sábado, 28 de mayo de 2016

Apuntes para el 26J - Sobre deudas y pensiones

Como parece que va a ser difícil encontrar un debate serio en torno a las cuestiones que realmente nos jugamos de cara a las próximas elecciónes, qué mejor que ir recogiendo las pistas que vayan dejando quiénes sí que las señalen al menos. Acá la primera, de Guillem Martínez, sobre deudas y pensiones, aparecida en ctxt.es.

Quedan 22 meses de pensiones. Enjoy


25 de Mayo de 2016 
La deuda lo es todo. Incluso es un modo de comunicación. Desde que empezó la crisis, las instancias en las que fue posible la democracia --los Estados-- se han comunicado con las nuevas instancias no democráticas y poseedoras de poder real --BCE, FMI, Comisión Europea, RFA--, a través de la deuda. Curiosamente, al parecer, a través de comunicación escrita, explícita y formal, como la carta del BCE que recibió ZP en 2010, o la carta que ha enviado Rajoy a la Comisión Europea, en la que habla de una nueva oleada de recortes. Estilísticamente, son cartas severas y ejecutivas, en las que, no obstante, se utiliza un lenguaje que aplaza u oculta la magnitud de lo indicado. Tanto la carta remitida por el BCE como la carta emitida por Rajoy, suponen una ruptura  --radical: el fin, con todas las letras, de la democracia tal y como quedó en 1945--, si bien no aluden directamente a ello. Sorprende, aun así, el uso de la palabra escrita para tratar temas escabrosos, expuestos, en el futuro, a una interpretación histórica poco épica. Quizás, la explicación es que el uso de la palabra escrita en momentos de reacción es una suerte de tradición europea. Obama --otra cultura que, por ejemplo, no gaseó a sus ciudadanos en el siglo XX-- parece ser que no optó por el mensaje escrito, sino por una llamada telefónica e informal a ZP. Una llamada muy importante pues, todo apunta a ello, fue el detonante del abandono del bienestar en 2010. ¿Por qué los europeos optan por el formalismo? ¿Por qué optan por escribir, de forma vaga pero efectiva, lo que, se supone, pactan y hablan continuamente y desarrollan, posteriormente, en documentos de orden legal? Hipótesis: posiblemente, tanto los Estados como las otras instancias tienen interés en que todo quede por escrito, por la misma razón que un oficial de artillería siempre pide por escrito la orden de disparar contra sus propias fuerzas. Para corresponsabilizarse, para no ser el pringado que vaya a un Consejo de Guerra. Europa, en fin, y al contrario que los EE. UU., tiene una vasta tradición de barbarie que, por ejemplo, hizo que esas notas escritas, ese estilo del comunicado, proliferaran tanto en el siglo XX. Están volviendo en el XXI. Glups.

Bueno. La deuda es una suerte de comunicación entre los Estados y sus superiores. Sorprendentemente, esa comunicación se interrumpe más allá de esas dos instancias. La deuda, lo que está pasando 24 horas al día, lo que modula la política, la economía, la crisis social, no sólo aparece poco en la política oficial local, sino que aparece poco o nada en las campañas electorales, esos momentos de comunicación política en 3D. La deuda no apareció en las pasadas elecciones, en su grado y calidad. Y, al parecer, no lo hará, en la importancia que tiene, en estas. Sobre el concepto la-importancia-que-tiene: la deuda está vertebrando dos temas que, por sí solos, suponen una crisis de sistema inviable y, por lo mismo, suponen una fallida de la política local. 

Ninguno de los grandes partidos parece, en fin, encarar esos dos temas. O, tan siquiera, verbalizarlos. Se trata de a) el reajuste resultante de las, ejem, mentiras contables del Gobierno Rajoy a la Comisión. Se trata de un reajuste pendiente de 8.000 millones, que serán, todo apunta a ello, 10.000 tras la multa que la Comisión impondrá al Estado en julio. Se ha escogido esa fecha, se supone, para presionar la formación de un Gobierno sensible a solucionar ese nuevo recorte --la deuda, en fin, es comunicación, etc.-- y que, según la nota de Rajoy, puede integrar, por otra parte, nuevos recortes. De lo poco comunicado por los grandes partidos es que confían negociar el interés y el plazo, posibilidad inaugurada esta semana en Grecia. Lo que es muy poco y lo que presagia un nuevo desballestamiento, incalculable y ya difícil de imaginar, en el Bienestar.

Informe del Fondo de Reserve 2015. Ministerio de Empleo y Seguridad Social. 

Informe del Fondo de Reserve 2015. Ministerio de Empleo y Seguridad Social. 
Aun así, el tema a) es la buena noticia, si consideramos en su verdadera dimensión dramática el tema b).  Tema b): el Fondo de Reserva de la Seguridad Social tiene líquido para poco más o poco menos de dos años. El Fondo de Reserva de la Seguridad Social es el fondo, invertido en deuda, que garantiza el cobro de pensiones. Fue creado en 2000, a la luz del Pacto de Toledo, un acuerdo tan sobrepasado en el tiempo que, en ocasiones, se confunde con el Concilio de Toledo, en el que los visigodos abandonaron el arrianismo y abrazaron la fe verdadera. En 2011 el Fondo estaba rollizo y alcanzó un superávit histórico de 66.815 millones de euros. Al año siguiente, el Gobierno Rajoy empezó a utilizar este fondo intocable, y que hasta ese momento sólo había crecido, para pagar pensiones, a falta de otro líquido. En tan sólo 5 años de esa dinámica de meter la mano en el cajón, tan telúrica, el fondo se ha visto reducido hasta la cifra de 32.461 millones. Es decir, ha perdido cerca de su 40%. Si prosigue esa progresión, hay fondo de pensiones --es decir, pensiones-- hasta  2018. “O 2017. Todo esto esta en la web de la Seguridad Social, sorprende, por tanto, que nadie haya dado la voz de alarma", me dice Juan Moreno-Yagüe, diputado autonómico andaluz por Podemos y vicepresidente de la Cámara. La única voz de alarma, de hecho, ha sido una sordina del PSOE, emitida en esta precampaña, proponiendo crear un nuevo impuesto para sufragar unas pensiones que, en breve, carecerán de Fondo que las garantice y haga efectivas. Este problema, y su solución mediante endeudamiento, es lo que convirtió a Grecia en el Laboratorio de la Humanidad del siglo XXI.

Será curioso cómo nuestra clase política se encuentra de morros con estas dos consecuencias de la deuda y la austeridad, públicas y publicitadas, pero no comunicadas por ellos ni, al parecer, asumidas. Y será curioso ver cómo encara la segunda. En el sistema español, el pensionista es una pieza clave. Es el que más y más felizmente vota. Hasta cierto punto, es el sostén electoral de los grandes partidos. Si la deuda es comunicación entre los nuevos puntos de poder y los Estados, en España, las pensiones han sido la comunicación entre los grandes partidos y sus votantes decisivos. Tal vez, la única efectiva y que les pita, a estas alturas de partido. Al menos, hasta 2017 o 2018.

Una campaña que no se centre en estos dos temas sería un chiste. Y es posible que lo sea.

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