pájaro, dice Michelet, es un obrero sin herramientas. No tiene "ni la mano de la ardilla, ni el diente del castor". "La herramienta es realmente el cuerpo del propio pájaro, su pecho, con el que prensa y oprime los materiales hasta hacerlos absolutamente dóciles, mezclarlos, sujetarlos a la obra general." Y Michelet nos sugiere la casa construida por el cuerpo, por el cuerpo tomando su forma desde el interior como una concha, en una intimidad que trabaja físicamente. Es el interior del nido lo que impone su forma. "Por dentro, el instrumento que impone al nido la forma circular no es otra cosa que el cuerpo del pájaro. Girando constantemente y abombando el muro por todos lados logra formar ese círculo." La hembra, torno vivo, ahueca su casa. El macho trae de fuera materiales diversos, briznas sólidas. Con todo eso, mediante una activa ptesión, la hembra confecciona un fieltro.

Y Michelet continúa: "La casa es la persona misma, su forma y su es fuerzo más inmediato; yo diría su padecimiento. El resultado sólo se obtiene por la presión continuamente reiterada del pecho. No hay una de esas briznas de hierba que para adoptar y conservar la curva no haya sido empujada mil y mil veces por el seno, por el corazón, con trastorno evidente de la respiración, tal vez con palpitaciones".

jueves, 18 de agosto de 2016

Ecos de Lanzarote

La primera vez que fui a Lanzarote, la impresión al llegar fue de decepción. ¿Qué es lo que podía ofrecer una tierra tan desértica y rota? Pero poco a poco mi asombro fue creciendo tras cada una de las incursiones en alguno de los marcos que Cesar Manrique (y toda la tropa reunida a su alrededor, que no hay que olvidar, como bien señalan en el documental "Manos") fue construyendo para asomarnos a descubrir maravillas que no son evidentes a quien, como yo, no sabe ver. 

Lanzarote... Maravilla de tierra, maravilla de mar, maravilla de escucha, creatividad y esfuerzo humano puesto en diálogo con la naturaleza. Hay que ir a verlo, pero mientras tanto, queda aquí esta revisión de la obra de este genio que tan bien se supo acompañar del saber de las gentes y los territorios. 


lunes, 8 de agosto de 2016

De la precariedad al vibrar en común

Tercer asalto al libro de Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía

"Precariedad en la vida es la inseguridad en el acceso sostenido a los recursos que desesitamos para vivir vidas significativas. (...) La exclusión va más allá: es el paso de la inseguridad en el acceso a recursos a la falta de acceso. Entre la precariedad y la exclusión no hay un corte abrupto. Vivir instaladxs en la precariedad significa, precisamente, que se carece de red colectiva fiable. Cuando la tela de araña que conforma la economía de retales que nos sostiene se agujerea por cualquier imprevisto o imponderable, no hay red debajo. El riesgo de vivir y de cuidar la vida está privatizado. Por eso decimos que la precariedad se institucionaliza como falta de derechos, entendidos como los mecanismos que colectivizan la labor de hacer la vida posible y cierta. Puede tratarse de derechos en el sentido clásico (los reconocidos por el Estado del bienestar) o de derechos en tanto responsabilidad común autogestionada en línea con el reclamo: «Cuando la vida se precariza, los derechos no se mendigan, se inventan».

(...)

Ya antes de 2007, denunciábamos la crisis multidimensional y decíamos que no
era un pequeño problema pasajero que atañía a la juventud y pasaba con los
años, ni un problema individual de quienes no eran sufi cientemente meritorios,
sino un elemento consustancial al proceso de desarrollo y a la cada vez mayor
tensión capital-vida. Pero la respuesta política al estallido fi nanciero sitúa el
problema a otra escala.


Primero, la vida de la mayoría se está precarizando: las situaciones de incertidumbre se generalizan, se atacan las más variadas dimensiones vitales (el
acceso a la educación, a la vivienda, a la alimentación, a la libre decisión sobre
la reproducción, etc.) y las formas de precariedad se agravan. Se vive al día y
la planifi cación a medio o largo plazo se hace imposible. En segundo lugar, se
acorta el trecho entre precariedad y exclusión y cada vez más gente pasa a vivir
al límite, a no disponer de los medios precisos para la vida. Finalmente, los
mecanismos de inclusión/exclusión funcionan cada vez menos como una puerta única que demarca una frontera nítida que se abre o se cierra y cada vez más
como un complejo sistema de compuertas que te deja parcialmente fuera y parcialmente dentro, aparecen caminos bifurcados en los que no se sabe cuál de los siguientes pasos puede llevar al abismo.


(...)

Esta crisis amenaza con arrastrarnos a una lógica del «sálvese quien pueda». Es
urgente dar nombre a la desazón compartida sin negar su desigual virulencia,
sin quedarnos atascadxs en visiones simplistas del estilo «somos el 99 %», «los
de abajo contra los de arriba» o «y las mujeres, peor». El confl icto capital-vida,
lejos de ser una tensión teórica o abstracta, se encarna en la cotidianeidad, pro-
voca ese malestar común difuso en el que se expresa la afectación colectiva por
un sistema en crisis. En esta Cosa escandalosa no se trata tanto de que las vidas
de muchxs estén al servicio de las de unos pocos, sino de que las vidas de todas,
todos, todes están jerarquizadas y posicionadas en situaciones de enfrentamiento mutuo. Es un sistema donde nociones perversas e individualizadas de vivir bien son alcanzables en distintos grados solo a costa de distintos niveles de vivir mal (o directamente de no-vivir). Lo común es el punto de partida: el ataque a la vida en su sentido holístico e integral es un problema que nos afecta colectivamente. Pero no podemos darlo por cierto, no es evidente en sí mismo, hay que construirlo atreviéndonos a cuestionar los privilegios relativos que distintos sujetos conseguimos en este sistema. Este posicionamiento diferencial lo vemos de manera muy explícita con el proceso de precarización de la vida y de hipersegmentación social. El conflicto capital-vida va más allá de la propiedad privada de los medios de producción o del recorte de los servicios públicos. Atraviesa nuestras propias concepciones de la vida vivible. Frente a la acelerada, generalizada y desigual degradación de las condiciones vitales, o transformamos nuestra noción de bien-estar o experimentaremos situaciones de tremenda frustración. Si seguimos equiparando bienestar y consumo y aspirando así a un posicionamiento favorecido en esta estructura socioeconómica en forma de iceberg, pensada por y para el BBVAh, naturalizaremos las desigualdades y asumiremos que distintos sujetos nos mere cemos distintas vidas, precarizando las aspiraciones de la mayoría. Si seguimos considerando la vida como un camino que transitamos sujetos autosufi cientes, legitimaremos un discurso meritocrático según el cual quienes no alcancemos a estar dentro será porque no nos hemos esforzado lo sufi ciente. O, en todo caso, por la injusta apropiación de lo que nos corresponde por aquellos sujetos que deberían estar fuera (migrantes que nos roban el trabajo, mujeres que ocupan los puestos en los que deberían estar sus maridos, etc.): la culpa de la persona o la culpa del grupo que ha de ser expulsado. Caeremos en la lectura de la precariedad y de la exclusión como procesos merecidos (por no haber sabido situarse bien en un contexto de igualdad de oportunidades), individuales (debido a elecciones y condicionantes propios) o irremediables (un castigo por algún supuesto pecado cometido o una cruz que nos toca soportar por nacer en el sitio equivocado).


