martes, 25 de junio de 2013

¿Contra los pobres o contra la pobreza?

Artículo recuperado del blog "Extrema pobreza y derechos humanos"


“Esto te lo digo como amiga, no como trabajadora social. Pero estando como estás sólo con tus hijos, sin trabajo y con la deuda de luz y piso que tienes, no vayas a pedir ayuda a Servicios Sociales, porque te van a quitar a los niños”.

 Así de crudo. Cuando estás en una situación desesperada, cuando tus esfuerzos no consiguen dar frutos, cuando las alternativas para salir adelante se van esfumando una tras otra… Ni se te ocurra acudir a quiénes desde la administración pública se encargan de la atención de quiénes más dificultades tienen. Eso lo dice una profesional, pero eso lo he escuchado muchas veces en boca de personas en situación de pobreza: “Lo único que quieren es controlar”, “Te están preguntando todo el rato ¿has pagado la luz? ¿van los niños al colegio? ¿comen bien? Y si fallas, te quitan a los niños”.

Una Militante Cuarto Mundo explica muy bien la trampa de base que hay en este sistema: “No hay ninguna ayuda gratuita, porque no lo hay. Porque por un lado te están dando, y por el otro lado te están quitando, como el perro y la presa cuando la engancha. Esa es la maldad que hay. Te la están dando, pero te están vigilando. Tienes que andar con ellos con pies de plomo, por si te denuncian. Una educadora, te la mandan para que te ayude, no te la van a dar para que te vigile. Pero se quedan con todo: si llevas el piso limpio, si no lo llevas limpio...”

Desgraciadamente, así funciona hoy por hoy nuestro sistema de “protección social”. Y desde ahí surge nuestro reto, conseguir cortocircuitar esta mecánica perversa a través del compromiso personal de quienes, más allá de su rol de “profesionales” o “usuarios” se empeñan en buscar alternativas dignas que respeten de manera integral los derechos de todos y todas.

Continuamos en camino, buscando construir otros mundos posibles en este en el que vivimos…

sábado, 22 de junio de 2013

Centroáfrica

El otro día tuve la suerte de poder conocer y escuchar a Bèatrice Epaye hablar sobre la dura realidad de su país, apremiada por la urgencia de hacer conocer lo que se está viviendo allí, pero al mismo tiempo serena y esperanzada pese a todo. Creo que por eso merece la pena difundir esta entrevista de Lydia Molina que tan bien recoge su mensaje:


“La población está muriendo en silencio porque nadie mira hacia la República Centroafricana”


"Hablad de la República Centroafricana porque, si nadie habla de nosotros, estamos condenados al olvido”. Béatrice Epaye, ex ministra de ese país, termina con este alegato la entrevista con eldiario.es y reconoce que, cuando se encuentra frente a un micrófono, toda su obsesión es hacer girar el foco de la atención política y mediática hacia Centroáfrica. “El mundo no sabe lo que estamos viviendo. La población está sufriendo y muriendo en silencio porque nadie mira hacia la República Centroafricana”, insiste. “Se habla de Siria o de la República Democrática del Congo, pero nadie habla de RC ni antes, ni ahora. Es una crisis olvidada”.

Y es cierto. El país, de cuatro millones y medio de habitantes y uno de los diez más pobres del mundo, sufrió un golpe de estado en marzo y lleva meses viviendo un clima de violencia insostenible, sin apenas recibir cobertura internacional.

viernes, 21 de junio de 2013

De gitanos y hombres

El pueblo gitano sigue siendo considerado como un aparte, como un grupo humano que en nuestra sociedad no sabemos cómo situar, con el que no sabemos cómo relacionarnos más allá del prejuicio, el chiste fácil o la invisibilización. Por eso son tan interesantes trabajos como el que comparte en esta charla y en este documento Isaac Motos, ya que nos permiten descubrir la política permanente de rechazo que ha sufrido este pueblo, al que las dos opciones que se le han ofrecido siempre han sido o la expulsion o la adaptación a las normas y culturas de otros, aún costa de las propias. Algo que desgraciadamente sigue siendo muy actual en el discurso dominante: que se adapten o que se vayan de nuestros barrios, de nuestro entorno, de nuestras ciudades... Parece que es lo único que nos interesa de ell@s, y va haciendo mella, mucha mella, en su cultura y formas de ser y estar, que en gran medida van desapareciendo. Pero es que son ya más de quinientos años resistiendo en nuestro país el maltrato y el rechazo.


