Leyendo a Roberto Esposito cuando escribe sobre la importancia de lo impersonal, de repente me asaltan recuerdos de muchos encuentros, sobre todo de personas en situación de pobreza y exclusión. Una pregunta que al mismo tiempo tiempo recoge una demanda y una sed muy profunda: "¿Es que acaso no somos personas?". Hasta ahora siempre me había parecido una pregunta retórica, que se lanza simplemente para obtener el sí que asegure la dignidad.
Sin embargo, Esposito, recogiendo el testigo de Simone Weil, plantea que el problema es que no es real la identificación de persona con cuerpo viviente, y esto ha sido así desde los orígenes de la palabra, que se relacionan con el término máscara (es decir, algo que se puede quitar y poner y que no se ajusta exactamente al rostro, sino que lo transforma); de hecho en el caso del derecho romano se diferenciaba entre persona (el hombre adulto y libre) y homo (el esclavo).
Esposito mantiene que este término de persona, que desde el principio se ha construido por contraste y exclusión frente a los que no se pueden considerar como tales, sigue ejerciendo el mismo mecanismo de selección de unos seres humanos como personas frente a otros, gracias a que los primeros manifiestan un rasgo diferencial.
Así, el ser persona no es algo propio del ser humano, sino que es una consideración que hay que ganarse, que hay que conseguir. De ahí la imagen de "devenir o llegar a ser persona" de algunos modelos psicoterapéuticos.
Así, de repente, esta cuestión de "¿Acaso no soy persona?" que plantean much@s de l@s que viven situaciones de exclusión adquiere mucha solidez, se transforma en una cuestión fundamental, que realmente pone la vida en juego. Porque si quien no es considerado como persona queda fuera del juego legal y social.
Esto hace que para poder pensar en una justicia universal, en el sentido de justicia de todos y para todos, haya que escapar del concepto de persona para abrirse al campo de lo impersonal, que sería lo que, dentro de cada un@, bloquea el mecanismo de discriminación y separación respecto a todos aquellos que todavía no son, que ya no son o que no serán nunca declarados personas. Segun Weil, "Todos aquellos que han penetrado en la esfera de lo impersonal encuentran una responsabilidad hacia todos los seres humanos. Se trata de aquella responsabilidad de proteger en ellos, no la persona, sino todo lo que la persona contiene de frágil posibilidad de paso a lo impersonal".
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