Ante este panorama, Silvia L. Gil afirma que el reto es «escuchar y potenciar lo
que hay en cada vida atomizada que consigue hacer resonar y vibrar lo común»."

jueves, 21 de julio de 2016

Datos y realidad

Para no olvidar la realidad en la que vivimos en este periodo estival, un par de informes que aportan datos claves.

1.- Diagnóstico de España ante el 26J: una sociedad fracturada en manos de los mercados, del Barómetro Social




2.- 3ª edición del Informe Social de Tetuán (Madrid), realizado por Invisibles de Tetuán.


lunes, 11 de julio de 2016

Los mercados en el centro de la vida

Otro texto más del libro de Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía. Lean, lean...

"El Estado del bienestar es el intento expreso de construir sociedad sobre la tensión capital-vida, ya que puede agudizarla o aminorarla por distintas vías, pero nunca eliminarla. El Estado puede establecer regulaciones que limiten el libre funcionamiento de los capitales, que redistribuyan lo que los mercados capitalistas distribuyen mal, guiarse por un principio de solidaridad y tender al reconocimiento de derechos universales. Pero, en última instancia, la tensión está ahí.

(...)

Dar por sentado el conflicto capital-vida implica que, en última instancia, los mercados capitalistas están situados en el epicentro. En particular, significa que los mecanismos del Estado del bienestar, fi nalmente, se ponen al servicio de la acumulación. En consecuencia, no hay estructuras colectivas que se encarguen de asegurar el proceso de sostenibilidad de la vida. Las responsabilidades que al respecto asume el Estado del bienestar son, además de parciales e incompletas, sumamente frágiles, y se ponen en jaque cuando la tensión es mayor, como en el presente momento de crisis. Posicionar a los mercados en el epicentro inhibe la existencia de una responsabilidad colectiva a la hora de poner las condiciones de posibilidad de la vida.

(...)

Por definición, en el capitalismo, la acumulación de capital es el proceso asegurado social y colectivamente, algo que se ha visto más claro que nunca en estos momentos de estallido fi nanciero. A partir de esta situación, los mercados capitalistas se han posicionado en el epicentro del conjunto de la estructura socioeconómica.

Esta centralidad se observa a un triple nivel, simbólico, material y político ya que atraviesa tanto las estructuras discursivas como las materiales, así como la forma que tenemos de contestarlas. A nivel discursivo, la lógica de acumulación, que encarna el progreso, centraliza los valores de esta Cosa escandalosa (es una lógica antropocéntrica, androcéntrica, heterosexista, neo-colonial) al imponer como elementos definitorios de lo humano los rasgos propios del BBVAh. Los mercados están en el epicentro simbólico en el sentido de que colonizan nuestra propia concepción ética y política de la vida. Nuestra noción íntima y profunda de nuestro ser, así como nuestros estilos de vida, son cómplices del propio sistema. Colonizan nuestra capacidad de reivindicación política, al hacer que nuestras prioridades de intervención queden en general encorsetadas en el terreno de juego de la acumulación (de forma clave, en la reivindicación de empleo y salario) y que nuestra capacidad de pensamiento utópico no vaya más allá del Estado del bienestar.


A nivel material, son los intereses de valorización (cada vez más los del capital
financiero) los que marcan el funcionamiento de las estructuras materiales. Entre otras, la organización de los tiempos sociales. En esta línea, decíamos antes que son los ciclos del capital los que imponen los marcos temporales a la política económica: si antes eran los del capital productivo (anuales), ahora lo son las miras a corto plazo del capital fi nanciero. Y esto ataca directamente los ciclos vitales humanos y ecosistémicos, que son mucho más largos. De forma similar, los horarios del mercado laboral responden a las necesidades organizativas de las empresas, desde los insanos trabajos por turnos, hasta la liberalización de horarios comerciales. Más allá, la propia concepción del tiempo como tiempo-reloj, cuantificable, homogeneizable, comparable, reductible al tiempo-dinero es propia del tiempo de vida puesto a la venta en el mercado, unificado por su precio.


La lógica de acumulación defi ne asimismo la organización de los espacios. El
proceso de urbanización responde a necesidades de la producción; las «ciudades
globales» (en términos de Saskia Sassen, 2003), que están hoy día en crecimiento y proliferación, responden a necesidades de concentración de los capitales financieros.


En un sentido amplio, la lógica de acumulación defi ne qué se produce, cómo,
cuánto, de qué forma se distribuye. En última instancia, situar a los mercados en
el epicentro significa someter una cantidad tal de recursos a su lógica (medioambientales, de tiempo de vida, territoriales, tecnológicos, etc.) que se genera un vaciamiento de otras esferas que actúan bajo otras lógicas; además, se instituye ese nexo calidad de vida-posicionamiento de mercado del que hablábamos antes y que decíamos que no era inevitable, sino históricamente determinado.


La lógica de acumulación define también el espacio priorizado de discusión
política. Aparte de las instituciones de la democracia representativa, los únicos
agentes legitimados para hacer política son los llamados agentes sociales, patronal y sindicatos, ambas entidades construidas a partir de la posición en el mercado. ¿Cuál es el problema? Toda regulación del mercado laboral se decide, en el mejor de los casos, mediante el diálogo tripartito que conforman estos agentes junto al gobierno. Pero las normativas sobre el trabajo remunerado afectan en realidad al conjunto de la vida. Más allá, lo problemático es que estos agentes sociales son los consultados y legitimados para cualquier otro debate, sea relativo a la sanidad, las políticas de igualdad o los procesos de integración regional. Quienes se supone que ejercen de representación de la ciudadanía son los sindicatos y estos vienen defi nidos por el lugar que se nos otorga en los ciclos del capital. La única faceta en la que a las personas se nos legitima como interlocutoras y se nos reconoce cierta capacidad de decisión sobre nuestras vidas es como esclavas del salario."

domingo, 26 de junio de 2016

10 años, 1 mes y 10 días

En el aire unas velas
acompañaron el último abrazo,
las últimas risas y guiños
sostenidos en la red 
y las raices de un huerto 
lleno de magia infantil.

10 años, 1 mes y 10 días 
después de abrir una puerta
hacia la intimidad compartida,
el caminar y los encuentros 
de un barrio construido 
en la calle, en el encuentro,
entre el dejarnos llevar
y el aprender a esperar,
festejo la vida
y el futuro que legamos.

Muchos han sido los pasos,
los devenires,
los diferentes estares.
Muchas las búsquedas, 
las inquietudes,
y aún mayores los tesoros
escondidos en las huellas
que hemos ido caminando
en estos 10 años, 1 mes y 10 días.

Y es justo ahora que marcho,
cerrando la maleta hacia nuevos horizontes,
que siento esta tierra, este espacio, este tiempo
como hogar, como barrio, 
como un nosotrxs querido.

Sé que habrá nuevos tesoros
en este caminar que sigue
ahora en nuevos territorios.
Quién sabe qué construiremos,
si llegaremos más lejos...

