lunes, 27 de febrero de 2017

Conflictos e institución

Otras notas de "Política y miseria", de Raul Zibecci, para seguir recogiendo propuestas a pensar a partir del análisis de los conflictos laborales ocurridos durante varios años en una fábrica uruguaya:

"Los motivos de conflicto suelen estar vinculados con la disciplina y los ritmos de trabajo, pero los pequeños hechos que los desencadenan están muy lejos de relacionarse con la imagen ideologizada de una clase obrera politizada y portadora de una misión histórica que se tiene en la izquierda. En general son hechos muy puntuales, vinculados a la dignidad de las personas, o lo que éstas conside-
ran como dignidad en un momento determinado de sus vidas.


El concepto de conflicto debe ser despojado también de cualquier carácter ideológico preconcebido. En este caso, conflicto es el momento en que se dicen/actúan en voz alta y en el espacio público, las mismas cosas que en la cotidianidad se vienen hablando/ensayando desde tiempo atrás (Scott, 2000). Con lo anterior quiero decir que el conflicto es cotidiano y reviste las formas de la cotidianidad: se dispara por cuestiones subjetivas, no estructurales, objetivas o ideológicas. Suelen ser conflictos sin sujeto o con sujetos difusos, aun cuando sean personas concretas las que los encarnen. Los individuos se disuelven en el colectivo, no sólo porque se esconden en la multitud para evitar la individualización que generaría sanciones sino, sobre todo, porque es el espíritu de comunidad-multitud lo que legitima moralmente las acciones que son llevadas a cabo por personas concretas. Eso garantiza el silencio protector del colectivo, que suele mantenerse sin fisuras pese a las amenazas.
Cuando el conflicto se institucionaliza deja de ser conflicto y el lugar de la comunidad lo ocupan instituciones, reglas, procedimientos. O sea, burocracias en las que el procedimiento se convierte en el sujeto, velando así las contradicciones de clase, enmascarando los intereses y contradicciones. Cuando el Estado consigue que el procedimiento ocupe el lugar del conflicto, podemos asegurar
que estamos ante una derrota sin paliativos de la clase obrera, que no puede existir fuera del conflicto. Cualquier mirada esencialista o estructural del proletariado, sirve a los intereses del Estado-Nación y va a contracorriente del espíritu de emancipación.

(...)

La multitud triunfa donde la clase fracasa. Por multitud entiendo la comunidad de experiencias compartidas, amorfa, eficiente, espontánea, sorpresiva y sorprendente, sin órganos separados ni jerarquías hacia fuera: la “muchedumbre” estudiada por Rudé, donde las relaciones cara a cara y el contacto directo son insustituibles (Rudé, 1971).

(...)

La clase implica jerarquización de las diferencias internas de la multitud y la operación con planes preestablecidos, en relación instrumental de costos y beneficios. La clase es la institucionalización de la comunidad/multitud y, por lo tanto, su derrota. La multitud cristaliza en clase cuando su poder instituyente se congela en instituciones fijas y permanentes, estadocéntricas (sindicato, partido,
movimiento incluso); en identidades capturables y mensurables por el Estado y transables por el capital. La clase consigue triunfos formales porque ya está derrotada, ya que no puede triunfar allí donde la emancipación tiene algún sentido, en las relaciones cara a cara entre opresores y oprimidos, en la deconstrucción del trabajo abstracto, o sea en el taller." 



domingo, 19 de febrero de 2017

Pobreza Nunca más

 Este 2017 tenemos que conseguir que esta campaña resuene por todos lados. No podemos permitir que la lucha contra la pobreza siga siendo un decorado de fondo...


Pobreza Nunca más


La extrema pobreza es violencia, provoca humillaciones, encierra en el silencio y destruye vidas. Sin embargo, la miseria no es inevitable. Así como rechazamos la esclavitud y el apartheid, rechazamos la extrema pobreza y el derroche humano que representa. Quienes la sufren no dejan de resistir y el mundo necesita de su inteligencia y valentía para superar los desafíos que afronta. En el mundo entero, personas en situación de exclusión se hacen oír y actúan, otras se suman a ellas para construir juntas un mundo de paz que no deje a nadie atrás.




Y para quien quiera conocer quién está en el origen de este Movimiento, nada mejor que este vídeo:

domingo, 5 de febrero de 2017

Desde la comunidad

El libro de "Política y miseria", de Raul Zibecci, es ideal para una lectura compartida y debatida, porque abunda en temas polémicos con un posicionamiento muy claro, con el que no termino de estar de acuerdo, pero que obliga a replantear la toma de postura que cada uno tenemos. Y, sobre todo, apunta al final algunas cuestiones que creo que es esencial tomar en cuenta a la hora de plantearnos una transformación a fondo y con sentido del sistema. Acá recojo algunas de ellas sobre el tema de la comunidad como clave de resistencia y lucha:

"La forma comunidad es la que revisten tanto las micro-resistencias como las grandes rebeliones. En el taller, en la cotidianeidad, se enfrentan decenas y cientos de obreros y obreras con un puñado de controladores, en una clara situación de inferioridad individual. Deben asumir la forma anónima de un todo orgánico, indivisible, para evitar la sanción y el castigo que siempre son individualizados, ya que el castigo colectivo no hace sino fortalecer la comunidad. 

Por comunidad entiendo la experiencia compartida; pero esa experiencia en la realidad no la comparten los miles de obreros de una fábrica, sino sólo las decenas o escasos cientos que integran una sección. La lucha de toda una fábrica es una situación poco común, que se puede producir durante un lapso breve cada cierto tiempo. En general, son luchas de secciones, y hay ciertamente secciones mucho más conflictivas que otras, ya sea por las condiciones de trabajo, el tipo de personas que las integran o por la presencia de personajes odiados por el colectivo. Que una sección entera pare cada vez que llega el capataz, como sucedía todos los días en Telares en Juan Lacaze, es porque el personaje es odiado por todos, y porque todos forman un cuerpo único por lo menos frente a ese capataz. Cuando una sección hace un paro porque una obrera fue manoseada por el jefe, sucede algo similar: la sección se ha convertido en una comunidad en la cual la agresión a un miembro es sentida como una violencia inaceptable por el colectivo.


El capital aborrece la comunidad, no puede dominarla y por lo tanto no puede extraerle plusvalor. El capital llegó al mundo destruyendo la comunidad, porque “la llamada acumulación primitiva no es sino la destrucción de la comunidad precapitalista” (Chatterjee, 167). El Estado-Nación, aliado necesario del capital, también necesita anular la comunidad, trasmutarla en nación porque “no puede reconocer dentro de su jurisdicción ninguna forma de comunidad, excepto la forma singular, predeterminada y demográficamente cuantificable de la nación” (ídem: 171). Por eso las independencias de nuestras naciones, que conjugaron en un mismo proceso la creación del Estado-Nación y la profundización del capitalismo, le hicieron la guerra a las comunidades indias, negras, cimarronas y aun criollas donde las hubiera, hasta exterminarlas. Y, por eso también, las resistencias al capital y a la dominación asumen la forma ética y política de comunidad."