jueves, 20 de junio de 2013

El Heroe

Hay libros que una vez leídos te hacen acordarte de antiguos y actuales compañeros compañeros de camino con los que te gustaría poder compartirlo, hacérselo leer para luego poder saborear juntos las diversas lecturas que haya hecho cada uno. Esto es justamente lo que me ha pasado a mí al devorar los dos tomos (que aún sumando más de 500 páginas entre ambos se devoran rápidamente, porque cada vez va a más el relato) de "El Héroe", de uno de los grandes autores de comic que hay en nuestro país, David Rubín.

Y apetece hacerlo leer a otr@s porque si no no es posible explicar con palabras todo lo que pasando por dentro de uno mientras se deja llevar por esta aventura. Se podría contar mucho sobre la historia, sus diversos niveles, el dibujo, el ritmo... Y no decir nada al mismo tiempo.



Así que poco más puedo hacer que recomendarlo y, en todo caso, asomarse a la presentación del libro que hace el propio autor, que permite entender mejor desde donde enfoca esta propuesta a la que nos invita.

miércoles, 19 de junio de 2013

Formalizar la esperanza

Artículo recuperado del blog "Extrema pobreza y derechos humanos"


Antonio Gabarres
Raquel Enbid
Daniel García


Desde hace unos meses, en España todo gira en torno a una palabra: “crisis”. Una palabra mágica que funciona como una especie de justificación universal para cualquier problema que surja, para cualquiera de esas propuestas de “ajustarse el cinturón” que parecen encadenarse unas con otras: “es por la crisis”. Como queriendo dejar claro que es algo provisional, que pasará, y que esta difícil situación por la que pasamos será superada por un futuro en el que podremos volver a disfrutar de un estado de mayor tranquilidad y bienestar.

Sin embargo, esta crisis no es algo excepcional ni transitoria, sino que es una muestra cada vez más clara de cómo funciona este sistema: apoyando al poderoso y exigiendo al que está en una situación más frágil.

Se habla de crisis en la economía, en el trabajo, en la vivienda... Crisis que se explican con datos, con números, que aparecen en los periódicos y las televisiones. Pero hay otras crisis, crisis concretas, que afectan a cada vida particular, experiencias que van más allá de lo que se puede contar: “Hay cosas que hay que vivirlas, si no no se pueden llegar a entender”. Los más pobres siempre han estado en crisis, desde que nacieron en un lugar y un tiempo que les colocó en una determinada posición social y que marcó profundamente sus posibilidades y los esfuerzos que tendrán que hacer para salir adelante.

Porque esta crisis es económica, pero no sólo. Es también una crisis de confianza en uno mismo, en las propias capacidades. Los miedos, la sensación de impotencia frente a unos problemas que nos superan constantemente, terminan haciéndonos sentir pequeños, capaces de poco más que de subsistir día a día. Es también una crisis en las relaciones, porque quienes viven en la pobreza cada vez pueden contar menos con el apoyo de su entorno y dependen más de profesionales que tienen mucho poder sobre ellos. Es, finalmente, una crisis de la esperanza. Porque durante mucho tiempo quienes viven en la pobreza han visto como la promesa de progreso y desarrollo para todos no se hacía real para ellos. Siguen en el mismo punto, en el mismo lugar dentro de la sociedad. Cada vez es más difícil ver salidas posibles. Y eso desespera.

La situación actual no ha hecho sino hacer más visible el lugar que los más pobres han habitado siempre. El lugar del no-trabajo, de la no-vivienda, de la no-seguridad, del no-futuro. Ahora son más sus habitantes, aunque siguen sin estar en las mismas condiciones. Pasar un tiempo en él es duro, muy duro. Permanecer, no encontrar la salida, machaca realmente a la persona.