Lo único que sé hoy,
pese al adiós inminente,
es que soy de Tetuán.
Ahora y siempre,
en camino,
a cuestas con este barrio
que me enseño a respirar
y a poner pies en la tierra.

10 años, 1 mes y 10 días.
Y un huerto, 
sostenido en la raices 
y redes entrelazadas
con los sueños infantiles,
como testigo.

viernes, 24 de junio de 2016

Campaña RMI. Otro derecho fallido para los hogares en situación de emergencia

Una campaña que va cogiendo fuerza y que tenemos que hacer llegar a todo el mundo, especialmente a quienes están en una situación más difícil. Asi se presenta:


Desde la experiencia del paro de larga duración, el empleo precario y la ausencia de ayudas públicas, exigimos el cumplimiento de una Ley de mínimos que se creó como última red de apoyo para aquellos hogares con ingresos tan bajos que padecen todo tipo de penurias, hasta el punto de pasar hambre y ser echados de sus casas por impago. Dicha Ley, aprobada por la Asamblea de la Comunidad de Madrid en 2001, reconocía a esas familias “el derecho a disponer de medios económicos para hacer frente a las necesidades básicas de la vida… y el derecho a recibir apoyos personalizados para la inserción laboral y social” (Preámbulo de la Ley 15/2001 de RMI). Dos medidas que los poderes públicos deben promover y la ciudadanía afectada percibir, no como prestaciones asistenciales sino como derechos exigibles con rango de Ley. Existen otras propuestas más ambiciosas de Renta básica universal o de Renta mínima para las personas en paro sin ninguna prestación; la presente campaña se limita a reclamar una norma de mínimos que ya existe sobre el papel pero se incumple en la práctica.

Quince años después de aprobada la Ley de Renta Mínima, las medidas de acompañamiento para la inserción laboral se fueron reduciendo hasta suprimirse del todo en 2013 y la inmensa mayoría de los hogares “pobres” sigue sin percibir la Renta Mínima. La Ley no establece con precisión cuáles son esos hogares con bajos ingresos, por lo que se toman como referencia los situados bajo el umbral de la pobreza (por debajo del 60% de la mediana de renta) o los que padecen pobreza severa (por debajo del 30%):
  • Si partimos de los hogares bajo el umbral de riesgo de pobreza, tal como hace la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, la cobertura de la RMI en 2014 sólo llegaba al 6% de sus potenciales destinatarios: 22.187 hogares perceptores a lo largo del año, de los 367.000 que se encontraban bajo el umbral de la pobreza según la Encuesta de Condiciones de Vida de ese año.
  • Si tomamos como referencia el criterio más restrictivo de la pobreza severa, la cobertura de la RMI llegaría al 17% de los 133.000 hogares que se encuentran en esa situación. Hay que destacar que este colectivo en extrema pobreza ha aumentado un 70% entre 2009 y 2014 y afecta ya a una de cada veinte familias.
En conclusión, entre el 83 y el 94% de los hogares con bajos ingresos no acceden a la renta mínima que la Asamblea de la Comunidad de Madrid creó para ellos. Algo similar a lo ocurrido con diferentes ayudas como el Plan de Activación para el Empleo o el Abono Transporte para personas en paro de larga duración, o la reciente convocatoria de Ayudas para el Pago de electricidad o gas, que sólo llegan a un sector minoritario de sus potenciales destinatarios. Por no extendernos con el recorte en las becas de comedores escolares, suprimidas desde el curso 2011/2012, que fueron sustituidas por los “precios reducidos” y excluyen del servicio a muchísimos escolares en las familias con menos ingresos. Se trata, por tanto, de derechos fallidos que, en el caso de la RMI condena a la exclusión social a más de 300.000 personas que viven en hogares con pobreza severa (cerca de un millón si el umbral lo ponemos en la pobreza moderada).

¿A qué se debe esta situación? En primer lugar, a la cicatería en la aplicación de la Ley por parte de los responsables políticos de la Comunidad. En lugar de asegurar su cumplimiento, dotándola de los recursos necesarios y agilizando los trámites, han partido de la desconfianza hacia los solicitantes y han puesto todo tipo de trabas burocráticas para dificultar el acceso, pervirtiendo el sentido originario de la Ley: “la renta mínima deberá concederse sin mayores condicionamientos… La exclusión de la misma debe limitarse a los casos de fraude o de actitudes extremadamente inaceptables como la negativa sistemática e injustificada a aceptar un empleo adecuado” (Ley 15/2001).
En segundo lugar, desde el punto de vista de las familias socialmente excluidas, ha faltado información, apoyo social y auto-organización para tomar conciencia y exigir colectivamente su derecho a una Renta Mínima y a percibir ayuda personalizada para la inserción laboral.

En mayo de 2015 el Colegio de Trabajadores Sociales de Madrid, el Observatorio de la Exclusión Social y Procesos de Inclusión (OEISM), la Red de Lucha contra la Pobreza y el Foro ServSocial presentaron un informe detallado sobre “la situación de deterioro de la RMI que pone en grave riesgo a miles de familias madrileñas” denunciando entre otras cosas:
  • la complejidad de la normativa de instrucción y la lentitud en valorar los expedientes, que provoca que más de dos tercios sean rechazados o archivados, y que se incumplan sistemáticamente los plazos previstos por la ley, lo que se agrava por la falta de registros accesibles (en 2014 se produjo un aumento notable de resoluciones administrativas);
  • la insuficiencia de las cuantías, que se habían congelado desde 2010 y, aunque se han elevado recientemente, siguen por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, tope máximo establecido por la Ley de 2001;
  • la inseguridad, indefensión y arbitrariedad de las peticiones documentales, con interpretaciones restrictivas de la normativa, en especial en lo relativo a la investigación de los ingresos informales y los movimientos bancarios de los/las solicitantes;
  • la reducción injusta de la cuantía cuando varias unidades de convivencia perceptoras de RMI, precisamente como consecuencia de no poder acceder a una vivienda independiente, comparten el mismo domicilio;
  • la práctica inexistencia de programas personalizados de inserción laboral, así como la desincentivación del empleo eventual y juvenil debido al temor de las familias perceptoras a perder los ingresos estables de la RMI;
  • la falta de medios materiales y humanos para tramitar los expedientes que cargan sobre los/las solicitantes la obtención de datos administrativos que se podrían obtener mediante una buena coordinación de los organismos públicos. En particular, la población atendida por trabajador social en la Comunidad de Madrid es casi el triple (8.921 personas) que la media de España (3.223), lo que lleva inevitablemente a la saturación y ralentización de los servicios.
Estas propuestas fueron trasladadas por el grupo parlamentario de Ciudadanos al Pleno de la Asamblea de Madrid en octubre de 2015, aprobándose una resolución por mayoría absoluta de la Cámara que instaba al gobierno de la Comunidad a elaborar, en el plazo de un mes, un estudio sobre el incremento de la cuantía y revisar al alza la Renta Mínima de Inserción en 2016. Sin embargo, del seguimiento mantenido por las cuatro organizaciones citadas se desprende que las medidas puestas en marcha por el ejecutivo para aumentar el monto y cobertura de la RMI “son claramente insuficientes” y, aunque se ha prometido incluir en el presupuesto una partida simbólica de 3 millones de euros para acompañamientos, no se prevén modificaciones en el Reglamento que permitan simplificar y facilitar la tramitación de los expedientes.

