lunes, 22 de diciembre de 2008

Fuera...

Me llegan noticias que me inquietan... Son de una familia que conocemos desde hace años, cuando comenzamos a ir por el barrio de chabolas donde vivían, con la que vivimos la lucha contra el desalojo, la esperanza que el posterior realojo trajo a sus vidas, sus esfuerzos por adaptarse a su nueva realidad y continuar junt@s, como familia, pese a las constantes dificultades que seguían surgiendo continuamente. Tras todo esto, y salvo milagro de última hora, serán deshauciados el próximo mes de enero. L@s adult@s, a la calle, l@s niñ@s, a un centro de menores. La familia, destrozada.

Se pueden encontrar mil razones para justificar y, sobre todo, culpabilizar a la familia. Las deudas se han acumulado, las ayudas han llegado y pese a ellas se ha llegado a este fatal desenlace, no han seguido los pasos marcados desde las insituciones que se encargan de "acompañarles"... La conclusión que se puede sacar tras escuchar este discurso es que "la sociedad" ha hecho todo lo posible por esta familia, pero que "no han querido espabilar, integrarse", y por eso no ha habido más remedio que tomar esta decisión.

Y coincidiendo en que cada persona se tiene que hacer responsable de su propia vida, también creo que es necesario reguntarse por la responsabilidad que tod@s tenemos en esta situación... La vida en una chabola es muy difícil, y tod@s l@s que en ella viven sueñan con salir de allí y mejorar su situación, pero no necesariamente sueñan con lo que en una situación de realojo se impone (porque no se propone, la alternativa es o ir al piso o quedarse en la calle con la chabola derribada): un entorno totalmente nuevo, en muchos casos indiferente u hostil, con mucha gente alrededor mirando, juzgando; la ruptura de sus redes sociales de apoyo básicas; a veces la necesidad de renunciar a su ocupación anterior (en muchos casos la recogida de chatarra) para buscar una oportunidad laboral para la que falta preparación y acompañamiento; unos gastos fijos que antes no existían, lo que obliga a un cambio total en la manera de organizar los recursos, la propia vida...

Son muchos grandes cambios a los que adaptarse en unos pocos años... Cuando los grandes cambios necesitan no años, sino generaciones para poder darse, a partir de pequeños pasos.

Pero no se piensa mucho en esto. Simplemente se tramitan las ordenes de acuerdo a los protocolos, y se decide que esta familia ha fracasado y merece irse a la calle. Otra opción sería pensar que los recursos planteados son los que han fracasado y los que merecen ser expulsados, o al menos transformados... Pero no, l@s que se van fuera son ell@s, l@s pobres, otra vez más.

La desesperación ha llevado al padre de familia a buscar el dinero que adeudaban de mala manera, y ha terminado arrestado. ¿Su crimen? Desesperarse frente al sufrimiento de su mujer y sus hij@s.

Fuera, otra vez fuera...

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