miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿Hasta cuanto dura el adviento de los más pobres?

Hoy os fui a visitar. Una pasada rápida de casa en casa, felicitando las fiestas y compartiendo nuestros mejores deseos mutuos para estos días que vienen. Dicen que la Navidad ya está aquí, que ya hay que estar preparados. Eso se supone que es el tiempo de Adviento, ¿no?

Pero en vuestro caso no ha sido posible prepararse con antelación. Ni siquiera sabéis muy bien de qué manera podréis celebrar la Nochebuena. Todas sois familias que cobráis la Renta Mínima de Inserción, una paga mensual de supervivencia para quiénes no tienen otro ingreso. Una ayuda insuficiente, pero que permite un respiro, unos días de descanso al mes respecto al agobio de tener que llenar un plato cuando una amanece sin nada en los bolsillos y varias bocas que alimentar.

Otros años habéis cobrado la Renta Mínima el día 22 de diciembre. Un buen gesto que os permitía afrontar la Navidad con tranquilidad y alegría. Pero este año no ha llegado. Ni el 22, ni el 23. Quizás el 24 por la mañana, soñáis. Para así poder celebrar la Nochebuena compartiendo algo más que carencias materiales. Pero no sabéis. No está en vuestra mano, ni se os ha informado. A la espera estáis...

Eso es el Adviento, espera. Pero la espera de una liberación, no de una ayuda que inactiva y encierra en la dependencia y la impotencia. Una espera de que la realidad cambie de una vez por todas, no sólo de un bálsamo temporal que permita salir del paso hasta el siguiente tropezón. ¿Cuándo llegará ese momento para quienes viven en la pobreza? ¿Qué haremos, ellas y nosotros, para que esa Natividad, ese nacimiento de una nueva realidad liberadora sea posible?

Una madre de familia me compartía hoy sus esfuerzos para que en su familia, atravesada por los desencuentros y las disputas en los últimos meses, se volvieran a mirar unos y otras a la cara, para que aceptaran volver a hablarse y encontrarse. Es su manera de luchar para hacer posible una nueva realidad de paz entre tantas disputas y rupturas. Es su manera de generar nueva vida desde lo que está en su mano. Es su manera de no quedar atrapada en la precariedad de la dependencia respecto a esas ayudas que nunca aportan al final lo que prometen.

Feliz Navidad, compañera.

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