El flagrante incumplimiento de una Ley dirigida a mitigar las situaciones de emergencia de la población más empobrecida tiene lugar en la Comunidad española con mayor nivel de renta (Contabilidad regional de España) y con el salario medio más alto (AEAT), pero donde también se producen las mayores tasas de desigualdad económica. Mientras otros derechos y prestaciones, dirigidos al conjunto de la población, concentran importantes recursos públicos y tienen una tasa de cobertura elevada, los destinados a los sectores sociales más frágiles, como las Rentas Mínimas de las comunidades autónomas, disponen de un presupuesto insignificante en términos macroeconómicos y sólo llegan a una minoría de la población para la que fueron creados. Así, según la última Estadística de gastos en protección social, el conjunto de las políticas públicas de pensiones, sanidad y educación sumaban en España doscientas veces más (206.000 millones de euros, 20,2% del PIB) que las dirigidas a rentas mínimas de las comunidades autónomas (1.044 millones de euros, 0,1% del PIB de España). En el caso de la Comunidad de Madrid, la partida dedicada a RMI en 2016 (120 millones €) sólo representa el 0,06% del PIB regional.

Haría falta dedicar el 0,6% del PIB, en lugar del 0,1% (0,06 en nuestra Comunidad), para dar cobertura de Renta Mínima a todos los hogares en situación de pobreza severa. Y si esa aportación fuera del 1%, la cuantía podría elevarse por encima del 60%. No harían falta nuevas leyes, bastaría replantear la aplicación de la que ya existe, de manera que llegase a todos los hogares para los que fue creada. La cuestión no es la falta de recursos sino su reparto, profundamente desigual en materia de renta y de riqueza, y unas políticas sociales que se reparten también de forma muy desequilibrada en perjuicio de los sectores más excluidos.

A partir de estas reflexiones, la Campaña RMI persigue dos objetivos fundamentales, a desarrollar en los próximos meses:
  • En primer lugar, en una primera fase, informar y movilizar a los sectores sociales en situación de emergencia en torno a su derecho a percibir la RMI y los programas de acompañamiento personalizado para la inserción social y laboral.
  • En una segunda fase, a partir de la movilización de la población afectada y de los movimientos sociales que les apoyan, denunciar las trabas económicas y burocráticas que limitan el acceso a los derechos sociales recogidos en la Ley 15/2001 y exigir aquellos cambios de la normativa y los procedimientos que sean necesarios para que tales derechos lleguen a los más de 100.000 hogares madrileños en grave emergencia social.
 
 

miércoles, 15 de junio de 2016

Cajonuda

A Virginia la conocí hace ya unos cuantos años como porfesora de cajón flamenco, y ahí descubrí a una gran persona que poco a poco se va dando a conocer como gran artista también. No se lo pierdan...



... es de cajón.




martes, 7 de junio de 2016

La vida como mercancía

Acabo de terminar de leer el libro de Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía, que plantea de manera muy clara la tensión entre sostenibilidad de la vida y el sistema capitalista, revisando a partir de ahí el papel de los cuidados. Es un libro ilustrativo como pocos, de esos que hay que leer sí o sí para poder dar un paso más a la hora de buscar como construir alternativas en esta sociedad en la que vivimos. Imprescindible. Así que, como en otras ocasiones, iré rescatando algunos pasajes (difícil seleccionar por la gran cantidad de apuntes que aparecen como fundamentales).

"Hay una perversión intrínseca en la lógica de acumulación: lo que debería ser el fin último de la economía (generar bien-estar) es, en el mejor de los casos, un medio para un fin distinto. Una compañía aseguradora ofrece cobertura sanitaria no para que la gente esté sana, sino porque lo que cobra a toda la gente asegurada es más de lo que gasta en la parte de la misma que enferma. En el peor de los casos, sostener vida es un incordio: es más rentable destruirla que generarla o sostenerla, como ocurre con la especulación con alimentos; o también con dimensiones de la vida que se dan a costa de otras, lo que hace que el proceso en su conjunto produzca un balance final más destructivo que regenerador. Este es el caso, por ejemplo, de múltiples proyectos mineros que se dan sobre la destrucción medioambiental, la expulsión (o el exterminio) de poblaciones locales y la explotación laboral en condiciones de gran penuria. Cierto que permiten magros salarios y que lo extraído puede usarse para construir un tendido eléctrico, por ejemplo, pero el balance en conjunto es destructivo. Más aún si sirve para mantener niveles insostenibles de consumo de
aparatos electrónicos. 


Cuando la vida es un medio para un fin distinto, está siempre bajo amenaza; la tensión puede suavizarse a veces (puede ser rentable satisfacer ciertas desesidades de ciertos sujetos) pero antes o después llegará un momento de desencaje, cuando la acumulación se produzca no a través de sostener vida, sino a costa de negarla o destruirla; cuando se desahucian personas para rescatar bancos; cuando se hace desaparecer una especie; cuando el negocio (o incluso la forma de superar una crisis de rentabilidad) es ir a la guerra.

(...)

Aún así, siempre flota la pregunta de si toda vida puede hacerse rentable, o bien, si el capitalismo podría destruir toda vida que no pudiera serlo, con lo que la única que quedara fuese aquella que no entrase en contradicción con el proceso de valorización, sino que formara parte consustancial al mismo. Y es cierto que estamos presenciando un proceso de rentabilización de cada vez más dimensio nes de la vida. En muchos sitios estamos experimentando una mercantilización de la vida íntima en la que cada vez más facetas del bien-estar relacionadas con los afectos, los sentimientos y el cuidado cotidiano de los cuerpos se derivan a los mercados. O, incluso, una mercantilización de la vida en su sentido biológico estricto: los cuerpos, la materia viva que los compone y sus funciones biológicas se convierten en nichos de negocio. Más aún, hay quienes afi rman que la vida se ha puesto a trabajar y que esto es uno de los elementos definitorios de la actual fase del capitalismo: el biocapitalismo."

martes, 31 de mayo de 2016

Apuntes para el 26J - Sobre crianzas y compartires

El tema de la crianza se asoma siempre al debate político de manera accidental y acusatoria, pero sin entrar nunca en un debate de fondo. Lo cual es una lástima, pues hay mucho que profundizar y mucho que transformar a partir de una reflexión seria sobre él. Quizás por eso nadie se atreva. Acá va un artículo muy interesante de Cesar Rendueles que sitúa bien algunas claves:

En torno a la crianza cooperativa


1. Los seres humanos somos una especie de crianza cooperativa. Esto no es una opinión política o una opción cultural sino un hecho biológico. De hecho, se trata de un rasgo muy característico de nuestra especie. La crianza cooperativa es poco habitual en los mamíferos y entre la mayor parte de los primates no humanos las madres se encargan en exclusiva de cuidar de las crías. La crianza cooperativa significa que miembros del grupo que no son sus padres genéticos colaboran en el cuidado de las crías. Se suele llamar alomadres y alopadres a estos cooperadores. Muy posiblemente la crianza cooperativa entre los humanos esté relacionada con características evolutivas básicas, como la larguísima duración de nuestra infancia.

