miércoles, 10 de diciembre de 2025

... y dejarse llevar por el viento a volar

Si a mi yo adolescente le contara que hoy has muerto, Robe, y lo que eso ha generado, no se lo creería. De primeras, no se hubiera creído que hubieras vivido tanto, ya que en durante esos años varias veces se reavivó la leyenda urbana de que habías muerto. Tus pintas respondían al patrón típico del yonki, y en mi entorno, clase media, Extremoduro era símbolo de lo prohibido, de peligro, de caminar en un filo tan fino que anunciaba la caída inminente. Eso, junto con tu actitud, siempre tan honesta, nos atrajo a muchxs hacia tu rock transgresivo y tu invitación a salir del camino social alquitranado. Conectaba con nuestras ansias de explorar, de romper con lo convencional, de volar libres, sí, al sol y al viento. 

A lo largo de estos años, me he encontrado y desencontrado muchas veces contigo. Mi primer enganche con tu música estuvo muy marcado por esa atracción por el lado prohibido y salvaje, y me costó mucho entender que tu propuesta no era una invitación a romper con todo, ni a regodearse en lo oscuro o lo sucio, sino todo lo contrario, a generar belleza a partir de ello, a recomponer nuestra capacidad creadora pese a tantas rupturas, a levantar la mirada hacia un horizonte luminoso pese al barro que atrapa nuestro caminar. Cuando decidiste regrabar todas las canciones de Extremoduro en buenas condiciones, no lo entendí, me pareció un capricho. Me enfadé incluso, como si estuvieras traicionando las esperanzas que había puesto en ti para que me llevaras a lugares que no me atrevía a pisar por mi mismo. 

Entonces comenzaste la aventura como Robe, con tu nueva banda. Y cada paso que dabais, cada disco que sacabais, desbloqueaba algo en mi interior, me reconectaba con tu propuesta, con tu música. Tus letras y acordes volvieron a acompañar mi día a día, a conectar con mis miedos y esperanzas, con mis soledades y con mis ansias de encontrarme con otrxs. Vuestro último disco, "Se nos lleva el aire", siento que está escrito para mí de principio a fin, que es mi corazón el que late tras sus canciones. La misma sensación que tienen muchas otras personas. Miles y miles de personas. 

Y ese es el gran regalo que nos has hecho, Robe. Hoy, que sentimos y lloramos que ya no estás, que ya no habrá nuevas canciones, ni nuevos conciertos, lloramos por nosotrxs también. Porque teníamos la ilusión de que siempre seguirías haciendo bailar nuestros pasos, llenando nuestras gargantas de amor y de rabia, animándonos a resurgir una y mil veces más frente a las dificultades y la desesperanza, invitándonos a alzar el vuelo... 

En esas estábamos, y se te llevó el aire... Nos levantamos hoy con la sensación de que se había roto algo importante dentro nuestro, de que la sensación de soledad se agigantaba con tu marcha... Y empezamos a cruzar mensajes entre nosotrxs, entre quienes tanto sentíamos tu ausencia, a mandarnos ánimos y besos, a atrevernos a mostrar nuestras lágrimas, a compartir lo que tus canciones nos han hecho sentir, a descubrir que somos muchxs más de lxs que pensábamos... Así, de repente, llevamos todo este día sumergiéndonos en un torbellino de abrazos, de esos abrazos de los que está hecha la vida, ¿no Robe?

Recuérdame de qué está hecha la vida
Que a veces se me olvida la razón
Y alégrame esta amarga despedida
Recuérdame de qué está hecho el amor

De viento
De puro viento
Me moriré en el intento
Y dejarse llevar por el viento a volar

Y de abrazos, uh
De puro abrazo, uh
Fundidos en un abrazo

Morir en tus brazos volver a empezar

Se nos lleva el aire, Robe, se nos lleva fundidos en este abrazo. Al final, de tanto tocar esa parte tan humana, tan frágil, tan esperanzada de cada unx de nosotrxs, nos has permitido encontrarnos a unxs con otrxs enredados en torno a tus canciones.

El poder del arte... de tu arte... ¡¡Gracias!!