Todo esto pone en crisis nuestra esperanza, y sobre todo la de quienes experimentan la realidad de la extrema pobreza en sus propias vidas. Afecta a nuestra capacidad de creer que es posible cambiar las cosas, salir de la pobreza, encontrar un lugar digno en la sociedad. Y, al mismo tiempo, necesitamos de esta esperanza para seguir luchando.

Porque desde la realidad de la extrema pobreza, no luchar es rendirse definitivamente. Por eso quienes la sufren siempre luchan, porque la vida avanza a través de esfuerzos cotidianos y constantes, de un constante intento por buscar alternativas. En su experiencia de vidas en crisis permanente, conocen muy bien lo que son los momentos de desesperanza, de oscuridad, de dolor. Y saben también que siempre es posible salir adelante, por duro que sea, si se tienen ganas de vivir y razones para seguir luchando.

Las respuestas reales las debemos buscar entre todos, partiendo del reconocimiento de que necesitamos la experiencia, el conocimiento y la capacidad que cada persona tiene para poder avanzar juntos. El objetivo fundamental no puede ser llegar muy lejos si esto se consigue a costa de dejar a gente en el camino. Nuestro horizonte debe ser llegar hasta un nosotros común, hacia un caminar compartido por un mundo y por una sociedad mejor para todos.

Para no abandonar este camino, o para retomarlo con fuerza, necesitamos recuperar la confianza en nosotros mismos y en los demás, volver a creer que es posible avanzar juntos, sentir de nuevo la alegría y la potencia que surge del encuentro entre diferentes: necesitamos formalizar la esperanza.

martes, 18 de junio de 2013

Ruidosa rabia, violento silencio

Cuando la desesperación alza la voz y se lanza al ataque, a por una presa en la que poder desahogar tanto dolor e impotencia, la frustración se torna fuerza; un objetivo parece permitir recuperar la vitalidad perdida; la muerte se disfraza de vida, aunque sea por un momento fugaz.

El carnaval de la rabia.

Cuando la fatiga y la desesperanza se unen tras golpear un día y otro, mes tras mes, entrelazando años, los labios se sellan callando rescoldos de sueños cada vez más lejanos; el vacío llena las manos cansadas de querer sentirse útiles; el vidrio se adueña de la mirada para proteger los restos del naufragio; la nada se asienta como dueña.

La ejecución del silencio.


domingo, 16 de junio de 2013

... los solteros y los casados

Y otro texto para aprovechar el impulso del último post, esta vez de Ciro Gonasti, encontrado dentro de esa maravilla de "Leer con niños" de Alba Rico. Eso sí, aclarar que cuando habla aquí de solteros y casados no se refiere al estado civil, sino a la manera de estar en el mundo: individualizado, centrado en uno mismo o  comprometido y reconociendo los lazos que nos unen a otros. Ahí va:

"Desconfío de los solteros. No pueden querer a los niños. No pueden querer la revolución. Ése es el mal de nuestro siglo y de nuestro mundo: está lleno de eslabones sueltos, de especies agotadas en su propia trivialidad, de hombres sin hijos que han perdido el respeto por las cosas, necesitadas de un futuro en el que sigan siendo lo que son. Hay que ser padre para respetar una cuchara. Los hombres sin hijos pueden querer el Bien, pero no pueden querer un mundo, aunque sea uno malo en el que los niños sonríen en la basura."

sábado, 15 de junio de 2013

Nosotr@s...

Por acá dejo un texto, extraído de un artículo de Marina Garcés, de los más completos y sugerentes que he leido hasta la fecha sobre qué es eso del "nosotr@s" en torno al cual giran tantos y tantos debates y proyectos. Muy necesario.

"El nosotros ha perdido algunos de los términos que habíamos conquistado para poder nombrar la fuerza emancipadora de lo colectivo: “nosotros, los proletarios”, “nosotros, los revolucionarios”, “nosotros, los hombres y mujeres libres”... Por otro lado, el noso tros ha reconquistado su fuerza de separación, de agregación defensiva y de confrontación: “nosotros, los americanos”, “nosotros, los musulmanes”, “nosotros, los demócratas”, “nosotros, los indígenas”... Así, el nosotros se nos ofrece como un refugio pero no como un horizonte de transformación. En el mundo global, no sólo el yo sino también el nosotros ha sido privatizado, encerrado en las lógicas del valor , la competencia y la identidad. 