2. La crianza cooperativa ha tenido numerosas expresiones históricas y culturales: desde los distintos tipos de familias extensas hasta modelos familiares en los que los padres biológicos pierden su centralidad y otros miembros de la colectividad actúan como alopadres. Si la crianza cooperativa es un hecho biológico, la diversidad familiar es un hecho histórico. A día de hoy se suelen distinguir al menos siete grandes sistemas familiares en el mundo, cada uno de ellos con subsistemas, que se están transformando e hibridando dando lugar a nuevas formas de cooperación familiar. De hecho, la familia nuclear típica de nuestras sociedades es una creación histórica reciente y no necesariamente óptima o definitiva, al menos a juzgar por la cantidad de conflictos y malestares que genera. Científicos sociales poco sospechosos de perroflautismo han señalado que entre el amplio catálogo de formas de crianza arcaicas hay algunas que parecen amigables y razonables. Pensar que es imposible aprender nada de esas experiencias porque pertenecen al pasado, es como decir que no se puede correr una maratón porque eso significaría volver al esclavismo y a la religión olímpica.

3. La crianza cooperativa no es una opción. Tampoco en nuestra sociedad. Las guarderías y los colegios, los cuidados compartidos entre los cónyuges, la participación de las abuelas (más de la mitad de los abuelos españoles cuida de sus nietos a diario), el cuidado entre hermanos… Todo ello es crianza cooperativa. Lo característico de las sociedades postmodernas es que fingimos que esa dimensión cooperativa de la crianza no existe y le ponemos toda clase de obstáculos. Hacemos como si criar un hijo fuera un asunto privado que negocian y solventan dos adultos en el interior de su hogar que, además, deben respetar la centralidad del trabajo asalariado en sus vidas. Cualquier colaboración externa es concebida como un complemento bienvenido pero que no forma parte del núcleo de los dispositivos de crianza. El resultado ha sido catastrófico. La familia nuclear moderna es una red colaborativa demasiado exigua para algo tan complejo y agotador como cuidar de una cría humana (no digamos ya de dos, tres o cuatro). De hecho, en ciencias sociales se habla habitualmente de " crisis de los cuidados" para designar los problemas estructurales que afrontan las personas dependientes y sus cuidadores en nuestras sociedades y cómo estos conflictos están atravesados por la desigualdad económica y de género.

4. Las soluciones a los problemas de las sociedades complejas suelen ser complejos. Y lo mismo ocurre con la crianza cooperativa. Solucionar o paliar la crisis de los cuidados de un modo aceptable en sociedades ilustradas y deseosas de preservar altos estándares de libertad individual no es en absoluto sencillo. Algo así requiere cambios en la relación entre el trabajo reproductivo y el trabajo asalariado, la concepción de los servicios públicos de ayuda a la crianza, las extensión de las redes informales de apoyo mutuo, la normalización de la presencia de los niños en el espacio público y, por supuesto, un radical igualitarismo de género. Algunas personas, como Anna Gabriel, quieren ir más allá y se cuestionan el modelo de familia nuclear convencional. No es mi opción –soy muy conservador y me aterra la contracultura– pero me parece respetable y, desde luego, infinitamente más digna que el adultocentrismo ambiente que celebra las imposiciones del mercado de trabajo como si fueran elecciones de espíritus libres emancipados de todo sometimiento.

sábado, 28 de mayo de 2016

Apuntes para el 26J - Sobre deudas y pensiones

Como parece que va a ser difícil encontrar un debate serio en torno a las cuestiones que realmente nos jugamos de cara a las próximas elecciónes, qué mejor que ir recogiendo las pistas que vayan dejando quiénes sí que las señalen al menos. Acá la primera, de Guillem Martínez, sobre deudas y pensiones, aparecida en ctxt.es.

Quedan 22 meses de pensiones. Enjoy


25 de Mayo de 2016 
La deuda lo es todo. Incluso es un modo de comunicación. Desde que empezó la crisis, las instancias en las que fue posible la democracia --los Estados-- se han comunicado con las nuevas instancias no democráticas y poseedoras de poder real --BCE, FMI, Comisión Europea, RFA--, a través de la deuda. Curiosamente, al parecer, a través de comunicación escrita, explícita y formal, como la carta del BCE que recibió ZP en 2010, o la carta que ha enviado Rajoy a la Comisión Europea, en la que habla de una nueva oleada de recortes. Estilísticamente, son cartas severas y ejecutivas, en las que, no obstante, se utiliza un lenguaje que aplaza u oculta la magnitud de lo indicado. Tanto la carta remitida por el BCE como la carta emitida por Rajoy, suponen una ruptura  --radical: el fin, con todas las letras, de la democracia tal y como quedó en 1945--, si bien no aluden directamente a ello. Sorprende, aun así, el uso de la palabra escrita para tratar temas escabrosos, expuestos, en el futuro, a una interpretación histórica poco épica. Quizás, la explicación es que el uso de la palabra escrita en momentos de reacción es una suerte de tradición europea. Obama --otra cultura que, por ejemplo, no gaseó a sus ciudadanos en el siglo XX-- parece ser que no optó por el mensaje escrito, sino por una llamada telefónica e informal a ZP. Una llamada muy importante pues, todo apunta a ello, fue el detonante del abandono del bienestar en 2010. ¿Por qué los europeos optan por el formalismo? ¿Por qué optan por escribir, de forma vaga pero efectiva, lo que, se supone, pactan y hablan continuamente y desarrollan, posteriormente, en documentos de orden legal? Hipótesis: posiblemente, tanto los Estados como las otras instancias tienen interés en que todo quede por escrito, por la misma razón que un oficial de artillería siempre pide por escrito la orden de disparar contra sus propias fuerzas. Para corresponsabilizarse, para no ser el pringado que vaya a un Consejo de Guerra. Europa, en fin, y al contrario que los EE. UU., tiene una vasta tradición de barbarie que, por ejemplo, hizo que esas notas escritas, ese estilo del comunicado, proliferaran tanto en el siglo XX. Están volviendo en el XXI. Glups.

Bueno. La deuda es una suerte de comunicación entre los Estados y sus superiores. Sorprendentemente, esa comunicación se interrumpe más allá de esas dos instancias. La deuda, lo que está pasando 24 horas al día, lo que modula la política, la economía, la crisis social, no sólo aparece poco en la política oficial local, sino que aparece poco o nada en las campañas electorales, esos momentos de comunicación política en 3D. La deuda no apareció en las pasadas elecciones, en su grado y calidad. Y, al parecer, no lo hará, en la importancia que tiene, en estas. Sobre el concepto la-importancia-que-tiene: la deuda está vertebrando dos temas que, por sí solos, suponen una crisis de sistema inviable y, por lo mismo, suponen una fallida de la política local. 

