Aunque la salida era la misma para tod@s, cada un@ partía de un punto diferente, de un momento personal concreto. Y la carrera fue dura, con mucha subida y bajada, empedrado no muy cómodo, pero al mismo tiempo muy bonita, por el entorno de una ciudad con tanta historia y con su gente tan volcada en animarnos.
Pero sobre todo, lo más bonito fue poder compartirla. No como habíamos hablado otras veces, yendo siempre tod@s junt@s, porque no era muy factible dado como se dieron las cosas. El ir vari@s nos permitió ir formando grupillos según las fuerzas y circunstancias de la carrera. Pero sobre todo lo que conseguimos cuidar entre tod@s fue el que nadie se quedara sólo, el no abandonar a nadie. No tod@s terminamos, pero el abandono no fue en soledad, sino después de haber recibido el apoyo y ánimo de otro, en este caso concreto Carlos, que se ha portado como un campeón. Y entre l@s que quedamos la presencia de alguien al lado nos fue dando fuerzas, ánimo, empujando a continuar.
Ojalá sea capaz de no olvidar todo lo vivido esta mañana para el resto de ámbitos de mi vida. No se trata de que tod@s vayamos al mismo paso, a veces eso no es posible, lo primordial es no dejar a nadie abandonad@ sólo a sus fuerzas, sino buscar la manera de crear una dinámica y un ritmo conjunto, un camino compartido.
Gracias a tod@s: Esteban, Luis, Carmen, Carlos, Bea, Ramón...
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