Ya han caído algunas referencias en otras entradas anteriores, pero ahora que he acabado la lectura de "Cambiar el mundo sin tomar el poder" de Holloway, siguen rondando en mi cabeza varias ideas de lanzadas desde sus páginas, unas más nuevas y otras menos, pero en general muy sugerentes para seguir camino. Y eso que su propuesta inicial de remarcar "el grito" como el origen de la lucha se me queda bastante en el aire (¿desde quién surge el grito? ¿desde un vacío, desde una ausencia? Desde ahí es difícil dar el salto que el autor plantea hacia la Dignidad como clave de la revolución) y su negativismo de la negatividad termina resultandome un callejón demasiado enrevesado como para aportar algo de luz.
Pero al mismo tiempo retoma elementos anclados en la apuesta neozapatista que tanto aire nuevo trajo y los explica y lanza más allá, remarcando algunas ideas claves, como la dialéctica entre poder para (hacer) y poder sobre, que se concreta en la diferenciación entre el hacer que reivindica como proceso socializado, compartido, fluido, en movimiento y lo hecho, el producto que se nos ofrece desde el sistema capitalista, el objeto que cierra dentro de una identidad estable el flujo del hacer para inmovilizarlo y someterlo (y esto no sólo en lo material, sino también en otros ámbitos... Por ejemplo pienso, dentro del mundo laboral, en las profesiones, que terminan siendo usadas para objetivar la mano de obra que puede utilizarse para generar determinados productos tras eliminar lo propio de cada persona: "necesitamos tantos médicos, tantas enfermeras y tantos auxiliares para el centro de salud". De esta manera se consigue inmovilizar dentro de cada profesión diferentes capacidades de hacer que pueden escaparse al perfil requerido).
Otro elemento interesante, especialmente en estos tiempo que corren, es la visión que aporta sobre el papel de las crisis dentro del sistema capitalista, discutiendo que éstas puedas ser vistas como algo generado por otros (como se ha oído tanto en estos últimos años, señalando la responsabilidad de los grandes capitales) y defendiendo sin embargo el papel del nosotros como motor de la crisis.Según su lectura, la crisis no es más que un intento desde el sistema capitalista de intentar hacer frente a las insubordinaciones e intentos de fuga constantes que ejercemos, no sólo a través de la militancia, sino también desde lo cotidiano (y, a tenor de los resultados podría ser así, porque tantos meses "en crisis" han servido sobre todo para desarticularnos de manera importante y hacernos más dóciles). Éste es otro de los puntos interesantes de su pensamiento, la defensa de lo cotidiano y común como espacio desde el que transformar, y no sólo (aunque también pueda darse) desde los heroísmos y militancias tan queridas por la izquierda más organizada.
Acá dejo un texto de una ponencia que viene a servir de resumen para el ideario fundamental del libro:
Ponencia_ John Holloway
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