Ninguno de los grandes partidos parece, en fin, encarar esos dos temas. O, tan siquiera, verbalizarlos. Se trata de a) el reajuste resultante de las, ejem, mentiras contables del Gobierno Rajoy a la Comisión. Se trata de un reajuste pendiente de 8.000 millones, que serán, todo apunta a ello, 10.000 tras la multa que la Comisión impondrá al Estado en julio. Se ha escogido esa fecha, se supone, para presionar la formación de un Gobierno sensible a solucionar ese nuevo recorte --la deuda, en fin, es comunicación, etc.-- y que, según la nota de Rajoy, puede integrar, por otra parte, nuevos recortes. De lo poco comunicado por los grandes partidos es que confían negociar el interés y el plazo, posibilidad inaugurada esta semana en Grecia. Lo que es muy poco y lo que presagia un nuevo desballestamiento, incalculable y ya difícil de imaginar, en el Bienestar.

Informe del Fondo de Reserve 2015. Ministerio de Empleo y Seguridad Social. 

Informe del Fondo de Reserve 2015. Ministerio de Empleo y Seguridad Social. 
Aun así, el tema a) es la buena noticia, si consideramos en su verdadera dimensión dramática el tema b).  Tema b): el Fondo de Reserva de la Seguridad Social tiene líquido para poco más o poco menos de dos años. El Fondo de Reserva de la Seguridad Social es el fondo, invertido en deuda, que garantiza el cobro de pensiones. Fue creado en 2000, a la luz del Pacto de Toledo, un acuerdo tan sobrepasado en el tiempo que, en ocasiones, se confunde con el Concilio de Toledo, en el que los visigodos abandonaron el arrianismo y abrazaron la fe verdadera. En 2011 el Fondo estaba rollizo y alcanzó un superávit histórico de 66.815 millones de euros. Al año siguiente, el Gobierno Rajoy empezó a utilizar este fondo intocable, y que hasta ese momento sólo había crecido, para pagar pensiones, a falta de otro líquido. En tan sólo 5 años de esa dinámica de meter la mano en el cajón, tan telúrica, el fondo se ha visto reducido hasta la cifra de 32.461 millones. Es decir, ha perdido cerca de su 40%. Si prosigue esa progresión, hay fondo de pensiones --es decir, pensiones-- hasta  2018. “O 2017. Todo esto esta en la web de la Seguridad Social, sorprende, por tanto, que nadie haya dado la voz de alarma", me dice Juan Moreno-Yagüe, diputado autonómico andaluz por Podemos y vicepresidente de la Cámara. La única voz de alarma, de hecho, ha sido una sordina del PSOE, emitida en esta precampaña, proponiendo crear un nuevo impuesto para sufragar unas pensiones que, en breve, carecerán de Fondo que las garantice y haga efectivas. Este problema, y su solución mediante endeudamiento, es lo que convirtió a Grecia en el Laboratorio de la Humanidad del siglo XXI.

Será curioso cómo nuestra clase política se encuentra de morros con estas dos consecuencias de la deuda y la austeridad, públicas y publicitadas, pero no comunicadas por ellos ni, al parecer, asumidas. Y será curioso ver cómo encara la segunda. En el sistema español, el pensionista es una pieza clave. Es el que más y más felizmente vota. Hasta cierto punto, es el sostén electoral de los grandes partidos. Si la deuda es comunicación entre los nuevos puntos de poder y los Estados, en España, las pensiones han sido la comunicación entre los grandes partidos y sus votantes decisivos. Tal vez, la única efectiva y que les pita, a estas alturas de partido. Al menos, hasta 2017 o 2018.

Una campaña que no se centre en estos dos temas sería un chiste. Y es posible que lo sea.

miércoles, 20 de abril de 2016

¿Qué es la izquierda?

Ya que andamos dándole tantas vueltas al tema de izquierdas y abajos, acá un breve texto de Bauman que me parece muy clarividente:

"Estos supuestos son la base para una izquierda asertiva que, en lugar de disculparse por su oposición a lo mayoritario, se esfuerce por crear y proteger valores que considera innegociables y por ser medida respecto a ellos. [...] El primer supuesto es que la labor de la comunidad es asegurar a sus miembros individuales ante el infortunio individual. Y el segundo es que, al igual que la capacidad de carga de un puente se mide según la fortaleza de su apoyo más débil, la calidad de una sociedad debería medirse por la calidad de vida de sus miembros más débiles. Estos dos supuestos constantes e innegociables sitúan a la izquierda en un conflicto permanente con la realidad de la condición humana bajo el capitalismo."

miércoles, 13 de abril de 2016

Construyendo y deconstruyendo miedos

De nuevo vuelvo al libro de "Enclaves de riesgo", esta vez para ver cómo se construyen y combaten los miedos que los habitan...

"La adhesión al dispositivo securitario — esa fuerza cultural capaz de poner en el centro la desconfianza y de producir segregación social y espacial— es activa: no puede interpretarse en términos de subordinación aquiescente a la ideología de «el Poder». Encerrarse, vigilar, inhibirse y autocontenerse no son sinónimo de pasividad: la agencia está presente en cada una de las opciones que acompañan al miedo. No podemos dejar de ver autogestión en estas acciones. Pero cuando esa autogestión de la vida no está asociada al privilegio de ser considerado «víctima» (protegida por las autoridades), o es capaz de desactivar los miedos hablándolos, huir del control de arriba y reinventar comunidades a partir de la sensación común de vulnerabilidad, empezamos a comprender que a veces en el miedo —en su autogestión— está la llave. 

(...)

Algunos —y sobre todo algunas— han dado con el habla y la reflexividad acerca de sus propias condiciones como modo de gestionar la inseguridad subjetiva. Mediante la oralidad y la co-presencia pueden compartirse situaciones de relativa inquietud o temor, pasando a socializarse parte de la sobrecarga emocional individualizada. Es un lugar común señalar que uno de los usos socio-políticos más frecuentes del miedo es la atomización social, sin embargo, la narración de una historia de miedo o una llamada a la precaución, más allá de su contenido propio del imaginario securitario, pueden constituir el pretexto perfecto para establecer un diálogo en el espacio común, cuyo efecto es paradójicamente la reactualización de los cuidados vecinales que refuerzan el cuerpo colectivo.

Las prácticas de reflexividad compartida en espacios de habla íntimos —protagonizados por los cuidados— permiten atenuar la propia ansiedad y reconocer-se cierta agencia, al concluir que, en la propia forma de percibir el entorno, se producen cambios en los que además se puede incidir. Las narraciones sobre el propio miedo parecen ser menos traidoras que los discursos: son más consecuentes con la propia experiencia corporal. Hablar de los miedos, asumiendo la propia vulnerabilidad, es reconocer que existen temores incorporados que quizás no tengan tanta relación con la supuesta peligrosidad del entorno, tal y como los discursos mediáticos transmiten. La asunción de la fragilidad corporal de una mujer de ochenta años («ya no tengo las piernas tan bien para correr») o de la fragilidad social cuando se llega embarazada y de nuevas a un barrio («el barrio me parecía la boca del lobo, me daba miedo salir a la calle») permiten deconstruir el discurso de la inseguridad sin buscar sujetos culpables en el entorno para dar repuesta a las propias angustias vitales. No podemos desligar esta reflexividad de la sociabilidad: todo ocurre como si la interacción fuese un prerrequsito necesario para la resignificación. Hablando se elaboran duelos, se van in tegrando el cuerpo individual y el social. Se rescata lo negado —de fuera y de dentro— y se legitima: el discurso deja paso al relato personal. Si reflexionar consiste en alejar el zoom y verse en contexto, relacionar momentos autobiográficos con la aparición de ciertos miedos ayuda a prescindir de la policía como fuente de seguridad.


