miércoles, 5 de junio de 2013

Cristalino

Difícil expresarse con más claridad que como lo hace Antonio Orihuela. He aquí tres ejemplos de su libro "Todo el mundo está en otro lugar":


ALGO FALLA

Tenemos miedo a perder el trabajo
pero no tenemos miedo a perder la vida.

Unas cuantas mentiras son todas las certezas
de que disponemos para vivir.

Ya nos hemos matado bastante,
salva tu vida, se está muriendo.


LA EXPLOSIÓN

De entre toda la palabrería
de autoconsumo pseudorrevolucionario,
me molesta, sobre todo,
cuando me dicen que soy una subjetividad.

No sé qué cojones de pasividad
hay en ese término,
no lo entiendo,
prefiero ser una intensidad,
una pasión,
un goce que estalla
o que podría estallar,
volver a comenzar,
dejar la resistencia pasiva,
el exilio interior,
la supervivencia…

podría volver a comenzar lo inaudito,
lo excepcional,
lo que nunca ocurrió podría llegar

en el ahora

cuando la sociedad
no es más que un argumento
con que justifican sus desmanes
los que dicen representarla,

en el ahora

cuando el movimiento obrero
no es más que un instrumento del Estado
para la desactivación de los trabajadores,

ahora

que la violencia estatal
se ha vuelto preventiva,

ahora

que la magistratura y la policía
hablan del derecho de injerencia
y los médicos de psiquiatrización
y medicamentosis social.

Nuestro tiempo es el ahora:

estallar

aquí

ahora

en donde estamos,
en el nombre de un vivir
que no tiene nombre
sino común presencia
de su cumplimiento,

aquí,

ahora,

cuando somos presencia,

desde abajo,
en lo local de esta globalización acabada,

estallar

anónimos, cualquieras, indistintos,

estallar en archipiélagos, constelaciones, colectivos,
cuerpos y cuerpos en acelerada e invisible circulación
de afectos conspirativos,
de ternura crítica que celebra

la huelga humana,

el fin del trabajo alienado,
el fin de las víctimas,
el fin de la guerra que nos hace

el Capital.

Vamos, volar no es imposible,
aquí,
ahora

estalla.


PREGANCIA

Como no explotamos,
implosionamos.

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