Hace poco un grupo de música fue a grabar un vídeo musical a Cañada Real, proponiendo a chaval@s gitan@s ruman@s adolescentes que participaran en él. Algun@s hablan del vídeo como una ejercicio de denuncia social y al mismo tiempo una herramienta de la que l@s chaval@s participantes pueden sentirse orgullos@s, ya que demuestran sus buenas dotes de actores y actrices. De hecho presentan allá donde pueden este vídeo, para que otr@s se den cuenta de lo que son capaces.
Sin embargo, no puedo evitar que el video en cuestión me cabree. Por un lado porque no consigo creérmelo como ejercicio de expresión genuína de l@s chaval@s, ya que se limita a recoger y celebrar los estereotipos y poses copiadas de la televisión que podrían encontrarse en muchos otros lugares del mundo, con la violencia y la competitividad como eje central de las relaciones. Creo que celebrar esto no les hace más libres, sino que al contrario les encierra aún más tras una fachada que mantiene a raya sentimientos y reflexiones, mucho más ricos y anclados en la realidad, que existen realmente dentro de est@s adolescentes.
Pero sobre todo lo que más me rebela es ver como no para el goteo de gente que se acerca bajo el cartel de "ayuda" y "denuncia social" para vender su producto, para hacer su negocio, para sacar tajada de la miseria real de otr@s, sin un compromiso que se mantenga a largo plazo. Se sacan slongans, se roban imágenes tras acercamientos puntuales y luego se vende el producto, sea un artículo, un vídeo musical o un documental. Esta violencia, la de aprovecharse de la debilidad del otro en provecho propio, me parece una de las más crueles y desconsideradas.
Al mismo tiempo es una pena desaprovechar todas las puertas que se pueden abrir a traves de estos medios y tecnologías si de verdad se pusieran al servicio de la gente que vive en carne propia la realidad de la pobreza y la exclusión. Algo así han hecho desde el proyecto Nido, dando cámaras de fotos a l@s chaval@s para que reflejen su realidad. Efectivamente, han recogido imágenes que recuerdan a la estética del vídeo, pero también otras que van mucho más allá.
Porque son capaces, tan sólo hay que crear las condiciones y apostar de verdad creyendo en ell@s y en el arte como medio de expresión y transformación.
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