martes, 10 de febrero de 2009

El Contrato Social

En el blog de Proyecto Matriz encuentro este texto, largo como él solo, pero muy interesante (también se puede ver en vídeo pinchando abajo):


Acepto la competición como base de nuestro sistema, aunque tengo conciencia de que este funcionamiento engendra frustración y cólera para la inmensa mayoridad de los perdedores.

Acepto que me humillen o me exploten a condición que se me permite humillar o explotar otro que ocupa un lugar inferior en la pirámide social.

Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles porque considero que el papel de cargo de la sociedad tiene sus límites.

Acepto remunerar los bancos para que ellos inviertan mis sueldos a su conveniencia, y que ellos no me de ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (ganancias que servirán a atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente).Acepto también que me descuenten una fuerte comisión para prestarme dinero, dinero que proviene exclusivamente de los otros clientes.

Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que los cursos bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecérsela a los necesitados y de permitir a algunos centenares de miles de personas no morirse de hambre cada año.

Acepto que sea ilegal poner fin a tu vida rápidamente, en cambio tolero que se haga lentamente inhalando o ingiriendo substancias toxicas autorizadas por los gobiernos.

Acepto que se haga la guerra para así hacer reinar la paz. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los estados sea el de defensa. Entonces acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del surplus (stock) de armas y así permitir a la economía mundial seguir.

Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque es una energía muy costosa y contaminante y estoy de acuerdo para impedir todo intento de substitución, si se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía, lo que sería nuestra perdición.

Acepto que se condene el asesinato de otro humano, salvo que los gobiernos decreten que es un enemigo y me anime a matarlo.

Acepto que se divide la opinión pública creando unos partidos de derecha e izquierda quienes tendrían como pasatiempo la pelea entre ellos haciéndome creer que el sistema está avanzando.

Además acepto toda clase de división posible con tal que esas divisiones me permiten focalizar mi cólera hacia los enemigos designados y cuando se agitasen sus retratos ante mis ojos.

Acepto que el poder de fabricar la opinión pública, antes detenido por las religiones, sea hoy en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente y totalmente libres de controlar los estados, porque estoy convencido del buen uso que harán con él.

Acepto que la idea de la felicidad se reduzca a la comodidad, el amor al sexo, y la LIBERTAD a la satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Más infeliz soy, más consumo. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

Acepto que el valor de una persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de su cualidad, y que sea excluido del sistema si no produce lo bastante.

Acepto que se compensa cómodamente los jugadores de futbol y los actores y que mucho menos los profesores y los médicos encargados de la educación y de la salud de las futuras generaciones.

Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuyas experiencias podría sernos útiles, pues como somos la civilización la más evolucionada del planeta (y sin duda del Universo) sabemos que la experiencia ni se comparte ni se transmite.

Acepto que se me presente noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda apreciar hasta que punto nuestra situación es normal y cuenta suerte tengo vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus solo puede ser benéfico para nosotros.
Acepto que los industriales, militares y jefes de estados hagan reuniones regularmente para, sin concertarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta.

Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que explícitamente se me lo señale.

Acepto que el cultivo de ogm se propague en el mundo entero, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias de patentar lo vivo, almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo la agricultura mundial.

Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y así elegir los que harán la guerra y los que no. Soy consciente que es mejor financiar los dos lados, para así estar seguro de ganar dinero y prolongar los conflictos cuanto más tiempo posible con el fin de poder totalmente pillar sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.

Acepto que las multinacionales se abstienen de aplicar los progresos sociales de occidente en los países desfavorecidos. Considerando que ya es una suerte para ellos hacerlos trabajar, prefiero que se utilice las leyes vigentes en estos países que permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos del hombre y del ciudadano, no tenemos derecho a hacer injerencia.

Acepto que los laboratorios farmacéuticos y los industriales de la industria agroalimentaria venden en los países desfavorecidos productos caducados o utilizan substancias cancerígenas prohibidas en Occidente.

Acepto que el resto del planeta es decir cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de otro modo a condición de que no venga a expresar sus creencias en nuestra casa, y todavía menos de intentar explicar nuestra Historia con sus nociones filosóficas primitivas.

Acepto la idea que existen solo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado y si somos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar porque actuamos de ese modo.

Acepto considerar nuestro pasado como una como una continuación ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto ya no existe porque estamos en el súmmum de nuestra evolución porque las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad para todos los pueblos, como lo oímos sin cesar en nuestros discursos políticos.

Acepto sin discutir y considero como verdades todas las teorías propuestas para la explicación de los misterios de nuestros orígenes. Y acepto que la naturaleza hubiera podido poner millones de años para crear a un ser humano cuyo solo pasatiempo sea la destrucción de su propia especie en algunos instantes.

Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la Humanidad, y la acumulación de las riquezas como el cumplimiento de la vida humana.

Acepto la destrucción de los bosques, casi desaparición de los peces de los ríos y de nuestros océanos. Acepto el aumento de la polución industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza.

Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido que si se las pone allí es porque son útiles y sin peligro.

Acepto la guerra económica que actúa con rigor sobre el planeta, aunque siento que nos lleva hacia una catástrofe sin precedente.

Acepto esta situación, y supongo que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

Acepto ser tratado como ganado porque finalmente, pienso que no valgo más.

Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos sobre todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy ocupado demasiado por mi vida y mis preocupaciones. Hasta acepto defender a muerte este contrato si usted me lo pide.

Acepto pues, en mi alma y conciencia y definitivamente esta matriz triste que usted coloca delante de mis ojos para abstenerme de ver la realidad de las cosas.

Sé que ustedes todos actúan para mi bien y para el de todos, y se lo agradezco por eso.

“Acepto” es un texto -publicado en 2003 para conmemorar el triste aniversario de los acontecimientos del 11 de septiembre- “altamente simbólico para la humanidad“. Este texto, que fue leído, entre otros, en la radio francesa NSEO.com , nos recuerda severamente el contrato social que aceptamos con prórroga. Un acuerdo tácito que firmamos cada mañana al despertar y simplemente no hacer nada. Algo más que una crítica social, en este breve texto se destacan los hechos resultantes de nuestra innegable predilección por la comodidad, la indiferencia y la marginación.

Hecho por Amistad sobre la Tierra, el 11 de septiembre 2003. Un anónimo que envió el texto a NSEO para que fuese radiodifundido.

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