Como observamos, la exposición a acontecimientos violentos no tiene por qué dar como resultado la inhibición, la huida o el ataque —tal y como pos tularían los enfoques psicologistas— sino que puede abrir en cada situación un universo de posibilidades relacionales y reflexivas más allá del trauma. A pesar del miedo, esa reflexividad, que no es sino un trabajo sobre el propio cuerpo, acaba dando lugar a un afrontamiento del conflicto. Sentirse relajada ante una situación límite es fruto del aprendizaje de ciertas estrategias corporales, pero también de la asunción de la propia potencia. El baile con los propios fantasmas puede incluso transformar el miedo en gozo.


Hacer calceta con el miedo
 
A la cotidianeidad de las murallas, de las rejas y de las torretas se le oponen otras prácticas cotidianas capaces de atravesar las fronteras o de anular la visibilidad del ojo vigilante. El padre, desde el faro que todo lo alumbra, se pierde en el horizonte mientras que a su lado «los delincuentes de las prácticas» sobreviven, existen y a veces resisten. 36 Si el dispositivo securitario conforma una serie de estructuras espaciales y temporales en las que se ven encuadrados los individuos a través de sus identidades y enclaves segregados, una suerte de resistencia a lo prescrito lo constituyen las prácticas de sociabilidad y espacialización llevadas a cabo incluso por personas que se sienten vulnerables, con miedo. El barrio segregado se desatomiza cuando sus vecinos interactúan de manera mestiza y cuando disuelven las fronteras ante la policía (por ejemplo, cuando se cogen del brazo un cuerpo negro y otro blanco para atravesar un check point). Incluso la arquitectura separadora se ve sometida a modificaciones mediante la intervención desde abajo sobre el mobiliario urbano (por ejemplo, juntando bancos en un parque para adoptar la forma circular del encuentro horizontal). La sociabilidad y la espacialización se integran cuando un grupo de personas vulnerabilizadas se apropia colectivamente de los callejones y los oscuros descampados. La continua producción de espacios comunes ayuda a tejer puntada a puntada la manta que permite soportar el largo invierno neoliberal: desenrollando los hilos replegados sobre sí mismos en forma de bobina para entrelazarlos unos con otros en una sola pieza que permita resistir con fuerza a través de los puntos de encuentro.
 

Esas (contra)artesanías del miedo, cuando son sometidas a reflexión colectiva, son incluso capaces de generar movilización. La gestión de la heroína que hicieron las Madres Contra la Droga —una suerte de biopolítica desde abajo que incidía sobre el entorno y no sobre los sujetos— no puede dejar de ser un referente. Por un lado, impugnaron el discurso culpabilizador sobre ellas y sus hijos y, por otro, dieron la vuelta a su condición materna asociada a la vulnerabilidad para oponerla física y simbólicamente a la violencia hipermasculina de los narcos y a la protección paternalista de la policía. 37 La identificación de las agencias de quienes luchan contra la criminalización de los migrantes, además de desestigmatizar a los sujetos culpabilizados, puede ayudar a innovar políticamente y a generar nuevas relaciones sociales basadas en la cooperación y en la horizontalidad a partir del miedo. Un miedo que cuando no busca representación política, subvierte el dispositivo securitario: no se trata solo de una denuncia de la videovigilancia en Lavapiés o de unas Brigadas Vecinales que invierten el control («Vigilando a los vigilantes»), sino de lo nuevo que irrumpe en el apogeo del encuentro en las plazas y que fabrica los rudimentos artesanales necesarios para vivir una vida en común."


jueves, 7 de abril de 2016

¿Adónde vamos con estos trenes?

Sobre trenes, inversiones y sentido común. Aparecido en Diagonal  



Último tren con destino al pueblo

Álvaro Minguito



  



Martes 9 de febrero de 2016 en  Barcelona. Enésima jornada de caos en Rodalies Renfe, la red de trenes de Cercanías de la ciudad. 100.000 usuarios se ven afectados por las incidencias en cadena que provoca un incendio en una pequeña estación –Vilanova Bifurcació, nunca utilizada– del Administrador de Infraes­tructuras Ferroviarias (Adif), la empresa pública dependiente del Minis­terio de Fomento cuyo objetivo es la construcción de líneas de ferrocarril y la gestión de su explotación.

Presupuestos Generales del Es­ta­do 2016. La inversión total destinada a ferrocarriles es de 5.460 millones. El 67% de ese dinero va a parar a la alta velocidad, por donde circula un exiguo 6,84% de los viajeros, lanzaderas de media distancia incluidas. El montante destinado a Cercanías, que suman el 87,86% del total de viajeros de tren en el Es­tado, es sólo del 5%, trece veces menor que el del AVE, a pesar de que esta red registra, precisamente, trece veces más pasajeros. Se podría decir que alguien ha equivocado las cifras.
La falta de inversión en las redes convencionales y de Cercanías es una reivindicación clásica del sector desde que comenzó el periplo de la alta velocidad en España, una historia que comienza a finales de los 80 en dos lugares: Brazatortas (Ciudad Real) y Sevilla.

En 1987, el PSOE aprobaba el Plan de Transporte Ferroviario (PTF), actuación de 2,1 billones de pesetas entre los años 1987 y 2000 destinada a modernizar una anticuada red, desarrollada en buena medida en el siglo XIX. “Era un plan más o menos sensato, que pretendía poner una parte importante de la red a velocidades de 160 y 200 km/h”, explica Paco Segura, especialista en Trans­porte de Ecologistas en Ac­ción. Sin embargo, un año después, el futuro del PTF cambiaba: el PSOE decidía construir una línea de alta velocidad entre Madrid y Sevilla para deslumbrar al mundo en la Expo­sición Universal de la capital hispalense de 1992.




El PTF contemplaba la creación de la variante Brazatortas-Córdoba, con una línea convencional mejorada, como alternativa a la entrada a Andalucía por Despeñaperros, donde había un cuello de botella ferroviario con vía única. El coste de esta obra: 77.000 millones de pesetas. Pero aquel proyecto se desechó por el AVE Madrid-Sevilla, cuyo coste inicial era de 260.000 millones, y finalmente ascendió a 600.000. Un presupuesto ocho veces superior para ahorrar 45 minutos de trayecto. “Esto marcó una tendencia, la gente se quedó embobada con el AVE y se dejó sin presupuesto a toda la red”, explica Segura.

La construcción de un kilómetro de AVE cuesta actualmente en torno a 18 millones de euros, más de diez veces más que uno de vía convencional modernizada. La misma proporción se puede aplicar al coste de mantenimiento, que en la alta velocidad española ronda los 100.000 euros por kilómetro al año. Una de las consecuencias de todo esto es una deuda de 14.000 millones de euros en Adif (separada de Renfe desde 2005 gracias a la Ley del Sector Ferroviario), y de 4.500 en Renfe, una entidad que la semana pasada anunciaba que por fin conseguía beneficios, de 37 millones de euros en 2015. Alguien olvidó mencionar el detalle de la deuda.