(...)

Vida en común es el conjunto de relaciones tanto materiales como simbólicas que hacen posible una vida humana. Una vida humana no se basta nunca a sí misma. Es imposible ser sólo un individuo. Lo dice nuestro cuerpo, su hambre, su frío, la marca de su ombligo. Lo dice nuestra voz,con todos los acentos y tonalidades de nuestro entorno incorporados. Lo dice nuestra imaginación, capaz de componerse con realidades conocidas y desconocidas para crear otros sentidos y otras realidades. El ser humano es algo más que un ser social, su carácter relacional va más allá del hecho de que la sociedad sea el conjunto de circunstancias en las que se transform a su animalidad. El ser humano no puede decir yo sin decir al mismo tiempo nosotros.Nuestra historia moderna se ha construido sobre la negación de este principio tan
simple.

(...)

El nosotros, como horizonte cívico y/o revolucionario ha sido visto en nuestra cultura, de raíz cristiana, como la conciencia colectiva, reconciliada, que puede surgir de la superación de los cuerpos separados. Pero ¿y si los cuerpos no están ni juntos ni separados sino que proponen otra lógica relacional que no hemos sabido escuchar? Más allá de la dualidad unión/separación, los cuerpos se continúan. No sólo porque se reproducen, sino porque son finitos. Donde no llega mi mano, llega la de otro. Lo que no sabe mi cerebro, lo sabe el de otro. Lo que no veo a mi espalda lo ve alguien más... La finitud como condición no de la separación sino de la continuación es la base para otra concepción del nosotros, basada en la alianza y la solidaridad de los cuerpos vivos"




domingo, 9 de junio de 2013

Desutopía y revolución

Otros extractos más del libro "La potencia de los pobres", de Majid Rahnema y Jean Robert, que parece inagotable. Esta vez sobre la revolución y la utopía, con una perspectiva muy interesante y actual:

"La utopía es imaginada como un orden alternativo que no tiene anclaje en el aquí y ahora y cuya realización justificaría un gran incendio: la revolución. O también, ésta  puede  ser  concebida  como  un  “golpe  de  estado”  a  la  cumbre  que  tendrá  que reemplazar un orden por otro y debe, desde ya, estar cuidadosamente planificado. Este es por ejemplo el dilema de los que, intentando analizar el mundo como sistema, o un sistema-mundo,  constatan  sus  disfunciones  y  proponen  reemplazarlo  por  un  nuevo sistema. Concebida así, la revolución no es una construcción común sino un proyecto elitista que, en el nombre de un ideal o de un pueblo, se pone en marcha para él, jamás por él, para reemplazar un orden por otro.

(...)

La  desutopía  radical  es,  al  contrario,  una ruptura con esta ideología. En lugar de proyectarse en el ideal, se proyecta en el plano material y práctico. Además, una filosofía desutópica debe revelar las fuerzas reales en obra detrás de toda tentativa de ruptura con la ideología de mercado. Debe ser portadora de un proyecto de potencia en el libre  juego  de  los  encuentros,  juego  con  efectos esencialmente imprevisibles. En este sentido, la desutopía es una alternativa muy real de la que podemos decir que su posibilidad ya existe entre nosotros.

(...)

La utopía es de esta manera recuperable porque ella incita a padecer la crisis del mercado esperando mejores futuros. La desutopía invita al contrario a vivirla  en  su tensión constitutiva y a superarla por una praxis que tienda a la constitución de una nueva realidad. Más que una resistencia a la crisis, la desutopía es lucha contra el no-ser, los poderes de destrucción y el vacío ontológico. Es el descubrimiento de un  horizonte revolucionario real y futuro.

(...)

