En el basurero de Ciudad de Guatemala ya no permiten vivir a nadie, como ocurría hace no muchos años. Pero miles de personas siguen trabajando allá, ganándose la vida y la de su familia entre los desechos de otr@s. Visitando la zona de al lado del basurero, pudimos echar un rápido vistazo y descubrir los rostr@s de l@s que siguen luchando, y también los de aquell@s que no han podido mantener la esperanza de encontrar una salida digna a su situación y se ven atrapad@s en el solvente, que al menos les permite sonreír, aunque sea situándoles fuera de la realidad.
Allí continúa trabajando el Movimiento Cuarto Mundo. Y así como en otros lugares se sitúa a los toxicómanos como una molestia, un problema que sería mejor mover a otro lugar para no verlo, la presencia de Cuarto Mundo en este barrio se ancla precisamente en estar a su lado, mano a mano con l@s últim@s, con aquell@s para l@s que hasta colorear un dibujo es un reto, aquell@s que tienen que disputar con los perros el derecho a buscar comida en las bolsas de basura. Estar a su lado, estrecharles la mano, ofrecerse para caminar junt@s, sin hipotecar esta presencia a que tengan que asegurar una recuperación exitosa, aunque se apueste con toda el alma por ella, y aunque eso suponga aguantar lágrimas y rabia en muchas ocasiones.
Así, de repente, est@s jóvenes se descubren protagonistas y, sobre todo, personas merecedoras de cariño. Y desde ahí se atreven a lanzarse a la aventura de crear y ser artistas...
En una tarde, de manera fugaz pero intensa, se me vuelve a mostrar la apuesta de Cuarto Mundo, una apuesta que enamora (al menos a mí).
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