sábado, 17 de agosto de 2013

Contra la universalidad sanitaria

Es necesario difundir mensajes como este de Yo Sí  para que entendamos mejor lo que está en juego al cambiar el modelo de nuestro sistema sanitario: 


Que el árbol no nos tape el bosque.

El bosque (nuestro modelo sanitario) y el árbol (cada una de las medidas que se adoptan en torno a él), de eso se trata. Otra vez el Gobierno nos ha brindado en apenas una semana datos fragmentados, divisibles, como si unos no se vincularan con otros, como si cada una de las partes no tuviera que ver con ese todo llamado Real Decreto Ley 16/2012 que desde hace un año excluye del acceso al derecho a la protección de la salud a cientas de miles de personas y ahora, con las nuevas medidas, mercantiliza la salud de todas, sin excepción.

Inmigrantes por un lado, reproducción asistida de mujeres solteras y lesbianas por otro, más allá el cobro del servicio no urgente en ambulancias, más acá el precio de un derecho que deja de serlo para convertirse en mercancía… y en el centro de la opinión pública debates aislados que se instalan en los medios reduciendo nuestra capacidad de ver un bosque al que cada día se le talan más árboles, de aquí y de allá, de todos lados. Abandonar la universalidad de un derecho para extender la exclusión y mercantilizar nuestras vidas, de eso se trata.

lunes, 12 de agosto de 2013

La maldición de l@s baj@s

De 1984, de George Orwell:

"Durante todo el tiempo de que se tiene noticia, probablemente desde fines del período neolítico, ha habido en el mundo tres clases de personas: los Altos, los Medianos y los Bajos. Se han subdividido de muchos modos, han llevado muy diversos nombres y su número relativo, así como la actitud que han guardado unos hacia otros, han variado de época en época; pero la estructura esencial de la sociedad nunca ha cambiado. Incluso después de enormes con mociones y de cambios que parecían irrevocables, la misma estructura ha vuelto a imponerse, igual que un giroscopio vuelve siempre a la posición de equilibrio por mucho que lo empujemos en un sentido o en otro.

Los fines de estos tres grupos son inconciliables. Los Altos quieren quedarse donde están. Los Medianos tratan de arrebatarles sus puestos a los Altos. La finalidad de los Bajos, cuando la tienen - porque su principal característica es hallarse aplastados por las exigencias de la vida cotidiana -, consiste en abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos los hombres sean iguales. Así, vuelve a presentarse continuamente la misma lucha social. Durante largos períodos, parece que los Altos se encuentran muy seguros en su poder, pero siempre llega un momento en que pierden la confianza en sí mismos o se debilita su capacidad para gobernar, o ambas cosas a la vez. Entonces son derrotados por los Medianos, que llevan junto a ellos a los Bajos porque les han asegurado que ellos representan la libertad y la justicia. En cuanto logran sus objetivos, los Medianos abandonan a los Bajos y los relegan a su antigua posición de servidumbre, convirtiéndose ellos en los Altos. Entonces, un grupo de los Medianos se separa de los demás y empiezan a luchar entre ellos. De los tres grupos, solamente los Bajos no logran sus objetivos ni siquiera transitoriamente. Sería exagerado afirmar que en toda la Historia no ha habido progreso material. Aun hoy, en un período de decadencia, el ser humano se encuentra mejor que hace unos cuantos siglos. Pero ninguna reforma ni revolución alguna han conseguido acercarse ni un milímetro a la igualdad humana. Desde el punto de vista de los Bajos, ningún cambio histórico ha significado mucho más que un cambio en el nombre de sus amos."

viernes, 9 de agosto de 2013

Khawuleza mama

La vida se renueva, se regala una y otra vez y crece en esta ofrenda continua. Por segunda vez acogemos en nuestros brazos a una pequeña niña que viene para quedarse y acompañarnos mientras crecemos junt@s. Porque de nuevo, este nacimiento se acompaña de muchos otros en cada un@ de quienes tenemos la suerte de estar alrededor. Pero quizás el más hermoso es el renacer de esa madre que acoge y nutre, que abraza y consuela, esa madre fuente de vida.

Y es que contemplando esa estampa de nuevo tan cotidiana no puedo evitar acordarme de una estremecedora canción de Miriam Makeba, "Khawuleza". "Khawuleza mama" ("de prisa, mamá") era el mantra con el que los niños sudafricanos esperaban el regreso de sus madres mientras veían merodear a la policía del régimen racista: "Khawuleza mamá, por favor, no dejes que te atrapen". Porque no hay nada más valioso.