Regresado a “su plano de inmanencia,” el proyecto revolucionario no sabría reducirse a hacer la revolución, como  si  se  tratara  de  programar  un  “futuro  de  la  revolución” dependiente de la voluntad de un Homo faber. Este proyecto está más bien absorbido en los corrientes, salvajes e imprevisibles que cargan los devenires revolucionarios de una sociedad, por un trabajo interior constante sobre sí, y por la construcción de nuevas relaciones  en  el  aquí  y  ahora, a lo largo de encuentros cuyo efecto no está jamás conforme a un plan."

jueves, 6 de junio de 2013

Del trabajo y la pobreza (y II)

Seguimos con extractos del libro "La potencia de los pobres", de Majid Rahnema y Jean Robert
en torno al trabajo asalariado, su origen y sus consecuencias en el momento actual, que creo que dan luz sobre el momento que estamos viviendo ahora mismo:

"Creyendo restaurar el espíritu de las mutualidades tradicionales, la corona inglesa tuvo la  idea  de  distribuir  pan  a  los  pobres,  o  más  bien  de  darles  una  ayuda  mínima  de sobrevivencia calculada sobre el precio del pan en su condado. Para tener derecho a ella, era necesario que los pobres regresaran a su lugar de nacimiento e inscribirse en la oficina de benevolencia parroquial. Esta última “ley sobre los pobres”, fue promulgada en 1795 e inmediatamente atacada por los que se volvieron los “pioneros de la tradición liberal”, es decir los primeros economistas modernos. En vez de socorrer al pobre, hay que transformarlo en un trabajador industrial, esta es la esencia de la propuesta crítica de los economistas. Para conseguirlo, se encerrará al pobre en una situación de no retorno: separar el trabajo de las otras actividades de la vida, es decir, desacreditar y destruir el trabajo  vernáculo,  acabar  con  todas  las  formas  orgánicas  de  la  existencia,  “y reemplazarlas por un tipo de organización diferente, atomizado e individual".

miércoles, 5 de junio de 2013

Cristalino

Difícil expresarse con más claridad que como lo hace Antonio Orihuela. He aquí tres ejemplos de su libro "Todo el mundo está en otro lugar":


ALGO FALLA

Tenemos miedo a perder el trabajo
pero no tenemos miedo a perder la vida.

Unas cuantas mentiras son todas las certezas
de que disponemos para vivir.

Ya nos hemos matado bastante,
salva tu vida, se está muriendo.


LA EXPLOSIÓN

De entre toda la palabrería
de autoconsumo pseudorrevolucionario,
me molesta, sobre todo,
cuando me dicen que soy una subjetividad.

No sé qué cojones de pasividad
hay en ese término,
no lo entiendo,
prefiero ser una intensidad,
una pasión,
un goce que estalla
o que podría estallar,
volver a comenzar,
dejar la resistencia pasiva,
el exilio interior,
la supervivencia…

podría volver a comenzar lo inaudito,
lo excepcional,
lo que nunca ocurrió podría llegar

en el ahora

cuando la sociedad
no es más que un argumento
con que justifican sus desmanes
los que dicen representarla,

en el ahora

cuando el movimiento obrero
no es más que un instrumento del Estado
para la desactivación de los trabajadores,

ahora

que la violencia estatal
se ha vuelto preventiva,

ahora

que la magistratura y la policía
hablan del derecho de injerencia
y los médicos de psiquiatrización
y medicamentosis social.

Nuestro tiempo es el ahora:

estallar

aquí

ahora

en donde estamos,
en el nombre de un vivir
que no tiene nombre
sino común presencia
de su cumplimiento,

aquí,

ahora,

cuando somos presencia,

desde abajo,
en lo local de esta globalización acabada,

estallar

anónimos, cualquieras, indistintos,

estallar en archipiélagos, constelaciones, colectivos,
cuerpos y cuerpos en acelerada e invisible circulación
de afectos conspirativos,
de ternura crítica que celebra

la huelga humana,

el fin del trabajo alienado,
el fin de las víctimas,
el fin de la guerra que nos hace

el Capital.

Vamos, volar no es imposible,
aquí,
ahora

estalla.