Red sobredimensionada

España es el Estado con más kilómetros de alta velocidad por habitante. Su red, de 3.100 km, es superior en extensión a las de Francia y Japón, y sólo es superada por la china, de 11.000 km. Sin embargo, está sobredimensionada y la ocupación es claramente inferior. “Cualquier kilómetro de alta velocidad francesa tiene entre cinco y siete veces más pasajeros que uno español, y en Japón la cifra se eleva a 17. Tenemos mucha infraestructura, pero poca utilización”, explica Segura. Además, al mismo tiempo que se realizaron estas obras se aumentaba la red viaria, que llevó a España a ser el país europeo con más kilómetros de autovías. “El negocio y el interés era la obra por la obra, que generaba comisiones e intereses de grupos muy poderosos, como las grandes constructoras”.

“ACS, Ferrovial… en todas las obras del AVE aparecen las grandes constructoras”, apunta por su parte Fernando Bermejo, secretario de Comunicación del Sector Federal Ferroviario de CGT. “Son infraestructuras muy costosas, cuya inversión no se va a recuperar nunca, salvo quizá alguna línea puntual como Madrid-Barcelona”, continúa. Las cifras son tales que Segura las compara con las políticas de austeridad: “En 2010 y 2011 los recortes en prestaciones sociales rondaron los 15.000 millones, en AVE gastamos 12.000. Hay que ponerlo en estos términos, estamos jugando con listas de espera de meses para operaciones de cáncer. Es una paradoja, seguimos siendo el país europeo que más porcentaje del PIB dedica a infraestructuras de transporte, pero el peor de la UE de los 15 en prestaciones sociales”.

Todo esto ha servido para mejorar las infraestructuras ferroviarias, se podría argumentar. Pero eso depende de si se vive en uno de los pocos grandes núcleos urbanos con estación de AVE, y sobre todo del poder adquisitivo del usuario. A pesar de la última política de rebaja de precios –“billetes subvencionados en más del 50% por todos”, recuerda Bermejo–, un billete de AVE sigue sin estar al alcance de cualquier bolsillo. Esta carestía y elitización del tren ha expulsado a mucha gente a la carretera. “Un billete Madrid-Barcelona de ida y vuelta cuesta unos 200 euros, 800 euros para una familia de cuatro personas. ¿Qué haces? Pues coges el coche o el autobús”, remarca Segura.

Pero donde las consecuencias se convierten en dramáticas es en la vertebración territorial. Al contrario de lo que los eslóganes de Renfe afirman, la alta velocidad desvertebra el territorio. “Cada vez que se inaugura una línea de AVE se cierra el resto de servicios de esa línea”, recuerda Segura. Esto se produce por varios motivos: la elección del ancho de vía internacional, más estrecho que el ibérico –lo que hace que la red de alta velocidad esté desconectada de la convencional– y las propias características del AVE, ya que “para que vaya tan rápido no puede esquivar obstáculos, tiene que quitarlos de enmedio o agujerearlos”, cuenta este especialista en Transporte. El resultado: decenas de servicios suprimidos y disminución de frecuencias, lo que borra del mapa a cientos de poblaciones, con las consecuencias económicas y sociales que ello conlleva, por no hablar del coste medioambiental y económico de semejantes infraestructuras. El último ejemplo, el AVE Madrid-Galicia, que, tal como explica Segura, cuesta 8.500 millones de euros cuando se calcula que hay una densidad de tráfico para tres trenes al día por sentido. “Si lo divides por cada pasajero te sale más barato llevarlos en limusina”.


La misma historia se repite respecto al coste energético. Según estudios de Ecologistas en Acción, una persona consume unos 13 litros de gasoil por viaje de AVE, mientras que construirlo ha costado otros 10. “El impacto ambiental es tremendo”, concluye Segura. Para más inri, el AVE no permite mercancías, lo que implica que el tráfico de éstas por tren en España esté en el 4%, y en caída libre (la media europea es del 20%).

Privatización desde Europa

El futuro del sector ferroviario español no arroja mejores perspectivas. El cuarto paquete ferroviario se encuentra ahora mismo en negociaciones entre la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos. La directiva resultante de su culminación implicaría, bajo el paraguas de crear un espacio ferroviario único europeo, ampliar la liberalización del sector. “Lo que más nos preocupa de lo que plantean es que el gestor de la infraestructura y el operador no podrían formar parte del mismo holding, con lo cual una misma empresa pública no podría hacerse cargo de todo el servicio”, explica Tania González, eurodiputa de Podemos. “Lo que suponemos es que la pública se quedaría con la infraestructura, que no da beneficios, y los operadores privados con el servicio, lo que pone en riesgo el valor de servicio público del tren”.

La estructura empresarial ferroviaria en España ya responde a esta concepción, con Adif, dividida desde 2014 en dos sociedades (una para la red convencional y otra para alta velocidad), como gestora de las infraestructuras, y Renfe Operadora, con cuatro (Viajeros, Mercancías, Fabri­cación y Mantenimiento y Alquiler de Material), como principal operadora. Sin embargo, compañías como ACS, Acciona o Ferrovial ya se han posicionado como futuros operadores privados. De hecho, tal como apunta Bermejo, “Renfe Alquiler de Material está destinada al alquiler a bajo coste a operadoras privadas que el Gobierno está tratando por todos los medios que entren, rebajándoles cánones y enfocando toda la normativa para la privatización”.

Culminaría un proceso que se ha fumado buena parte de los derechos laborales de los trabajadores y que ha llevado a situaciones como las que se viven actualmente, con trenes de mercancías operados por diferentes compañías y con multitud de empresas trabajando en un mismo espacio, ya sea una vía o una estación, “lo que genera problemas por intereses cruzados a la hora de dar respuesta a situaciones de emergencia, retrasos, etc”. Además, la licitación de multitud de servicios, de la limpieza a la gestión de estaciones, ha provocado más precarización del sector.

Además, tal como alerta González, está el peligro de la pérdida de servicios de tren no rentables “que no tengan afluencia pero que sean necesarios para la movilidad y la vida de la gente”. Es lo que ha pasado con las 48 líneas que planteaba recortar, o eliminar, el Plan de supresión de trayectos y reducción de frecuencias 2013, una cifra mucho mayor si se contempla desde los comienzos del AVE. Este plan fue producto del RDL 4/2013, por el cual se aprobaba un catálogo de líneas de interés general, que debían tener más de un 15% de ocupación, susceptibles de subvención. En caso contrario, podrían ser blanco de limitación o desaparición.
 
Entonces, ¿qué modelo ferroviario podría revertir esta situación?

“Apos­tar por el ferrocarril convencional, alejado de las grandes obras, más ecológico y más seguro”, apunta González. “Sin necesidad de derribar nada, se pueden hacer inversiones para que se compatibilice el sistema convencional y la infraestructura de alta velocidad, para que se puedan intercalar trenes con paradas intermedias”, aporta Bermejo. Por último, Segura concluye: “Lo primero es parar lo que está a medias, y después sentarse, ver cuál es la mejor forma de reconvertirlo, generar muchos más servicios por las líneas que hay y reflexionar hacia dónde vamos, con qué dinero contamos y qué recursos queremos emplear como sociedad en este medio de transporte”.