domingo, 13 de septiembre de 2015

Cambiando el paso para seguir en camino

Hace 15 años que decidí entrar en el voluntariado permanente. Me acuerdo exactamente del momento: tras un Festival del Saber en el Pozo del Huevo me despedía de Carmina, una madre de familia del barrio, compartiendo mis planes de verano, viaje y descanso. Frente a éstos, ella me relataba una vez más su cansancio y sus esfuerzos por salir adelante pese a las muchas dificultades, sin interrupción posible: su vida precaria y carente de seguridades básicas no permitía abrir un resquicio por el que poder escapar aunque fuera para tomar aliento durante un tiempo y volver con más fuerzas a la lucha cotidiana. Fue un momento clave para mí, la oportunidad de constatar la gran diferencia que había entre los dos: yo podía elegir dónde estar y por cuánto tiempo, abrir puertas para entrar y salir, decidir cuando y donde implicarme y cuando necesitaba desconectar; a ella la precariedad extrema la mantenía encerrada en una realidad en la que nunca podía bajar los brazos ni dejar de luchar para mantener la propia dignidad y la de los suyos.

Ese día decidí que quería poner esa libertad mía al servicio de la lucha contra la miseria. Aprovecharla para construir puertas y ventanas con quienes viven encerrados por la extrema pobreza. Por ello decidí entrar en el voluntariado permanente, como una apuesta por unir de manera clara mi vida a la de estas familias que iba conociendo y para aprender a su lado.

Desde entonces han pasado muchos años, y en ellos muchas cosas. Durante cuatro años confirmé que mi apuesta no había sido en balde, ya que fue mucho lo que aprendí sobre la pobreza y la exclusión, fundamentalmente a partir del conocimiento de quiénes la sufren, los militantes; en el 2006 salí del voluntariado permanente para hacer la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, periodo en el que encontré a varios profesionales comprometidos hasta la médula en una línea de trabajo que salía de los límites habituales de lo sanitario ante la evidencia de que la verdadera promoción de la salud tiene que abordar también los determinantes sociales que influyen en ésta, como son la educación, el trabajo, la capacidad de decidir, etc; y en el 2011 me reincorporé de nuevo al equipo de voluntarios permanentes, para seguir avanzando en una mayor comprensión de las claves de una lucha colectiva por los derechos de todos y todas. Ahora he vuelto a quitarme el cartel de voluntario permanente para “volver a ponerme la bata”, aunque todavía no sé muy bien de qué manera concreta será.

Durante estos años he oído de manera repetida los mismos comentarios de unas y otros sobre “dejar la medicina” y “dejar el voluntariado”, como si esta trayectoria fuera una deriva dando tumbos de un lado a otro sin saber muy bien a donde ir. Por eso quería escribir este mensaje, para poder explicarme un poco mejor.

La verdad es que estos mensajes me han resultado siempre chocantes, porque nunca he tenido la sensación de “dejar” realmente nada, ya que las decisiones que he ido tomando no han estado marcadas por la renuncia a una responsabilidad o posición concreta, sino que, por el contrario, han tratado de ser maneras de seguir siendo fiel a ese compromiso que asumí hace 15 años de poner mi libertad, capacidades y posibilidades al servicio de la construcción de un mundo en el que la extrema pobreza no sea más que un mal recuerdo. En cada uno de los momentos esta voluntad se ha concretado de maneras diferentes, pero sigue siendo el motor de mi búsqueda actualmente.

Porque si algo he podido confirmar en estas idas y venidas es que trabajar por la salud de manera integral y colectiva y luchar contra la pobreza son dinámicas que van tremendamente entrelazadas. Una de las personas que más y mejor han trabajado sobre los factores determinantes en la salud, Michael Marmot, explicaba en su libro "The status syndrome" que las dos claves fundamentales del asunto, lo que condiciona a aquella de manera más específica, son el control sobre la propia vida y las posibilidades de participación social, de contacto, reconocimiento y creación con otros. Vamos, justamente lo que moviliza nuestra acción y compromiso en el Movimiento ATD Cuarto Mundo. No me quiero poner pesado con el tema, pero para quien quiera profundizar algo más en el tema os paso algunos enlaces:



Así, mi salida del voluntariado no es una renuncia ni una escapada, ni un querer tomar distancia. Me la planteo como un intento de explorar nuevas vías de compromiso aprovechando de manera concreta lo que puedo ofrecer a partir de mi formación y experiencia. Desde el principio de mi compromiso como voluntario he oído muchas veces de parte de las familias: “¿Por qué dejas la medicina? Necesitamos médicos como tú, que conozcan la realidad y con quienes se pueda hablar”. Durante un tiempo tomé esto como una afirmación que partía de la excesiva consideración que se tiene hacia los médicos, a los que en muchas ocasiones creo que se nos da una mayor importancia de la que tenemos en relación al cuidado de la salud. Pero creo que hay también una llamada en este cuestionamiento a plantearme de qué manera aprovechar las posibilidades de formación y el reconocimiento social que ésta conlleva para ponerlo a disposición de quienes no han tenido esa suerte. Es sobre todo desde ahí desde donde quiero explorar qué puedo aportar al Movimiento desde el volver a ponerme la bata de médico.

Por el momento, veo el curso que viene como de transición y búsqueda de equilibrio, ya que por un lado necesito tiempo para revisar posibilidades de concretar mi papel como profesional (de hecho quiero que esto sea también en diálogo con el equipo de Madrid y España, al menos), y por otro lado quiero seguir disponible para no abandonar dinámicas en las que he participado hasta ahora dentro del Movimiento, que por un lado me apasionan y por otro creo que es importante seguir pero ya con una mayor determinación de ir compartiendo la responsabilidad con otras personas.

Cuando volví al voluntariado lo hice convencido de que era la mejor opción en ese momento sobre todo para poder apoyar a tiempo completo en la construcción del Movimiento, que en ese momento se hallaba en un momento difícil. La verdad es que ha sido un tiempo bien intenso y rico el que he podido vivir y compartir con otros miembros de ATD en estos años, y poco a poco hemos ido generando una dinámica de compromiso y acción que me parece que va por buen camino.  

Antes de termianr, de nuevo quiero dejar claro que el que a partir de ahora no esté “en plantilla” del Movimiento ATD Cuarto Mundo no implica que me sienta menos parte del mismo. Sigo encontrando que es desde esta comunidad de compromiso desde donde quiero seguir luchando, aprendiendo y compartiendo vida. Por eso os pido que sigáis apoyando, quiénes ya los estáis haciendo, y que os planteeis hacerlo los demás, que nunca es tarde (de hecho sigue en marcha una bonita campaña que muchos/conoceréis, “100 + Contra la Pobreza” ¡Anímense!)
Bueno, no os doy más el tostón. Seguimos hablando, bien por escrito o en vivo y en directo, ¿de acuerdo?



Un abrazo fuerte a todos y a todas,

Dani

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