PREGANCIA

Como no explotamos,
implosionamos.

martes, 4 de junio de 2013

Del trabajo y la pobreza

De nuevo quiero compartir algunos extractos del libro "La potencia de los pobres", de Majid Rahnema y Jean Robert, que hacen una revisión muy interesante del tema del trabajo, sobre cómo surge el concepto moderno de trabajo asalariado a partir del estrangulamiento de las diferentes maneras de conseguir una subsistencia colectiva desarrolladas por quienes constituían el pueblo llano, los pobres, antes de que este término adquiriera los matices despectivos con que se usa ahora. Empecemos con un ejemplo de cómo era la vida y el trabajo en una comunidad antes de llegar el trabajo "como Dios manda", como diría aquel:

"En el pueblo de Voloklamsk, la media anual de jornadas de trabajo de un campesino tipo era de 132 días, un poco más de un tercio del año. Descubrió también que mayor era la capacidad  potencial  de  producción  de  una  familia,  menor  era  el  trabajo  de  sus miembros, y comprendió que todo grupo que producía a su máxima capacidad rompería el  equilibrio  entre  las  familias  y  la  cohesión  social.  Al  contrario,  la  economía industrial obliga al trabajador a producir lo más posible en un tiempo dado. Para los campesinos, tal orden sería mortal. Si quieren mantener la armonía entre ellos –y entre ellos y la naturaleza– no pueden más que realizar las tareas compatibles con los otros, situados en sus dimensiones –económicas, religiosas, sociales, naturales– que separamos en categorías distintas pero que ellos perciben holísticamente, como formando parte de un todo estrechamente interconectado. A partir de cierto umbral, ninguna ganancia de productividad es compatible con el mantenimiento de la armonía del grupo. Si estos “pobres” consagran más de la mitad de sus jornadas a actividades festivas, es porque para ellos la convivencialidad no es un ideal sino una condición de subsistencia. La lógica productiva afectaría a las relaciones interpersonales que son su riqueza. George Foster ha hecho observaciones convergentes en un pueblo mexicano. Cuando cada uno percibe que la cantidad de lo que es posible producir está limitada, quien obtenga mucho más que la parte común es sospechoso de haber perjudicado a los otros. Antes de que  estalle  un  conflicto,  la  comunidad  le  ofrecerá  la  oportunidad  de  realizar  gastos festivos que reestablecerán el equilibrio: bebidas, fuegos artificiales, músicos para la fiesta del pueblo, o una contribución a una obra comunitaria."

Este es un ejemplo singular, según los autores, ya que la pobreza era diversa según las épocas y lugares, pero siempre adaptada al medio a través de la red comunitaria.


"¿Cómo hemos pasado de esta multiplicidad de formas de pobreza al pobre objeto de explotación para los capitalistas y de socorro para los evergetas? (...) destruyendo los modos de producción –es decir de trabajo vernáculo– polivalentes y múltiples que, a lo largo de la  historia,  aseguran  la  subsistencia  de  los  pobres.


(...)


Arrancado de su suelo, de sus costumbres y de sus deseos, tirado en el fango de la miseria, [el pobre] ya no es definido por lo que es o por lo que era, ni siquiera por lo que tiene, sino por una cifra: el umbral por encima del cual, en las nuevas condiciones de vida que le son impuestas, caería en la indigencia. Las políticas
sociales del nuevo orden consistirán en emancipar al trabajador de su cultura ancestral con el objetivo declarado de volver eficaz la amenaza de morir de hambre y de “cerrar con seguridad las puertas en las narices de los trabajadores que sobran, a partir de ahora recluidos en los confines del mercado del trabajo".




lunes, 3 de junio de 2013

No Reply

Viendo sus vídeos y escuchando su primer disco me quedé con ganas de poder descubrirles en directo, porque prometía ser tremendo. Y ahora, gracias a la puesta de largo del segundo, "Adicciones", he podido comprobrar que son fieles a lo que prometen: buen rollo, buena música, ritmo y diversión sin parar. No hay que perder de vista a los No Reply.





sábado, 1 de junio de 2013

Con cascos y a lo loco...

... ese parece ser el planteamiento que hacen los defensores del casco obligatorio para ir en bicicleta, sin plantearse otras posibilidades más prudentes y sanas, como es la de la limitación a 30 km/h del tráfico en ciudad.

Y es que si nos empeñamos no abordar los problemas en su complejidad, terminaremos en el absurdo señalado por este genial vídeo: